EL MUNDO › EL REPLIEGUE EMPEZARIA CON CUATRO MIL SOLDADOS EL AÑO QUE VIENE
› Por Antonio Caño *
desde Washington
El general David Petraeus, jefe de las fuerzas norteamericanas en Irak, solicitará la próxima semana continuar con el actual despliegue militar en aquel país para consolidar los progresos que se han conseguido en los últimos meses, según han anticipado fuentes de la administración. Petraeus admitirá, no obstante, la posibilidad de comenzar a reducir las tropas lentamente –apenas una brigada, cuatro mil soldados– y sólo a partir del año próximo.
El informe de Petraeus, que tiene previsto comparecer ante el Congreso a partir del próximo lunes, se anticipa como un momento decisivo en la suerte de Irak. Una vez escuchado el general, tanto el presidente George Bush como el Congreso sentarán sus posiciones sobre el futuro de ese conflicto. Bush probablemente se dirigirá a la nación la próxima semana para anunciar una nueva estrategia, probablemente no muy diferente de la actual. Y el Congreso tendrá que conciliar las posiciones, actualmente antagónicas, entre una mayoría demócrata que quiere poner fin a la guerra ya y una minoría republicana que se mantiene sustancialmente al lado del presidente.
Se desconoce todavía hasta qué punto el general Petraeus concretará sus peticiones en cuanto a plazos y número de soldados. Pero sí se ha adelantado que va a realzar los aparentes éxitos obtenidos en la provincia de Anbar, donde se ha conseguido una significativa reducción de la violencia gracias a la colaboración de los líderes locales sunnitas, y a reconocer la gravedad de la situación en otras regiones del país, particularmente en la capital, Bagdad. Los últimos dos meses han sido de los más sangrientos desde que comenzó la invasión en 2003.
Petraeus defenderá de forma global la actual estrategia sobre el terreno, conocida técnicamente como surge (refuerzo), y pedirá más tiempo para permitir que dé resultados. Petraeus sabe que va a encontrar una audiencia de congresistas demócratas muy incrédula y reacia a concederle ese tiempo. Para convencerlos, según las previsiones de las fuentes oficiales que han hablado con la prensa norteamericana, el jefe de la operación militar en Irak está dispuesto a contemplar una progresiva reducción de tropas a partir del próximo año.
Esa reducción podría comenzar en enero con la salida de unos cuatro mil soldados y continuar de manera escalonada de forma que, en un plazo aproximado de doce meses, el número de militares en Irak sea de unos 130 mil, los mismos que había antes del refuerzo de 30 mil efectuado a principio de este año. Todo esto, por supuesto, va a depender de la evolución de los acontecimientos sobre el terreno y de las circunstancias políticas en Washington. En cuanto a lo primero, todas son incertidumbres. En cuanto a lo segundo, tampoco hay mucha más claridad.
Después de varios meses batallando inútilmente por imponer un calendario preciso para la retirada de tropas, la mayoría demócrata del Congreso parece haberse convencido de que no tiene sentido seguir aprobando propuestas que se estrellan indefectiblemente con el veto de la Casa Blanca. Los líderes demócratas parecen más inclinados ahora a buscar alguna fórmula de compromiso con los republicanos con objeto de conseguir los votos suficientes para sacar adelante medidas viables. En este sentido, es posible que esa sugerencia de Petraeus de una salida lenta y progresiva de Irak pueda crear espacio suficiente para un acuerdo político en Washington y, particularmente, en el Capitolio.
Es posible pero no será fácil. La mayoría de los demócratas, presionados por una opinión pública contraria a la guerra y por un calendario electoral apremiante, cree hoy por hoy que esa retirada lenta y progresiva es demasiado lenta y demasiado progresiva como para resultar convincente. Además, todas las encuestas les recuerdan que la mayoría de los estadounidenses siguen queriendo una salida pronta de la guerra.
En una entrevista publicada esta semana por el diario USA Today, el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Joshua Bolten, reconocía que, de acuerdo con los plazos de la estrategia actual, es posible que un significativo número de soldados norteamericanos sigan en Irak tras el término de la presidencia de Bush. Un informe reciente de expertos militares presentado al Congreso esta semana advertía que el ejército iraquí no estará en condiciones de encargarse de la seguridad de su país hasta, al menos, dentro de un año o año y medio.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12
Siete soldados norteamericanos murieron ayer en dos ataques en Irak. Cuatro marines perecieron cuando se enfrentaron a un grupo de rebeldes en la provincia de Anbar, irónicamente la región en donde Estados Unidos dice haber conseguido los mayores avances en materia de seguridad. Los otros tres –soldados rasos– murieron cuando una bomba casera hizo explotar el camión en el que viajaban por el norte del país. Con ellos, el número total de bajas militares estadounidense ya alcanza los 3760. A eso se le suman las otras bajas de la coalición internacional. Según informó el Ministerio de Defensa británico, un soldado inglés murió esta semana. Londres no quiso dar detalles. Sin embargo, al mismo tiempo la prensa británica difundía versiones diplomáticas que aseguraban que el gobierno de Gordon Brown está cuestionando la estrategia militar de Washington en Irak. Según un artículo del diario The Times, la nueva administración británica no estaría tan convencida de las políticas estadounidenses como la anterior, liderada por Tony Blair.
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