EL MUNDO › ESTADOS UNIDOS
› Por María Laura Carpineta
Estados Unidos mira con esperanzas las elecciones de hoy. Los principales diarios del país reflejan la imagen más conciliadora que la candidata Cristina Fernández de Kirchner supo cultivar en sus distintas visitas al vecino del norte. “La primera dama tiene el potencial de servir como puente entre Estados Unidos y los líderes izquierdistas de América latina”, publicó la semana pasada el New York Times. Los medios norteamericanos identifican las elecciones con la candidatura de la senadora bonaerense. Le dan poco o ningún espacio a sus rivales, a quienes consideran una opción muy remota.
El diario Los Angeles Times, en tanto, destacó la sintonía entre las dos candidatas favoritas, la argentina y la senadora demócrata Hillary Clinton. “En un momento en que América latina se fractura entre las fuerzas pro y antiestadounidenses, la hermandad femenina podría ser poderosa”, sostuvo el matutino. La comparación no pasó desapercibida en Estados Unidos: las dos acompañaron a sus esposos en el poder, son senadoras, abogadas y ahora favoritas en las encuestas. La otra comparación a la que se vieron tentados los norteamericanos fue recordar a la primera dama por excelencia del peronismo, Eva Perón, una figura que inmortalizó mundialmente la opera de Andrew Lloyd Weber en los setenta.
Además, Cristina logró convencer al establishment norteamericano de que no tiene la misma diplomacia que su esposo. En su última visita a Nueva York, la candidata se reunió con inversores y figuras del mundo de las finanzas en la sede de la Reserva Federal. El encuentro fue un ejemplo claro de los pros y los contras que Washington encuentra en ella. Por un lado, se mostró abierta a discutir con los empresarios. “A diferencia del actual presidente, no tiene problema en cortejar a sus aliados e inversionistas extranjeros”, aseguraba entonces el New York Times.
Sin embargo, por otro lado, preocupa su cercanía al presidente venezolano y enemigo personal de la Casa Blanca, Hugo Chávez. Durante el almuerzo en la Reserva Federal, la primera dama demostró su faceta más latinoamericanista. Enfrente de los periodistas y los empresarios no dudó en entrar en una discusión con el ex secretario de Estado durante los setenta Henry Kissinger por Caracas. Cristina dejó bien claro que Venezuela es fundamental para la integración, energética de la región y que todos los “gestos” de Chávez no son unilaterales ni gratuitos.
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