EL MUNDO › POR PUBLICAR UN REPORTAJE A UNA POETA “ANTIRREVOLUCIONARIA”
Irán cerró por tercera vez el diario reformista más popular del país. La Junta Examinadora de Prensa, el órgano estatal que controla los medios de comunicación, ordenó el cese temporal de Sharg, después de que el matutino publicara el sábado pasado una entrevista a Saghi Ghahraman, una poeta exiliada que escribe sobre experiencias homosexuales y la igualdad entre hombres y mujeres. “La principal razón para prohibir Sharg es su entrevista con una figura antirrevolucionaria, que es conocida por promover temas inmorales”, explicó ayer el viceministro de Cultura y Guía Islámica para la Prensa y los Asuntos Informativos, Ali Reza Melkian.
De poco sirvió que Sharg hubiera publicado dos disculpas en tapa en las ediciones del domingo y de ayer. “Algunos de nuestros lectores cultos leyeron la edición de ayer (por el sábado) y se quejaron de que la entrevistada no tenía autoridad moral. Nos pidieron que fuéramos más conscientes en este tipo de temas. Ahora nos disculpamos con nuestros lectores y nos desligamos categóricamente de tales personas y grupos vinculados a ellas”, aseguraba el diario en el editorial del domingo.
El problema, según el diario y también el gobierno, no fue lo que decía la entrevista, sino la entrevistada en sí. Ghahraman es una escritora que decidió exiliarse en Canadá después de la Revolución Islámica, en 1979. Desde allí publicó libros de poesía y cuentos cortos de ficción, como Nuestras mentiras y La prostituta da vida. Entre sus temas más recurrentes se encuentran la psicología y la sexualidad femenina. Los más duros en Teherán la han acusado de promocionar la homosexualidad –ella misma lo es– y la “inmoralidad”. En la entrevista con Sharg, la escritora iraní intentaba derribar la imagen creada por el gobierno islámico. “Creo que como no vivo dentro de los límites tradicionales de la feminidad, espontáneamente no me salen esas fronteras en mis poemas”, explicó. “Nuestro problema es cómo llegaremos a entender que es inevitable la disolución de la frontera entre los hombres y las mujeres”, agregó.
Más allá del rechazo particular contra Ghahraman, el cierre o las suspensiones temporales no son nuevos para la prensa iraní. En los últimos años, más de cien diarios fueron cerrados en el país, muchos de ellos en varias ocasiones. Sharg, por ejemplo, sufrió sanciones del gobierno tres veces ya. La primera fue a principios de 2004, un día antes de las elecciones legislativas. En esa ocasión, la reacción del régimen islámico fue provocada por la publicación de una carta firmada por varios legisladores salientes que criticaban al ayatolá Khamenei, el líder espiritual iraní, por los vetos que había impuesto a varias candidaturas el Consejo de los Guardianes, el órgano de mayor influencia del país, designado directamente por el ayatolá.
Como ayer, el diario pidió disculpas públicamente y se retractó de haber publicado la carta, “aun cuando fuera cierta”. La suspensión fue removida a las pocas semanas, aunque el gobierno iraní nunca aceptó formalmente la disculpa. En septiembre del año pasado, Teherán volvió a apuntar sus cañones contra el matutino, acusándolo de más de veinte cargos, entre ellos atentar contra la seguridad nacional. Más de seis meses pasaron, ninguno de los cargos pudieron ser probados y el diario volvió a circular.
Esta vez no se sabe cuánto durará la prohibición. “Personalmente nada me motiva a que me interese cuánto durará el cierre. Porque parece que no hay forma de seguir trabajando como periodistas”, aseguró ayer el director de Shargh, Mehdi Rahmanian. “El verdadero tema aquí no son nuestros métodos periodísticos. Nosotros tenemos un enfoque crítico y ellos quieren hombres que coincidan en todo. Nosotros no somos esos hombres”, agregó.
El mes pasado otro importante matutino reformista, Hammihan, fue prohibido, sólo meses después de haber reabierto tras una suspensión de siete años. Una sanción similar sufrió la Agencia de Noticias Laborista, también identificada como moderada por los medios oficialistas, solo unos días después. En medio de este clima, Teherán recibió críticas internacionales este año por las condenas a prisión a varios periodistas por “insultar” a los líderes religiosos y difundir “propaganda contra la Revolución”.
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