EL MUNDO › SOLTARON A LAS MISIONERAS QUE ESTABAN ENFERMAS. QUEDAN DIECINUEVE CAUTIVOS
El gesto humanitario de los talibán se dio en medio de una negociación tripartita con el gobierno afgano y una delegación coreana que viajó a ese país para conseguir el retorno de sus ciudadanos por ocho rehenes. Los captores pretenden que el gobierno libere a 19 talibán presos. Washington y Europa rechazaron el acuerdo con los insurgentes.
Los talibán liberaron ayer a dos de los rehenes surcoreanos. Se trata de las dos misioneras que se encontraban enfermas y que el grupo afgano ya había advertido que podría liberar, eso sí, si el gobierno de Seúl y de Kabul aceptaban sentarse a negociar con ellos. Aunque oficialmente los talibán no les impusieron condiciones a los surcoreanos y a los afganos, parecería que el “gesto de buena voluntad” ha conseguido que las tres partes comiencen a negociar un acuerdo más amplio que podría llegar a incluir a los otros 19 misioneros coreanos y a un número similar de talibán presos.
Hace varias semanas, la cúpula talibán ya había anunciado que estaba dispuesta a discutir la liberación de las dos rehenes, en gran medida porque estaban enfermas. Fue a través de ellas que los insurgentes lograron conformar una mesa de negociación compuesta por sus delegados, una misión especial enviada desde Seúl y un representante del gobierno afgano, que para relativizar su participación se identificó como un mero mediador. Para los talibán la inclusión de Kabul es esencial ya que no sólo están pidiendo la retirada de las fuerzas surcoreanas –que ya está prevista para fines de año–, sino que su principal demanda es el intercambio de prisioneros. Para ello necesitaban tener a bordo al gobierno afgano.
La decisión de liberar a las dos misioneras fue tomada por el consejo supremo talibán como “un gesto de buena voluntad”. “El gobierno surcoreano, su pueblo y otros deberían intentar decidir sobre el destino del resto de los rehenes y liberar también a nuestros prisioneros y aceptar nuestras demandas”, explicó el vocero del grupo, Mohammed Yousif Ahmadia. Según señaló, las mujeres se encontraban en la provincia centrooriental de Ghazni y fueron entregadas a los miembros de la delegación negociadora de Seúl. En esa misma región se realizaron las negociaciones, que habían comenzado el viernes por la tarde.
Aunque ni el gobierno surcoreano ni el afgano quisieron comentar sobre ello, los talibán ayer estaban más que contentos de anunciar que luego de la liberación de las dos rehenes las negociaciones continuaban. Según explicó Ahmadia, están tratando la liberación de un primer grupo de ocho misioneros. “Una vez que ellos sean liberados, entregaremos otra lista de ocho prisioneros hasta que el intercambio se complete”, agregó el vocero talibán. El grupo insurgente todavía mantiene 19 rehenes, en su mayoría mujeres, después de la ejecución de dos surcoreanos el mes pasado. El segundo asesinato fue el punto de inflexión, que forzó a Kabul –seguramente presionado por el aliado de Seúl, Washington– a flexibilizar su posición y empezar un diálogo.
Sin embargo, no está claro si el gobierno afgano estaría dispuesto a amnistiar a los talibán. Ayer el grupo insurgente dejó en claro que ya no habrá más “gestos de buena voluntad” de su parte. “Como un primer paso para una solución amigable a la crisis del secuestro queremos la liberación de ocho prisioneros capturados por el gobierno afgano”, aseguró en una conferencia de prensa uno de los negociadores talibán, el mulá Bashir. El líder religioso aseguró que Kabul ya les había prometido excarcelar 24 presos y nunca lo cumplió.
A diferencia de la misión surcoreana que compartió la conferencia de prensa con los dirigentes talibán, el gobierno afgano sigue manteniendo mucha distancia de todo el proceso. Por ahora se limita a decir que hará todo lo posible para facilitar la libertad de los rehenes. Sin embargo, los representantes afganos resaltan que no irán por encima de la ley, lo que descartaría las excarcelaciones inmediatas, excepto que el presidente Hamid Karsai acepte firmar una amnistía.
La razón por la cual la palabra amnistía no es popular en el entorno del presidente Karsai es que no quieren repetir la reacción que provocó el canje del periodista italiano Daniele Mastrogiacomo en abril pasado. El, como ahora los misioneros surcoreanos, había sido secuestrado por los talibán. Presionado por Roma, el gobierno afgano negoció la liberación del periodista a cambio de la excarcelación de varios talibán. La lluvia de críticas no se hizo esperar. Desde Washington hasta la Unión Europea rechazaron el acuerdo de Kabul con los insurgentes. En el plano interno, el gobierno también tuvo que enfrentar cuestionamientos de la oposición y de la opinión pública ya que los talibán habían matado a dos afganos durante el secuestro del periodista italiano.
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