EL MUNDO › EL DICTADOR DE PAKISTAN PREPARA EL TERRENO PARA LAS ELECCIONES
› Por Omar Waraich *
desde Islamabad
El líder militar de Pakistán, general Pervez Musharraf, puso fin ayer a lo que se llamó el striptease más largo de la historia, cuando finalmente se sacó su uniforme caqui y renunció como jefe del ejército. Hoy, el hombre que tomó el poder en un golpe militar incruento en 1999 jurará como un presidente civil por el término de otros cinco años. Sacarse el uniforme fue una concesión a la presión internacional y nacional y recibió el elogio de la Casa Blanca, pero todavía sigue bajo presión para levantar el estado de emergencia, que ya lleva casi cuatro semanas, antes de las elecciones de enero.
Apareció con los ojos llenos de lágrimas en la gran ceremonia militar donde, acompañado por una banda que tocaba “Auld Lang Syne” (Por los viejos tiempos), le pasó el bastón dorado a su sucesor, general Ashfaq Kiyani, y le dijo adiós al ejército entre cuyos rangos había pasado el último medio siglo. “El ejército es mi vida. Amo al ejército”, dijo el general Musharraf, con su voz quebrada por la emoción. “El sistema continúa, la gente va y viene, todos se deben ir, todo lo bueno llega a su fin, todo es mortal.”
El paso se dio después de una sostenida campaña de los opositores políticos y de sus patrocinadores en Washington, quienes han estado instando su transición al gobierno civil. Renegó promesas hechas de renunciar como jefe del ejército, habiendo prometido hacerlo en 2004 a cambio del apoyo parlamentario de partidos religiosos. Al ceder finalmente a su puesto en la institución que garantizaba su poder, los analistas dicen que estaba en una posición más inestable. “Lo ha hecho a regañadientes”, dijo Talat Masood, un general retirado convertido en un militar liberal y analista político. “Si fuera por él, se hubiera quedado. Se ha debilitado en los últimos meses, y esto lo debilitará aún más.”
El general Musharraf insiste en que mantendrá el apoyo de las fuerzas armadas después de su retiro. El mes pasado, promocionó a varios generales leales a posiciones claves. Como presidente, gozará de la lealtad de la poderosa agencia de inteligencia militar, la ISI, presidida por el general Nadeem Taj. Su sucesor, el general Kiyani, es el ex presidente del ISI y no tiene obvias ambiciones políticas. El entusiasta golfista y fumador empedernido de 55 años goza del respeto de Washington y el de la ex primera ministra, Benazir Bhutto. El general Kiyani fue su vicesecretario militar durante su primer gobierno y, más recientemente, fue el enviado de Musharraf para negociar con Estados Unidos y Bhutto un futuro gobierno compartido en el que esta última sería primera ministra.
Muchos observadores creen que el general Kiyani tratará de poner distancia entre el fuerte ejército de 500.000 hombres y la política y adoptará una ligera diferencia en el enfoque a la “guerra contra el terror”. Recientemente, los militantes pro-talibán han obtenido ganancias significativas en el cinturón tribal a lo largo de la frontera con Afganistán y en el valle Swat de la frontera del noroeste. Bhutto recibió con beneplácito la decisión del general Musharraf, pero dijo que no estaba todavía preparada para aceptarlo como jefe de Estado. Otros miembros de la oposición dijeron que el paso no era más que un cambio elegante.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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