De vuelta en Francia, el presidente reconoció que los violentos choques entre los jóvenes de los suburbios y los uniformados fueron “mal gestionados” por la cartera de Interior.
› Por Eduardo Febbro
desde París
Al comienzo de la gran noche, sólo un puñado de tachos de basura había sido incendiado en Villiers-Le-Bel, la localidad del norte de París escenario de vivos enfrentamientos entre jóvenes y fuerzas del orden. La violencia se instaló durante tres días consecutivos luego de que una moto con dos adolescentes chocara con un patrullero en un contexto que aún no ha sido esclarecido del todo. Los dos muchachos, Moshin, de 15 años, y Lakami, 16, perdieron la vida en el accidente. Los ánimos empezaron a apaciguarse el martes por la noche gracias a la presencia de un dispositivo de seguridad poco habitual para una ciudad de 27 mil habitantes. Mil efectivos policiales fueron desplegados y ello contribuyó a que reinara una calma precaria. Ausente durante la crisis debido a su visita oficial a China, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, asumió ayer la gestión de una crisis que el mismo mandatario juzgó como “mal gestionada” por la ministra de Interior y la secretaria de Estado encargada de los asuntos de la ciudad.
Apenas llegar de Pekín, Sarkozy fue al hospital adonde están internados los policías y bomberos heridos durante los disturbios y luego recibió a los familiares de los dos adolescentes muertos. Ante los policías en el hospital, Sarkozy prometió castigo para quienes habían abierto fuego contra los funcionarios. Según el mandatario, serán juzgados “por intento de asesinato”. A este respecto, los testimonios de los policías enviados al lugar el domingo por la noche –día del choque entre el patrullero y la moto– son la imagen de lo que la prensa pudo comprobar visitando la localidad de Villiers-Le-Bel: un tiroteo a mansalva. Noventa y nueve por ciento de los policías heridos fueron alcanzados por disparos, un hecho que, a esa escala, es único en este tipo de incidente. “Teníamos el sentimiento de que venían a matar. Nos disparaban sistemáticamente”, contó ayer un policía. Los dirigentes sindicales que se entrevistaron con la ministra de Interior admitieron que los policías enviados al suburbio “habían tenido miedo”. Resulta obvio hoy que el dispositivo pensado para la intervención no fue el adecuado para contrarrestar la cólera que el accidente suscitó entre los vecinos. Lo cierto es que la ministra de Interior precisó que los mil hombres suplementarios estacionados en Villiers-Le-Bel permanecerían en ese puesto hasta que fuera necesario.
Sarkozy también se reunió con los familiares de los dos adolescentes fallecidos, a quienes les prometió que se haría todo lo necesario para que se conozcan de una vez las circunstancias precisas del accidente. Por la noche, la Justicia confirmó lo que había anunciado el mandatario: el inicio de una investigación específica por “homicidio involuntario”. Existen, hasta hoy, dos versiones: una, la de los testigos y vecinos, alega que el patrullero embistió a propósito la moto de los adolescentes, que los policías huyeron sin prestar socorro alguno y que los bomberos tardaron en llegar. Dos, la de la policía, que sostiene lo contrario: el patrullero circulaba a 40, 50 kilómetros por hora, los policías no huyeron, los bomberos llegaron inmediatamente y hubo que evacuar el lugar por la tensión que reinaba, reflejada en los maltratos que, según la policía, recibió el patrullero luego del incidente.
Fuentes policiales alegan que los vecinos terminaron de destruir el patrullero y, por consiguiente, su estado no es producto de la colisión sino de terceros. Este último detalle no coincide sin embargo con un video amateur difundido ayer y que contradice esa parte de la versión policial. El video habría sido filmado desde las cinco y quince de la tarde. En la película se ve el patrullero en el mismo estado en que fue fotografiado por la prensa horas después. También se percibe a los bomberos atendiendo a las víctimas y a varios policías a su alrededor. No se notan manifestaciones de violencia contra las fuerzas del orden. Para los allegados de las familias de los dos adolescentes, el video prueba dos cosas: que el coche no fue dañado por los jóvenes antes de la llegada de la policía ya que su estado es igual al que mostraron luego las televisiones: dos, que la magnitud de las abolladuras indica que, contrariamente a lo que sostiene el organismo de control de la policía, IGPN, el vehículo no viajaba a 40 o 50 kilómetros por hora. Esa es la verdad que Nicolas Sarkozy prometió establecer.
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