EL MUNDO › ESCENARIO
› Por Santiago O’Donnell
Encontraron petróleo en Brasil y Lula no tardó en hacer su movida. Encontraron mucho petróleo. Los números, multiplicados por mil millones de barriles, son más o menos así: antes Brasil tenía siete. Ahora tiene entre doce y diecisiete. Hace seis meses, cuando llegó a los siete, Brasil anunció que se autoabastecía. O sea que le va a sobrar lo que acaba de encontrar, que algunos expertos calculan en diez, otros en ocho, otros en cinco. En todo caso es un montón de petróleo, el yacimiento más grande que se ha encontrado desde el 2000, cuando los cosacos encontraron doce en Kazakhstan. Pero los cinco a diez que encontró Brasil no lo ponen en las grandes ligas de los vendedores de petróleo. Arabia Saudita tiene doscientos cuarenta en reserva. El mundo consume nueve por año. O sea, el descubrimiento es muy importante para el desarrollo de Brasil pero no mueve el amperímetro del mercado mundial, a punto de alcanzar el histórico mojón de los 100 dólares por barril.
Tampoco cambia la relación de poder en la región, donde Venezuela y Bolivia siguen siendo los peso pesado entre los vendedores de energía. Los cinco a diez que encontró Brasil no se comparan con los ochenta que ya tiene Venezuela. Bolivia tiene una cantidad comparable a Venezuela, pero de gas que vale menos. Venezuela no gasta mucho porque tiene una economía chica. Bolivia, menos. Venden casi todo. En cambio, Brasil es un gran consumidor de petróleo y tiene muchos pobres y mucho país por desarrollar. De los diez, o cinco, habrá que ver cuánto se vende y cuánto se queda en Brasil.
Sudamérica básicamente se autoabastece de energía. O, más bien, exporta e importa más o menos la misma cantidad, que no es lo mismo porque algunos países compran y otros venden. Pero si fuera un bloque unido, digamos como Europa, Sudamérica se autoabastecería. Esto es, se autoabastecería en un mundo en guerra por el control de recursos energéticos cada vez más escasos. Chile compra, Ecuador vende, Paraguay compra pero vende algo de electricidad, Perú compra petróleo pero vende un poco de gas, Colombia también tiene algo de gas que le vende a Venezuela para pagar una porción del petróleo que le compra. Brasil siempre compró pero fue cortando la brecha, sobre todo después de quedar a la merced de la Opep durante la crisis del ’73. Ahí empezó con los biocombustibles. Después encontró petróleo y ya se autoabastece. Con lo que encontró va a seguir abasteciéndose, pero con más margen para desarrollarse, y venderá algunos barriles cuando necesite hacer caja. Argentina es al revés de Brasil. Antes se autoabastecía y le sobraban algunas reservas. Eso fue desde la época de Mosconi hasta, digamos, el menemismo. Ahora le queda algo de gas y petróleo, pero no le sobra nada y encima tiene que comprar.
El petróleo que encontró Brasil está en el medio del mar, debajo de una gran capa de sal. Es buen petróleo, bastante más liviano que el venezolano, por lo tanto más barato para destilar, por lo tanto más valioso. Pero no es fácil de extraer, aun para lo que suelen ser las extracciones. Va a llevar tiempo, dinero y esfuerzo. El pozo de exploración, nomás, costó 240 millones de dólares. Aun si todo sale bien, la canilla recién se abriría en el 2010 y habrá que esperar hasta el 2022 para que funcione a pleno, digamos un millón de barriles por día. O sea, el gobierno de Lula no verá los beneficios económicos del hallazgo, aunque sí obtendrá réditos políticos por haber aumentado el patrimonio que le tocó administrar.
“Es un descubrimiento importante porque aumenta la capacidad energética de la región y del país. Brasil ahora podrá acelerar su desarrollo y con resultados financieros bien aplicados podrá ampliar su capacidad productiva. La dependencia con el petróleo venezolana es pequeña o nula, pero habrá un cambio favorable en la relación porque será de total independencia. Parte de la demanda de gas boliviano desaparecerá, por lo que Bolivia deberá buscar otro mercado externo, pero Argentina y Chile pueden suplir esa demanda. Esto no va a beneficiar a Lula, sino a sucesor. La actuación de Lula ha sido desigual. Muy buena en política exterior y modesta en la política doméstica. En lo externo, pocos han presionado tanto por la integración regional. Ha sido muy paciente con Bolivia. La relación con Argentina es excelente y se va a fortalecer. Ningún país latinoamericano tiene destino histórico aislado y la unión empieza con Argentina y Brasil”, opina el reconocido sociólogo Helio Jaguaribe.
