EL MUNDO › LAS ULTIMAS NOVEDADES CIENTIFICAS SOBRE LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMATICO
Fenómenos de clima extremo sacuden la Tierra y los científicos están cada vez más convencidos de que las alteraciones son producidas por el efecto invernadero originado por la emisión de gases tóxicos. Arrecian las tormentas, se rompe el hielo ártico y en otoño hace calor.
Cuanto más sabemos sobre ello, más grande y más terrible es el predicamento sobre el cambio climático. Ahora descubrimos que no sólo los océanos y la atmósfera están conspirando contra nosotros, trayendo altísimas temperaturas, tormentas más poderosos, inundaciones y en incesante crecimiento del nivel de los mares, sino que la corteza bajo nuestros pies parece querer unírseles.
En la era glacial, la tierra sólida se inquietó, con un aumento en la actividad volcánica, terremotos, derrumbes de tierras y tsunamis. Al paso en que se está acelerando el cambio climático, la perspectiva es que veremos una respuesta similar del planeta, anunciando no sólo un futuro más caluroso sino más abrasador.
Al calor del sol
Datos satelitales reunidos a lo largo de cinco décadas muestran por primera vez que las temperaturas en todo el mundo oscilan al ritmo de la actividad solar. En momentos de máxima actividad solar, la temperatura en la Tierra es en promedio casi 0,2 grados Celsius más alta que en períodos de mínima actividad, indicó la revista británica New Scientist. La intensidad de la radiación solar oscila levemente en un ciclo de actividad que dura unos once años. Los científicos presumían que existían cambios de la temperatura terrestre debido al ciclo del Sol, pero hasta el momento sólo había sido medido en el ámbito regional, no global. Debido a que el Sol se encuentra en la actualidad en un mínimo del ciclo de actividad, la atmósfera terrestre podría sufrir un nuevo calentamiento significativo en los próximos cinco años, en el caso de que no sea contrarrestado por otros fenómenos climáticos, como la erupción de un volcán o “El Niño”, opinó Ka-Kit Tung, quien junto con Charles Camp, ambos de la Universidad de Washington en Seattle, encabezaron el estudio. Mientras, una mayor actividad solar intensificará el calentamiento global ocasionado por el hombre. Los investigadores calificaron su análisis como una nueva confirmación de la influencia del hombre en el cambio del clima, como lo demuestran los modelos climáticos. Asimismo, su estudio con las mediciones independientes también demuestra que los modelos climáticos pueden predecir correctamente los efectos de la presencia de energía adicional en la atmósfera. El trabajo original fue publicado en la revista especializada Geophysical Research Letters.
Atlántico bravo
Los especialistas en clima culpan al recalentamiento global por el tremendo aumento en el número de tormentas en el Atlántico durante el último siglo. Su estudio muestra que el porcentaje en el número de tormentas por año se duplicó desde 1905. Sugieren que la tendencia se debe a un aumento en la temperatura de la superficie del mar en el Atlántico, un fenómeno que está muy ligado al cambio climático. El incremento en la frecuencia de las tormentas fue más visible en 2005, con más del doble del promedio de tormentas, incluyendo al huracán Katrina, el desastre natural más costoso en la historia de Estados Unidos. Se cobró 2000 vidas humanas. En un nuevo estudio que calculó el número promedio e intensidad de las tormentas del Atlántico durante el último siglo, se identificaron tres tipos distintos de regímenes climáticos. El primero, entre 1905 y 1930, tenía un promedio de seis importantes tormentas por años, cuatro de las cuales eran huracanes, lo que significa que el viento sopla a una velocidad mayor a 120 kilómetros por hora. El segundo, de 1931 a 1994, el promedio anual aumentó a 10 tormentas, cinco de las cuales eran huracanes. De 1995 a 2005, hubo un promedio de 15 tormentas por año, ocho de las cuales eran huracanes. La investigación se dio a conocer mientras los miembros del Parlamento británico advierten que el gobierno debe fortalecer los objetivos del cambio climático. También piden que la emisión producida por la aviación internacional y la náutica en Gran Bretaña sea incluida en los objetivos del proyecto de ley sobre el cambio climático.
