Ayer tuvo lugar la primera conferencia sobre Darfur por fuera del Consejo de la ONU. Sudán acordó que se despliegue una fuerza híbrida de veinte mil hombres.
› Por Eduardo Febbro
desde París
Al margen de los grandes recintos multilaterales como la ONU pero con todos los protagonistas de peso de la diplomacia internacional, Francia organizó ayer en París una conferencia restringida consagrada al drama de Darfur, que contó con la presencia de Estados Unidos, Rusia, China, Africa del Sur, Alemania, Bélgica, España, Egipto, Italia, Japón, Holanda, Reino Unido, Suecia, Portugal, la ONU y la Liga Arabe. Esta región del oeste de Sudán sumó su nombre a la extensa letanía de genocidios que azotaron a Africa en los últimos 15 años. Según la ONU, desde febrero de 2003 unas 200 mil personas murieron en Darfur y más de dos millones fueron forzadas a desplazarse.
Esta es la primera vez que los actores exteriores de la crisis se sientan en torno de una misma mesa, sobre todo China, país acusado de apoyar al gobierno sudanés con el único propósito de defender sus intereses petroleros. La reunión organizada ayer en París entre los miembros del Grupo de Contacto Ampliado no tenía como objetivo ningún resultado espectacular. La conferencia testimonió una voluntad común de destapar los conductos que habían congelado toda solución. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, abrió ayer la conferencia señalando que “el silencio mata” e invitó a la comunidad internacional a actuar rápidamente a fin de poner término a un genocidio que nada detiene. “Estamos en el siglo XXI como para ver esas imágenes”, subrayó Sarkozy. Los cancilleres del grupo de los 8 (G-8), de los países africanos y europeos, los representantes de las organizaciones internacionales y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pusieron los primeros pilares de una aún larga solución. Para el presidente francés, la conferencia emitió un mensaje claro: “Como seres humanos y como responsables políticos, tenemos el deber de solucionar la crisis de Darfur”. Sarkozy interpeló al gobierno sudanés para que cooperara e invitó a los participantes a ser más firmes con los beligerantes. Sus palabras son aún un deseo: las milicias árabes apoyadas por Sudán siguen provocando estragos en esta región desértica de Africa. El único signo de una lenta evolución intervino el pasado 12 de junio, cuando Sudán dio su acuerdo para el despliegue de una fuerza híbrida de 20 mil hombres compuesta por la ONU y la Unión Africana. Ese principio había sido decidido por las Naciones Unidas hace unos 10 meses pero recién ahora se materializó verbalmente. Los soldados de la misión de observación del alto el fuego de la Unión Africana presentes en Darfur no cobran su sueldo desde hace varios meses. En este contexto, Francia se comprometió a desbloquear 10 millones de euros (13 millones de dólares) para paliar esta situación.
Presente en París, la secretaria de Estado norteamericana, Condolee-zza Rice, denunció lo que llamó un “genocidio” y luego, en el curso de una conferencia conjunta con Sarkozy, recalcó que, de ahora en más, se trata de insistir para que Jartum despliegue lo más rápido posible la fuerza híbrida. Rice también reconoció que la comunidad internacional no había estado a la altura del drama de Darfur. La creación del Grupo de Contacto Ampliado apunta a cortar la cacofonía de las iniciativas unilaterales que no han hecho más que demorar la aplicación de las recomendaciones de la ONU. La diplomacia francesa explicó que el objetivo del grupo consistía en “hacer que los esfuerzos se vuelvan convergentes”. Estados Unidos viene ejerciendo sólidas presiones desde hace varios meses para que Sudán autorice el despliegue de una fuerza internacional. Pero China, que absorbe el 60 por ciento de la producción petrolera de Sudán, fue hasta hoy un aliado que supo demorar las intimaciones de la comunidad internacional y proteger al gobierno sudanés. Queda por ver la rapidez con que Jartum aplica el calendario y permite que se instale la fuerza híbrida. Esta es sólo una pieza humanitaria del arreglo final. Queda aún por encontrar un esquema político para que matanzas como éstas no vuelvan a producirse. Ello requerirá de muchos meses de negociaciones y conferencias. En el medio, si no interviene una fuerza internacional, las milicias continuarán debilitándose con la muerte sin fin. Darfur ha sido posible también por el silencio que las grandes potencias mantuvieran durante mucho tiempo en torno de esta crisis. Silencio y confusión. Británicos y norteamericanos quieren que se apliquen sanciones y hablan de un genocidio. La Unión Europea opta por una solución política sin sanciones y denuncia “crímenes contra la humanidad”.
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