EL MUNDO › EL DELEGADO DE BUSH NO LOGRA CONVENCER A MUSHARRAF DE LEVANTAR EL ESTADO DE SITIO
John Negroponte va y viene entre sus dos aliados, el dictador Musharraf y la líder opositora Benazir Bhutto, a quien el general ya detuvo dos veces. Bhutto pide que Bush corte la cuantiosa ayuda militar que recibe el gobierno, pero pese a los tibios reclamos de EE.UU. el general no libera a los presos ni levanta las medidas de emergencia ni se saca su uniforme, como manda la Constitución.
› Por Georgina Higueras *
desde Islamabad
Sin importarle la opinión de la mayoría del pueblo paquistaní, el general Pervez Musharraf siguió ayer con su propia agenda política y nombró jefe del Gobierno interino a Mohamed Mian Somro, un amigo personal y hasta ahora presidente del Senado electo durante el régimen militar. “Es intolerable”, declaró la líder del Partido Popular de Pakistán (PPP), Benazir Bhutto, cuyo arresto domiciliario fue levantado en la noche del jueves.
Musharraf debe entrevistarse hoy con el secretario de Estado adjunto de Estados Unidos, John Negroponte, quien antes de aterrizar anoche en Islamabad declaró que confía en que el general vuelva a poner en marcha el proceso de democratización de Pakistán que “ha descarrilado”. Washington quiere que Musharraf levante inmediatamente el estado de excepción, libere a los presos políticos, se quite el uniforme militar y garantice la celebración de elecciones libres. La principal carta de Negroponte es la ayuda militar, unos 600 millones de dólares (420 millones de euros) para el año entrante. Pakistán, por colaborar en la llamada guerra contra el terrorismo, ha recibido desde el 11-S unos 11.000 millones de dólares, la mayoría en ayuda militar sobre la que no existe una contabilidad detallada y que en buena medida ha contribuido a los grandes beneficios de que disfruta el ejército paquistaní. El apoyo que aún tiene Musharraf entre los generales se desvanecería si Estados Unidos cierra el grifo.
Bhutto, que en cuanto finalizaron las restricciones impuestas a sus contactos convocó a la prensa en la casa de Lahore donde permaneció detenida tres días y quedó en libertad la noche del jueves, pidió a Washington que suspenda la ayuda. “No puede haber elecciones libres y limpias bajo el estado de excepción, ni con un presidente que es jefe del ejército ni tampoco con la actual comisión electoral”, declaró la ex primera ministra.
En estos últimos meses, Musharraf ha llenado la comisión electoral de funcionarios adeptos y corruptos que están preparando el triunfo de la Liga Musulmana de Pakistán-Q, el partido fundado en 2002 por el general para pasar de golpista –el golpe lo dio en 1999– a jefe de Estado. Toda la oposición rechaza que esa comisión electoral supervise las elecciones previstas para antes del 9 de enero. “Nuestro mensaje es que queremos trabajar con el gobierno y el pueblo y los actores políticos de Pakistán para devolver el proceso político a la normalidad lo antes posible”, dijo Negroponte antes de volar a Islamabad.
Bhutto, quien volvió ayer por la mañana a la capital paquistaní dijo que el nuevo gobierno “no es aceptable” y reclamó a Estados Unidos que condicione a Islamabad las ayudas económicas y militares al restablecimiento de la democracia en el país. “No aceptaremos este gobierno. Ha cometido traición al tomar juramento bajo el Ordenamiento Constitucional Provincial”, como se denomina a las medidas de excepción aplicadas por Musharraf. La dirigente habló por teléfono con el subsecretario de Estado norteamericano, John Negroponte, quien llegó ayer a Islamabad con el propósito de lograr que Musharraf elimine las medidas de excepción y el país retorne a la democracia. “La señal que debe ser dada es que las ayudas pueden ser bloqueadas”, declaró Bhutto, y consideró que “lo más importante es que Negroponte pueda imponer una situación por la cual Pakistán pueda retornar a la paz y la estabilidad”. Añadió que Pakistán “tiene necesidad de las ayudas, pero hasta ahora la gente no se ha beneficiado” y advirtió que “debemos pasar de la dictadura de Musharraf a la democracia”. Se trató del contacto de más alto nivel entre Washington y la oposición paquistaní desde que el 3 de noviembre Musharraf impuso el estado de sitio.
Después de ocho años de exilio para escapar a los cargos de corrupción que pesaban sobre ella, Bhutto volvió a Pakistán el 18 de octubre pasado tras el acuerdo alcanzado con Musharraf –orquestado por Estados Unidos, que necesitaba dar una imagen democrática del general– para compartir el poder. La imposición del estado de excepción rompió la colaboración entre ambos. Bhutto ha pedido la formación de un gobierno de unidad nacional que incluya a toda la oposición y que permita la celebración de elecciones limpias. La líder del PPP pretende que se reúnan la semana próxima para elaborar una estrategia común todos los dirigentes opositores, incluido su principal rival, el ex primer ministro Nawaz Sharif, que fue deportado a Arabia Saudita y volvió a Pakistán en septiembre pasado tras siete años de exilio.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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