No es fácil sacar el petróleo que está enterrado bajo 6000 metros de agua y otros mil de roca y sal gruesa. Brasil lo puede hacer porque su empresa estatal, Petrobras, tiene la gente y los medios para hacerlo. Petrobras, que fue fundada en los ’50, es considerada por los expertos como una empresa de primer nivel mundial. Invierte mucho en desarrollo, exploración y tecnología. Hace muchos, muchos años, cuando América y Africa estaban unidos en un mismo continente, Brasil estaba pegado a Nigeria. Mucho tiempo después, en el mar frente a Nigeria se encontró mucho petróleo en un suelo muy parecido al que está debajo del mar brasilero. Por eso los brasileros buscaron ahí. Lo hicieron durante décadas, invirtieron fortunas. Los expertos también dicen que el suelo que está debajo del mar frente a la provincia de Buenos Aires se parece mucho al de Brasil y Nigeria. Argentina no tiene ni la plata ni los medios para buscar petróleo ahí. Hasta ahora Petrobras había puesto un poco de plata para buscar petróleo en el mar del sur, cerca de los yacimientos más conocidos, pero ahora tiene recursos para buscar en serio en la Argentina. Cristina y Lula ya hablaron de eso. Hoy en día integración significa integración energética.
Petrobras es un quizá la única petrolera del mundo que se creó antes y no después de haber encontrado petróleo. La Pdvsa venezolana, por citar el ejemplo contrario, recién se creó en los ’70, cuando las multinacionales ya se hacían una panzada con el crudo de ese país. Lo mismo había pasado con YPF en los años ’30. Como Petrobras no tenía petróleo, para capitalizarla el Estado brasilero le cedió el monopolio de la industria petroquímica y del transporte y distribución de los combustibles dentro del país. A eso le sumó el monopolio de las destilerías y las estaciones de servicio de biocombustible cuando empezó a producirlo en los ’70. Con eso financió su desarrollo y exploración.
Durante la primera mitad del siglo Argentina le llevaba una gran ventaja a Brasil en estos temas, así como también en el desarrollo de energía atómica. Pero después del segundo gobierno de Perón dejó de invertir. Algunos expertos sostienen que Perón no quería a YPF y que por eso cuando creó Gas del Estado y Agua y Energía del Estado, para que YPF no tenga el monopolio del negocio energético, como lo tiene Petrobras. En todo caso desde entonces empezó a decaer YPF. A partir de los ’60 cayeron las inversiones, crecieron las corruptelas y se multiplicaron los negociados. A veces se abría al capital extranjero, a veces se cerraba. Con cada crisis económica que debió bancar, YPF se fue vaciando. El golpe de gracia se lo dio Menem cuando le quitó los derechos de explotación al Estado para cederlos a la provincias en medio de su movida reeleccionista a mediados de los ’90, revirtiendo la nacionalización que Perón había logrado con mucho esfuerzo en la constitución del ’46. Acto seguido, Menem le vendió YPF a los españoles. Ahora las pequeñas provincias negocian sus concesiones con los tres o cuatro gigantes que controlan el negocio a nivel internacional, en una posición de debilidad evidente. A los gobernadores de las provincias petroleras durante el menemismo les fue bastante bien, hicieron caja, ganaron reconocimiento como buenos administradores a nivel nacional, pero a los pulpos extranjeros les fue mucho mejor. Al Estado argentino sólo le quedó la plataforma marítima, que es más cara, y por lo tanto más riesgosa, para explorar y eventualmente extraer lo encontrado. En Brasil, una agencia estatal, la Agencia Nacional del Petróleo, administra todas las áreas de explotación petrolera.
“Yo creo que Brasil va a mirar para adentro. La exportación petrolera va a ser de excedentes, no mucho. Van a hacer un planteo de crecimiento socioeconómico hacia el interior, como hizo Argentina con YPF. Con la renta petrolera se hicieron los caminos, las represas, los oleoductos. Argentina empezó a exportar con Menem. Antes estaba prohibido. Cuando empezó a exportar se acabó el desarrollo argentino. No hubo más represas ni caminos ni ferrocarriles. Desapareció la inversión y desaparecieron pueblos enteros. La renta se la quedaron las multinacionales”, analiza Gustavo Calleja, vicepresidente del grupo Moreno y director del Instituto de la Energía de la Fundación Illia.
