EL MUNDO › TRAS DIAS DE ASEDIO MILITAR AL FEUDO DE ISLAMISTAS
Un asalto a la Mezquita Roja de Islamabad empezaba a evaluarse ayer, tras seis días de asedio militar a este feudo de islamistas, que podrían estar dirigidos por militantes próximos a Al Qaida. Mientras tanto, líderes opositores paquistaníes llamaron desde Londres a renunciar al presidente de facto de su país, Pérvez Musharraf. Un día antes, el clérigo que dirige a los radicales había denunciado la muerte de 305 personas por una operación del ejército, y esperaba que su muerte y la de sus seguidores disparara una revolución islámica en su nación.
Cada día que pasa en la madrasa tomada por los estudiantes paquistaníes, crece el peligro de que el enfrentamiento acabe con un baño de sangre, después de cobrarse la vida de 25 personas según la cifra oficial. Por eso Musharraf abordó la situación ayer con su primer ministro Shaukat Aziz. “Analizaron los medios para resolver rápidamente la crisis, entre ellos la posibilidad de un asalto”, declaró un alto responsable paquistaní.
Por su parte, una autoridad de los servicios de seguridad vinculó a los rebeldes con Al Qaida. “Creemos que hay militantes de Harkat ul Yihad al Islami (un grupo ligado a Al Qaida) en el interior de la mezquita.”
En tanto, la Conferencia de Todos los Partidos (APC), integrada por más de 38 grupos de Pakistán, pidió que finalizara el gobierno militar de Musharraf. “Su régimen es incapaz de realizar elecciones libres, justas y honestas, por eso apoyamos la lucha contra la dictadura y la necesidad de restaurar el orden constitucional en Pakistán”, señala la declaración de APC.
En medio de una severa crisis para el gobierno nacional, el líder de la mezquita tomada, Abdul Rasheed Ghazi, aseguró que 280 alumnas y 25 alumnos habían muerto el sábado por la noche, luego de un ataque llevado a cabo por fuerzas especiales con explosivos para volar los muros del recinto. Sin embargo, un portavoz del ejército, el general Waheed Arshad, relativizó los comentarios de Ghazi. “Es posible que se hayan producido algunas muertes”, indicó Arshad.
Pero la furia de los jóvenes atrincherados, que desde el martes pasado resisten los ataques de mortero y balas de las fuerzas militares, generó un nuevo pico de tensión cuando Ghazi afirmó el sábado que la muerte de los combatientes desencadenaría una revolución. “Creemos firmemente en Dios y que nuestra sangre llevará a la revolución”, aseguró el clérigo islamista. El conflicto se inició hace diez días, cuando fuerzas paramilitares, soldados y policías rodearon el complejo religioso ante la persistente amenaza de atentados suicidas por parte de su líder.
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