El ejército bombardeó posiciones de los independentistas del PKK, en el límite con Irak.
Al menos treinta guerrilleros kurdos murieron ayer en ataques en la frontera entre Turquía e Irak. Por quinto día consecutivo, el ejército de Ankara bombardeó posiciones de los independentistas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y se enfrentó con los que intentaban cruzar la frontera y refugiarse en las montañas del norte iraquí. Mientras tanto, en la capital turca, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan advertía que su gobierno estaba perdiendo la paciencia. “Estamos completamente determinados a tomar todas la medidas necesarias para poner fin a esta amenaza”, afirmó y le volvió a pedir a Bagdad que no siga protegiendo a los rebeldes y los entregue. Los medios turcos aseguraban anoche que los militares habían vuelto a bombardear el norte de Irak.
El premier turco también le contestó a Estados Unidos y la Unión Europea (UE), que el miércoles le advirtieron públicamente acerca de atacar masivamente el norte iraquí. “Los Estados miembro de la UE consideran el PKK como una organización terrorista. Ya lo han declarado, pero eso no basta, queremos medidas”, dijo Erdogan, desde la capital de Rumania, donde realizaba una visita de Estado. Según su razonamiento –el cual destacó se parece mucho al de Washington–, si un grupo terrorista amenaza la seguridad nacional, su gobierno está obligado a defenderse.
En cuanto a las repetidas advertencias de la Casa Blanca, Erdogan le recordó a sus aliados la ayuda que brindó en los conflictos en Irak, Afganistán, Bosnia-Herzegovina y Somalia. “Turquía siempre ha cumplido con sus compromisos”, señaló. Esta será la postura que mantendrá Ankara la semana que viene, cuando la secretaria de Estado Condoleezza Rice llegue al país para intentar poner paños fríos y conciliar entre el gobierno turco y los kurdos iraquíes, dos de sus principales aliados en la región.
Sin embargo, en Irak temen que la situación siga escalando, mientras esperan la llegada de la funcionaria estadounidense. Por eso, por primera vez desde que comenzaron los ataques en la frontera, una delegación de catorce miembros del gobierno de Bagdad viajó ayer a Ankara para intentar evitar un ataque a gran escala en el Kurdistán iraquí. Sin embargo, es poco probable que, por si solos, lleguen a un acuerdo. El presidente iraquí, Yalal Talabani, es un importante dirigente kurdo y ya aseguró que su gobierno no extraditará a los rebeldes. Según declaró públicamente esta semana, los guerrilleros se esconden entre los habitantes de la zona autónoma kurda, haciendo imposible distinguirlos y detenerlos.
Mientras el cruce verbal entre uno y otro gobierno continuaba, los medios turcos aseguraban que tanques y varias unidades terrestres combatían con un centenar de rebeldes turcos, que habían atacado un destacamento militar cerca de Yesilova, una localidad cercana a la frontera. Otras versiones periodísticas aseguraban que varios aviones F-16 volvieron anoche a ingresar al territorio iraquí y bombardearon a supuestos objetivos del PKK.
El gobierno no quiso confirmar esta incursión. Tampoco el PKK. El grupo separatista volvió a proponer un cese del fuego negociado, aunque también advirtió que está dispuesto a combatir hasta el final. “Anunciamos cinco veces el cese del fuego, la última vez en octubre de 2006, porque nuestra ideología no se basa sobre las armas, sino en la paz y la democracia. Pero Turquía jamás respondió y continuó con los ataques contra nuestras milicias”, explicó el vocero del movimiento, Abdul Rahman al Ciaderci.
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