Jue 09.08.2007

EL MUNDO  › AHORA DICEN QUE NO QUERIAN DESERTAR, SINO DIVERTIRSE UN POCO

Los boxeadores cubanos se arrepintieron

La historia de los dos boxeadores cubanos que desaparecieron en medio de los Juegos Panamericanos y aparecieron en un hotel con tres prostitutas en una playa cerca de Río de Janeiro parece no tener fin. Después de ser devueltos a la isla el domingo pasado, los dos campeones mundiales amateurs aseguraron a la prensa que nunca tuvieron la intención de desertar y que simplemente fue un problema de disciplina. Guillermo Rigondeaux, uno de los jóvenes cracks, explicó que dejaron la Villa Panamericana antes de la ceremonia de pesaje porque estaban pasados de peso. Una vez afuera, aseguró, se encontraron con un grupo de empresarios cubanos y alemanes y decidieron pasar unos días con ellos en una playa cercana a la ex capital brasileña.

Todavía no se sabe si La Habana aceptará la versión de los atletas. Sin embargo, ayer la isla se había despertado con un nuevo editorial de Fidel Castro sobre el tema, en el que deja entrever que la situación de los jóvenes boxeadores no será nada fácil. “El atleta cubano que abandona su delegación es como el soldado que abandona a sus compañeros en medio del combate”, escribió el veterano dirigente, que desde hace poco más de un año se recupera de varias operaciones. En el artículo, publicado en el diario oficial Granma, también puso en duda que Rigondeaux y su compañero Erislandy Lara participen en el próximo torneo internacional previo a las Olimpíadas de Pekín, el Campeonato Mundial en Estados Unidos. “Imagínense a los tiburones de la mafia demandando carne fresca. No estamos ansiosos de suministrarla a domicilio”, advirtió. “El gobierno analiza todas las variantes posibles, incluyendo cambiar la lista de boxeadores o no enviar delegación alguna, a pesar de los castigos que nos esperen,” agregó.

Desde la desaparición de los dos boxeadores, el 22 de julio pasado, Castro sostuvo que habían sido tentados por un empresario alemán, que ya a fines del año pasado había conseguido que tres boxeadores cubanos desertaran para comenzar carreras profesionales en Europa. Sin embargo, los dos supuestos desertores todavía tienen esperanzas de poder seguir peleando para Cuba, aunque reconocen que primero serán sancionados. “Cometimos una gran indisciplina y estamos dispuestos a asumir lo que sea”, aseguró Rigondeaux. Los boxeadores fueron instalados en un edificio denominado “casa de visita” durante los primeros días después de su llegada. Allí los entrevistaron funcionarios del Comité Central del Partido Comunista. Ayer ya volvieron con sus familias y por el momento mantienen los beneficios, como sus casas, sus autos y sus salarios.

En Brasil, en tanto, la polémica continuó y ya se extendió a la arena política. La oposición, alertada por la preocupación de algunas organizaciones de derechos humanos estadounidenses, le pidió al canciller Celso Amorim que explique ante el Congreso por qué deportaron a los boxeadores cubanos. El ministro de Justicia, Tarso Genro, rechazó que hubiera algún móvil político en la devolución de los atletas y volvió a asegurar que fueron los mismos cubanos los que pidieron a la policía y a la Justicia brasileña que los envíen de vuelta a la isla.

En contradicción con la deportación de los boxeadores, el gobierno brasileño anunció ayer que está dispuesto a dar asilo político a otro de los miembros de la comitiva cubana que desertó durante los Juegos, el jugador de handball Rafael Capote. Según Cáritas, Capote y el entrenador del equipo cubano de gimnasia, Lázaro Lamelas Ramírez –el cuarto desertor–, ya solicitaron el asilo. El gobierno cubano críticó veladamente a Brasilia en un editorial de Castro hace tres semanas.

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