Brasil es dueño del 65 por ciento del petróleo que acaba de encontrar. Sus socios británicos de BP Group tienen un 25 por ciento y sus socios portugueses de Galp Energía otro diez por ciento. El estado argentino, a través de su nueva empresa estatal, Enarsa, también tiene algunos contratos firmados con firmas extranjeras para explorar el mar. Pero de lo que pueda encontrarse a Enarsa sólo le queda el once por ciento. Enarsa no es Petrobras. No tiene expertos ni desarrollando tecnología, ni cuadros en formación ni fierros para perforar plataformas marinas. Tiene oficinas, empleados, papeles y no mucho más. Hace lo que puede. Explora la franja del Orinoco en un joint-venture con Venezuela y dicen que hace poco encontraron gas, que hay un anuncio en ciernes. De ser así, desde el punto de vista monetario, quizá valió la pena que Enarsa alquilara aviones privados para pasear a los directivos de la petrolera venezolana entre el Caribe y el Río de la Plata. Y también ese aventón al valijero que vive en Miami.
Pdvsa es toda venezolana. Tiene sentido que sea toda venezolana, porque es una empresa que nada en petróleo y por lo tanto accede a financiamiento ilimitado. Arabia Saudita hace lo mismo, Rusia y Kuwait también. En cambio Petrobras es de capitales mixtos desde que Fernando Henrique Cardozo puso en venta el 40 por ciento del paquete en medio de la fiebre privatista de los noventa. Ahora Petrobras cotiza en San Pablo y Nueva York. El debate sobre la preferencias por empresas mixtas o de capital nacional no empezó ayer. En la Argentina se viene dando desde los tiempos de Alfredo Palacios e Hipólito Yrigoyen. Lo que nadie quería entonces, ni quiere ahora, es que la empresa petrolera sea totalmente extranjera. Pero Menem lo hizo. Los que defienden el modelo mixto dicen que el aporte cash extranjero es fundamental. Y que nunca está de más que la empresa presente balances públicos y rinda cuentas ante sus accionistas. El modelo nacional tiene otras ventajas. En la última cumbre Chávez chicaneó a Lula preguntándole si ahora que tenía petróleo iba acompañar la política venezolana de subsidiar a países pobres y ayudar a vecinos en apuros. Está claro que Lula no podrá hacer mucho. Sus accionistas quieren otra cosa. Quieren ganancias, obvio, y desarrollo y exploración. Los papeles de Petrobras se dispararon un 26 por ciento después del gran descubrimiento de principios de mes. Wall Street vota con el bolsillo. San Pablo también.
“El petróleo necesita mucho capital. Si tenés mucho petróleo cualquier banco te presta, pero si no tenés que conseguirlo de alguna manera. Cuando Petrobras decide entrar en la bolsa, logra capitales que hacen falta para hacer estas exploraciones Compartir riesgos es lo que se hace en petróleo. Cuando tenés capacidad de capital conseguís tecnología. Cuando se creó YPF Palacios y los socialistas la querían hacer mixta, pero en el ‘22 los radicales doblaron la apuesta y la hicieron ciento por ciento nacional”, explica Víctor Bronstein, profesor de Petróleo, Civilización y Poder en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y director del Centro de Estudio de Energía, Política y Sociedad.
Apenas descubrió el petróleo, Lula hizo su movida. Fueron dos maniobras: una para afuera de la región, otra para adentro. Para afuera, suspendió inmediatamente las licitaciones de las áreas cercanas a la del descubrimiento. Claro, no va a regalar petróleo que ya fue encontrado. En todo caso se verá qué hace más adelante. Fue un aviso a los pulpos extranjeros: dejame pensar un poco, puede ser que ya no te necesite. El otro mensaje, para adentro de la región: suspendió un proyecto de exploración conjunta con Pdvsa en la Franja del Orinoco. Algún medio dijo que también se bajó del megaproyecto del Gasoducto del Sur, pero al menos en lo formal, aún no ha sucedido, quizá porque el megaproyecto nunca terminó de arrancar. Cuestión que Brasil ya no busca en Venezuela. Busca en Brasil. Podrá buscar en la Argentina, si le conviene, o hacer otra cosa, pero ya no necesita a Venezuela para estar tranquilo. Ese fue el mensaje.
Brasil no nada en crudo, pero ahora tiene. Antes tenía apenas, antes nada. Ahora tiene. Justo cuando más vale, porque se acaba.
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