Por Giles Tremlett
Desde Etxarri-Aranatz

Los carteles anaranjados del partido separatista radical vasco Batasuna comenzaron a aparecer a los costados del camino a pocos kilómetros del pequeño pueblo de Etxarri-Aranatz. También aparecen los graffiti alabando al grupo separatista armado ETA y lanzando su furia al gobierno español, que hoy se anotará un triunfo cuando el Congreso español inicie el proceso para proscribir a Batasuna. El primer ministro, José María Aznar, ha llamado de regreso a los diputados de sus vacaciones de verano para una sesión de emergencia, hoy, en el Parlamento. Se espera que la mayoría vote para establecer una corte especial para decidir si Batasuna debería estar proscripto por apoyar tácitamente a ETA, cuyos terroristas han matado a más de 800 personas en 30 años.
En Etxarri-Aranatz, de los sólidos balcones de piedra de la municipalidad cuelgan posters de prisioneros de ETA, hombres y mujeres que han matado por su objetivo de un Estado vasco independiente. Los balcones dominan un tranquilo bulevar donde hombres viejos con grandes boinas negras pasan el tiempo y la gente habla en una mezcla de español y euskera. El alcalde, Fernando Flores, dice que los posters, pidiendo la transferencia de los prisioneros de prisiones lejanas a cárceles más cerca del hogar, reflejan las creencias de la ciudad, que ha votado a Batasuna durante 15 años. Porque éste, junto con las ciudades y pueblos vecinos del fértil valle de Sakana, es uno de los baluartes del separatismo radical vasco. Un puñado de prisioneros, y por lo menos una de sus víctimas, son de Etxarri-Aranatz, una ciudad de 2400 habitantes. Proscribir a Batasuna, dice el alcalde, es un insulto a la gente del pueblo, que le han dado al partido 6 de los 11 asientos del concejo. “El derecho básico en una democracia es poder votar por la elección política de uno. Los derechos de todos serán negados aquí”, dijo Flores, un ex maestro de 44 años.
Pero si Aznar se saliera con la suya, ni Flores ni los cinco otros consejeros de su partido estarán en sus asientos después de la próxima elección municipal en mayo. Y a lo largo de esta parte norte de España, otros 60 ciudades y pueblos están muy cerca de perder a sus alcaldes de Batasuna. Los críticos dicen que las medidas dejarán más del 10 por ciento de los votantes vascos, unas 250.000 personas, huérfanos políticamente. También dicen que conducirán a una nueva generación de jóvenes separatistas vascos a los brazos de ETA. Los que las propugnan argumentan que la prohibición de Batasuna apurará el final de la organización separatista vasca. “ETA es Batasuna y Batasuna es ETA”, arguye Carmelo Barrio, secretario general del brazo vasco del centroderechista Partido Popular de Aznar. “Batasuna es nuestro equivalente de los nazis. Sus votantes tendrán que optar por un partido que se rija en base a las reglas democráticas.” Pero Xanti Kiroga, un miembro del consejo legal del partido, admite que “si hubiera querido estar en ETA, podría hacerlo. Mi decisión fue estar en Batasuna, para seguir un camino estrictamente político. Existe gente en Batasuna que se opone a ETA”.
La nueva ley, diseñada específicamente para Batasuna, contempla la proscripción de los partidos que fomenten “odio, violencia y confrontamiento social”, desafíen la legitimidad de las instituciones democráticas o “promuevan una cultura de confrontación civil”. Si se implementa, frenarán los 2,2 millones de dólares de financiamiento público del grupo. Carlos García, el vicealcalde socialista de la ciudad de Lasarte, no va a extrañar a Batasuna, en tanto “han abusado de la democracia. La mayoría de la gente sabe que un voto por Batasuna es un voto por ETA”.
Aquí en Lasarte, a poca distancia de la costera ciudad de San Sebastián, la cara visible de la ciudad porta proclamas de prohibición que dicen: ¡ETA No! Hay por lo menos un guardia armado en cada consejo socialista y del partido oficial. “Esto es como El Alamo. Todas las ciudades a laredonda son de Batasuna. Eso los enoja realmente”, dice García. Las personas en esta ciudad manufacturera, muchas de las cuales provienen de otras regiones de España, le dan a Batasuna sólo el 10 por ciento de los votos.
Hace dos años, un concejero socialista fue baleado en un bar local en una campaña de la ETA que se llevó las vidas de ocho socialistas y funcionarios municipales del Partido Popular de la región durante los últimos dos años. La alcalde socialista, Ana Urchueguia, tiene prohibido por sus mismos guardaespaldas caminar por el centro. El mes pasado ella se negó a salir al balcón de la entrada a la ciudad, al comienzo de las fiestas de Lazarte, a raíz de que los extremistas frecuentemente le arrojan cosas, y una vez le lanzaron un piedrazo que la dejó inconsciente.
El ministro de Justicia, José María Michavila, tiene 23 motivos con los que justifica la prohibición de Batasuna. Los mismos incluyen: su rechazo a condenar los ataques de ETA; el hecho de que los ex miembros de ETA forman parte de sus funcionarios electos y que muchos de los miembros activos de la organización extremista también pertenecen al partido. Batasuna explica que se trata de excusas medio encubiertas para silenciar al partido. “El gobierno británico no prohibió al Sinn Fein”, dijo Kiroga. Agregó que “al prohibir a Batasuna se fomentará una mayor confrontación”.
Los políticos no son los únicos que buscan su prohibición. El juez Baltasar Garzón dijo el viernes a Batasuna que él estaba tratando de suspender sus actividades, congelar sus cuentas bancarias y cerrar sus predios. La decisión es una resultante de una investigación que, según dice, ha provisto evidencia extraída de domicilios de ETA, de que el grupo armado controla no sólo a Batasuna, sino también a grupos separatistas nuevos y que incluso posee un periódico.
Batasuna dará pelea a la proscripción; si es necesario, llevando a España ante la Corte europea de Justicia. Entretanto, Kiroga asevera que sus militantes tratarán de continuar como antes, aun sin dinero, oficinas o la chance de postularse a elecciones. La única contribución de ETA ha sido amenazar de muerte a todos los diputados que voten prohibir a Batasuna. En Etxarri-Aranatz, Flores se encoge de hombros, y afirma que “queremos que este conflicto termine ahora. Pero debe lograrse con dignidad y diálogo”.
* De The Guardian, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère y Mercedes López San Miguel.