Cae la encargada de mejorar la imagen de EE.UU. en el mundo. El presidente norteamericano Bush sigue perdiendo amigos históricos, luego de que ayer renunciara Karen Hughes, la subsecretaria de Estado considerada una de la principales asesoras del mandatario. Sin poder revertir la creciente desaprobación de Estados Unidos en el mundo, Hughes dijo que volverá a Texas, de donde proviene, después de haber pasado por diversos cargos, entre ellos el de ser parte del polémico grupo iraquí de la Casa Blanca, formado en el 2002 para mostrar la supuesta amenaza que implicaba el ex presidente de Irak Saddam Hussein.

La salida del gobierno de la subsecretaria de Estado es una más de las tantas tras la retirada en septiembre de Alberto Gonzales y en agosto de Karl Rove, uno de los principales estrategas políticos de Bush. Pero otros miembros íntimos del círculo del presidente también han sido parte del éxodo. La asesora de la Casa Blanca Harriet E. Miers se fue en junio y el asesor de Bush Dan Bartlett dimitió en julio.

Fue la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, quien ayer anunció la nueva dimisión. “Anuncio en nombre del Departamento y en nombre del presidente que Karen Hughes, para fin de este año, en algún momento a mediados de diciembre, va a renunciar a su puesto como subsecretaria y retornar a Texas”, dijo Rice en una conferencia de prensa. Si bien carecía de una vasta experiencia en asuntos exteriores, Hughes tenía a su favor una ventaja superior sobre sus predecesores: su contacto cercano con el presidente. La subsecretaria de Estado había trabajado para Bush como directora de Comunicaciones mientras él gobernaba Texas, pasó por la dirección ejecutiva del oficialista Partido Republicano y fue consejera del presidente entre 2001 y 2002.

Es probablemente por eso que en julio de 2005 se hizo cargo hasta el día de hoy del trabajo menos respetado, pero probablemente el más importante del Departamento de Estado, el que implicaba combatir el antiamericanismo, promover la cultura norteamericana y dar la batalla intelectual a la ideología radical islamista, dijo el diario norteamericano The Washington Post. Para ello en 2005 cometió el error de afirmar que Hussein había matado con gas a cientos de miles de iraquíes, cuando habían sido miles.

Pero ante una política diplomática desprestigiada por la ocupación de Irak y su cuestionada influencia en Medio Oriente, Hughes tenía por delante un camino plagado de piedras.

Pese a crear una unidad rápida de respuesta diplomática, establecer un centro de comunicación contraterrorista y llevarse elogios de Rice, no fue suficiente para superar la impopularidad que se ganó Washington en los últimos años.

De acuerdo con el Pew Research Center, la imagen de EE.UU. declinó este año en Alemania, Francia y España, mientras que en los países de mayoría musulmana sigue siendo desastrosa y lo consideran una amenaza militar. Esto, claro, no sería culpa de Hughes.