Para la mayoría de los estadounidenses, la temporada anual de los huracanes solía ser como un ruido de fondo. Pero en agosto de 2005, el huracán Katrina cambió todo eso. Las imágenes de Katrina –Nueva Orleans bajo el agua, sus residentes atrapados y pidiendo ayuda desde los techos de las casas, las autopistas elevadas o el Superdomo– sacudieron la fe de las personas en la habilidad del gobierno para hacer su tarea más fundamental, proteger a la gente. Y Katrina fue simplemente el peor de los huracanes de la estación que generó tantos que el Centro Nacional de Huracanes se quedó sin nombres para ponerles. Como una evidencia científica montada en el rol humano del calentamiento global, las tormentas parecían presagio de futuros desastres mayores. De pronto los huracanes importaban. Aquí aparece el periodista científico Chris Mooney con Storm World, que anatomiza el debate científico y político sobre huracanes y el calentamiento global; cuenta los intentos exagerados de la administración Bush para acallar a los especialistas en huracanes del gobierno.
Otoños ardientes
Los investigadores dicen que la estación del otoño-invierno pasado fue la más calurosa en más de 700 años. La última vez que los europeos soportaron temperaturas similares al otoño e invierno de 2006-7, estaban comiendo frutillas en Navidad de 1289, de acuerdo con Jürg Luterbacher de la Universidad de Berna, Suiza. Las mediciones europeas del clima y su temperatura se remontan a varios cientos de años –las del Reino Unido son las que están más disponibles y son de 1659–. Estimar las temperaturas significa investigar los documentos y diarios contemporáneos. “La gente en las iglesias, o los médicos escribían diarios y generalente incluían información sobre el clima. Los historiadores climáticos pueden usar e interpretar esta información y traducirla a un valor de temperatura”, explica Luterbacher, que trabajó con historiadores del clima para comparar las temperaturas pasadas y recientes.
Las temperaturas soportadas durante el otoño de 2006 y el invierno de 2007 posiblemente hayan sido las más altas en 500 años. Pero la combinación en secuencia de dos estaciones tan cálidas es un hecho muy raro, probablememte el primero desde 1290. En ese año, la gente en Europa central y occidental escribió relatos de lo que veían como hechos muy inusuales. “Los documentos informan por ejemplo que se comían frutillas para Navidad y que los viñedos producían hojas y hasta florecían en enero, y en Viena los árboles frutales estaban floreciendo como en mayo.”
Luterbacher dice que las temperaturas de 1289 pueden haber sido causadas por una gran erupción volcánica en los trópicos, pero nada de eso ha sucedido en los últimos años. En cambio, él y sus colegas descubrieron que el caluroso otoño e invierno de 2005-07 se debió a el aire caliente que se movía por la costa del Norte de Africa hacia el Atlántico. Señalan que es muy difícil decir si esto se debe al cambio climático. En 2004, un estudio similar estimó que era “muy probable que la influencia humana hubiera por lo menos duplicado el riesgo” de hechos climáticos extremos, tales como el calor Europeo de 2993 que mató a 34.000 personas.
El Polo Norte se derrite
La capa polar en el Artico se encogió por sexto año consecutivo, según un estudio reciente de científicos estadounidenses. Los mismos alertan que la cobertura de hielo es la más reducida en más de un siglo, informó la BBC. El clima del Artico varía por naturaleza, pero los investigadores concluyeron que causas humanas son al menos parcialmente responsables por el calentamiento. Y alertan que el derretimiento se acelerará en los próximos años. “Cada vez vemos menos hielo en las fotos satelitales, y la tendencia ya lleva varios años,” dijo el meteorólogo Mark Serrese del Centro Nacional de Nieve y Hielo de Boulder, Colorado.
Septiembre es el mes en el que menos hielo hay en el Polo Norte. El 19 de septiembre de 2005, se logró el record de la menor superficie cubierta por el hielo, alcanzando menos de cinco millones y medio de millas cuadradas de la superficie, la menor marca desde 1978 y un 20 por ciento menos que el promedio de los años ’70, destruyendo ecosistemas milenarios y amenazando la supervivencia de la población de osos polares y otras especies amenazadas.
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