Lun 25.06.2007

EL MUNDO  › A EE.UU. LE PREOCUPA LA VENTA DE ARMAS RUSAS A VENEZUELA

Bush desconfía de Chávez y Putin juntos

› Por Antonio Caño*
desde Washington

La venta de armas a Venezuela por parte de Rusia y la creciente vinculación de ese país con el gobierno de Hugo Chávez se han convertido en temas de preocupación en Estados Unidos, que ha manifestado su malestar y ha advertido que las relaciones entre Rusia y Venezuela pueden ser un obstáculo más de cara a la importante cumbre que los presidentes George Bush y Vladimir Putin tienen prevista para el 1º y 2 de julio en Kennebunkport (Maine).

Fuentes oficiales norteamericanas comentaron a este diario que las negociaciones en marcha para la adquisición por Venezuela de varios submarinos rusos –entre cinco y nueve–, unidas al hecho altamente simbólico de que Putin reciba a Chávez en Moscú a finales de junio, inmediatamente antes de embarcar con rumbo a Estados Unidos, constituyen “asuntos serios que podrían ser motivo de discusión en Kennebunkport”.

La cumbre Bush-Putin, que se celebrará en la residencia de verano del padre del presidente norteamericano, estaba diseñada para salvar las importantes diferencias surgidas entre Washington y Moscú a raíz de los planes de la OTAN de construir un sistema antimisiles en países del Este de Europa. Nada peor que añadirles a esas complejas relaciones, ya afectadas también por las quejas estadounidenses sobre el retroceso democrático en Rusia, el espinoso asunto del papel desestabilizador que, a juicio de Washington, juega Chávez en América latina.

Para la administración norteamericana, no obstante, resulta difícil obviar ese tema si, apenas horas antes de que Putin llegue a Kennebunkport, el presidente ruso se reúne con Chávez para tratar los últimos detalles de un contrato de venta de submarinos que confirma la escalada armamentista en la que se encuentra Venezuela desde que Chávez llegó al poder.

En los últimos años, el negocio de armas de Rusia con Venezuela ha sido floreciente: 24 aviones de combate Sukhoi, 35 helicópteros y 100.000 fusiles de asalto AK-47. Unido a los barcos y aviones que Venezuela ha comprado en España y Brasil, se estima que Venezuela ha gastado en armas en sólo dos años más de 4000 millones de dólares, con lo que se convierte, por supuesto, en el mayor comprador de América latina, pero también en uno de los mayores del mundo, por encima de países en zonas de conflicto, como Irán o Pakistán.

Estas compras han provocado gran preocupación en Washington, que teme que otros países latinoamericanos, como Brasil, Colombia o Chile, se sientan forzados a seguir el sendero militarista emprendido por el régimen venezolano.

Pero más aún que esto, la administración norteamericana está inquieta por la estrategia que la compra de armas a Rusia esconde. Fuentes oficiales estadounidenses que hablaron en forma anónima aseguraron que la voluntad de Chávez es –“como en Perú en los años setenta”, durante el régimen militar de Juan Velasco Alvarado– la de romper los vínculos de sus fuerzas armadas con Estados Unidos y crear un poder militar autónomo con ambición de, algún día, ser dominante en la región. Venezuela, como la mayoría de los gobiernos latinoamericanos, poseía hasta ahora armas norteamericanas, dependientes de los repuestos y la tecnología norteamericanas. Con la compra de armas a Rusia, explicaron las fuentes citadas, Chávez se asegura que los mandos militares tengan, a partir de ahora, que mirar hacia Moscú y no a Washington en busca de repuestos y asistencia técnica. De esa manera, además de premiar a los militares con equipos modernos, se les interrumpe un canal de comunicación potencialmente peligroso para Chávez en términos políticos.

“La obsesión de Chávez es la de provocar un cortocircuito en ese entramado de fuerzas armadas, servicios de inteligencia, tecnología militar, de donde cree que procede la mayor amenaza para su presidencia”, afirman las fuentes citadas. Aunque la justificación oficial de ese rearme es el de hacer frente a una posible invasión de Estados Unidos, pese a que el gobierno de este país siempre ha negado tajantemente esa hipótesis y nunca han existido indicios serios en ese sentido, fuentes norteamericanas creen que se trata de una estrategia para hacer de Venezuela, como Irán o la India, una potencia regional.

En ese contexto analizan las fuentes citadas los planes venezolanos de construir en Maracay la primera factoría en América latina de fusiles rusos Kalashnikov y su correspondiente munición. “Se trata de la misma munición que usa las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC); si eso llega a ocurrir, será imposible seguir la pista del armamento de la guerrilla”, temen los portavoces norteamericanos.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12

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