EL MUNDO › FRACASO LA REUNION ENTRE RICE, GATES Y PUTIN
Después de hacer esperar cuarenta minutos a sus invitados, el ruso marcó diferencias sobre el programa nuclear iraní y el desmantelamiento de misiles de corto y mediano alcance.
› Por Rodrigo Fernández *
desde Moscú
Sin entendimiento concluyeron las negociaciones que mantuvieron en Moscú la secretario de Estado, Condoleezza Rice, y el ministro de Defensa, Robert Gates, con el presidente Vladimir Putin y sus homólogos rusos sobre los planes de Estados Unidos para instalar elementos de su escudo nuclear en países de la Unión Europea. Se mantuvieron también las diferencias entre ambos países sobre el programa nuclear iraní y a ellas vino a sumársele la amenaza rusa de denunciar el Tratado de Liquidación de Misiles de Medio y Corto Alcance (INFT, según sus siglas en inglés).
Putin, que hizo esperar durante 40 minutos a Rice y Gates, advirtió que si no se otorga un carácter global al INFT, Rusia se verá obligada a denunciarlo. El problema para el líder ruso es que dicho documento firmado a fines de 1987 obligaba sólo a Washington y Moscú a destruir esos misiles (tarea que fue cumplida en 1991) y les prohíbe desarrollar nuevos. “Otros países, a diferencia de nosotros, desarrollan activamente esos sistemas de armamento incluidos Estados que se encuentran en las cercanías de nuestras fronteras”, señaló Putin. Pero la exigencia de darle un carácter global al tratado es algo prácticamente imposible de conseguir –cosa que los rusos lo saben muy bien–, pues no es realista pensar que Corea del Norte, China, India, Irán, Israel o Pakistán destruyan sus misiles de corto y mediano alcance y acepten comprometerse a no producir nuevos.
La manzana de la discordia entre Estados Unidos y Rusia no es, sin embargo, el mencionado tratado ni el de Armas Convencionales en Europa –aunque Washington reiterara ayer su precupación por la moratoria rusa– sino los planes de Wa-shington de emplazar 10 misiles interceptores en Polonia y de construir un radar en la República Checa. Tanto Rice como el ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov reconocieron que no habían llegado a acuerdo en este tema.
El Kremlin no cree las explicaciones norteamericanas y sospecha que las instalaciones en Polonia y la República Checa no tienen con objetivo impedir ataque potenciales iraníes o norcoreanos sino que, en realidad, están dirigidas contra Rusia y constituyen una amenaza para su seguridad nacional. Como alternativa –en el caso de que a Estados Unidos realmente le preocupen posibles ataques provenientes de Corea del Norte o Irán– Moscú ha propuesto usar conjuntamente el radar azerbaiyano de Gabalá –cerca de la frontera con Irán– y uno nuevo que los rusos están construyendo en el sur del país. Estados Unidos, sin embargo, insiste en que necesita las instalaciones que ha decidido desplegar en Polonia y la República Checa.
Putin ayer volvió a instar a Estados Unidos a abandonar sus planes de instalar esos elementos de su escudo nuclear e incluso pareció burlarse de ellos al decir: “Algún día podemos decidir instalar un sistema de defensa antimisil también en la Luna, pero antes de llegar a eso podemos perder la oportunidad de ponernos de acuerdo debido a la realización de sus propios planes”. Rusia ha advertido en varias oportunidades que adoptará “medidas adecuadas” en el caso de que Estados Unidos instale los misiles interceptores en Polonia y el radar en la República Checa. Ayer, Lavrov reiteró esas advertencias: “Estaremos obligados a tomar las medidas necesarias para neutralizar la amenaza” que significa para Moscú la realización de esos planes.
Las respuestas pueden ser varias. El Kremlin ya está modernizando sus fuerzas armadas y entre cosas está reemplazando los misiles balísticos que tenía con unos de nueva generación llamados Tópol-M y que, según se jactan los rusos, pueden penetrar cualquier sistema de defensa antimisil, incluido el que Estados Unidos está desplegando. Entre las otras posibles respuestas está volver a apuntar sus misiles contra Europa, concretamente emplazar cohetes en el enclave de Kalingrado –la última vez que Rusia hizo esta amenaza fue en julio pasado por boca del viceprimer ministro Serguéi Ivanov– y, naturalmente, dejar de cumplir el tratado de armas convencionales en Europa con el fin de concentrar un mayor poderío militar en el flanco occidental.
La discusión en torno de Irán continuó ayer en público durante la conferencia de prensa de los ministros de Exteriores y Defensa de ambos países: mientras Lavrov decía que las acciones unilaterales contra Teherán dañan los esfuerzos de la comunidad internacional, Rice amenazaba con imponer nuevas sanciones contra los que continúen haciendo negocios con el régimen de los ayatolás. Moscú, que está construyendo una central nuclear en el sur de Irán y que tiene planes de levantar varias más en ese país, se opone categóricamente a la imposición de nuevas sanciones contra Teherán. El Kremlin insiste en que no hay pruebas de que Irán busque obtener el arma nuclear, mientras Estados Unidos está convencido de que lo que ese país desea es precisamente tener la capacidad de producir bombas atómicas.
* De El País de España. Especial para Página/12.
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