Dom 16.12.2007

EL MUNDO  › ESCENARIO

El traidor

› Por Santiago O’Donnell

Raúl Isaías Baduel despierta sentimientos fuertes en Venezuela. Según a quién se le pregunte, es el salvador de la patria o enemigo público número uno. Algunos quieren llevarlo a la presidencia, otros al paredón.

Héroe o traidor, o las dos cosas al mismo tiempo, Baduel nació en el estado de Guárico en 1955. Se recibió de teniente en la Academia Militar en 1976. Seis años más tarde fundó, junto al actual presidente Hugo Chávez y otros dos militares, el Movimiento Revolucionario Bolivariano 200, germen del Movimiento Quinta República, con el que Chávez más adelante alcanzaría la presidencia.

En 1992 Baduel tomó distancia de sus compañeros bolivarianos al negarse a ser parte del fallido golpe de Estado que Chávez encabezó en contra del gobierno de Carlos Andrés Pérez. Chávez llegó a la presidencia por votación en 1998 y, tras asumir, ascendió a Baduel al cargo de comandante de tropas del destacamento de Zulia, el más importante del país. Desde allí, Baduel encabezó en el 2002 la llamada Operación Rescate de la Dignidad, por la cual Chávez fue restituido en el poder tras otro frustrado golpe militar, pero esta vez en contra del líder bolivariano. Chávez pagó con creces esa muestra de lealtad. En el 2004 nombró a Baduel comandante general del ejército venezolano y en el 2006 lo ascendió a ministro de Defensa, cargo que ocupó hasta julio de este año, cuando fue pasado a retiro con todos los honores en una ceremonia televisada en cadena nacional.

Cuatro meses más tarde Baduel causó una conmoción cuando llamó a votar por el No en el referéndum chavista para reformar la Constitución, diciendo que su aprobación equivaldría a un golpe de Estado. Chávez lo llamó traidor. Dos días antes del voto Baduel publicó un editorial en el New York Times, explicando sus razones. En el día de la votación, en el único episodio de violencia que se registró en todo el país, un supuesto militante chavista embistió su auto. Según Baduel, sus simpatizantes formaron un escudo humano alrededor suyo y el militante huyó con un arma en la mano.

En la noche del triunfo del No, los líderes opositores destacaron a Baduel como uno de los principales artífices del triunfo. Dos días más tarde, en conferencia de prensa delante de la cúpula militar, Chávez dijo que Baduel había sido comprado por el imperio porque tenía demasiado ego. Durante la semana del referéndum Página/12 intentó sin suerte entrevistarlo en Venezuela, pero el martes pasado, mientras Chávez viajaba a Buenos Aires para asistir a la asunción de Cristina Kirchner, la asesora de prensa del ex general mandó un mail para avisar que Baduel había encontrado un lugar en su agenda para realizar una entrevista telefónica.

Con hablar pausado y tono marcial Baduel dejó en claro que se siente llamado a protagonizar un cambio en la política venezolana. Cuando se le preguntó si

podía mirar a Chávez a los ojos,

Baduel no dijo que sí.

–¿Qué conclusiones sacó del referéndum?

–El día previo a la elección, sostuvimos que independientemente de los resultados se abría una nueva dinámica política favorable, y que el voto iba a dejar grandes lecciones. En principio tenemos que decir que ganaron la democracia y el civismo. No puede ser que alguien pretenda capitalizar estos resultados. Está en juego el futuro de nuestra nación, de nuestros hijos. Y el evento comicial dejó una gran lección. Se validó la importancia de la Carta Magna, no con una visión fetichista, sino como pacto social de todos los ciudadanos. La Carta Magna de 1999, aunque mejorable en un sentido progresivo, da una amplísima garantía de derecho, con una visión de avanzada. Otra lección que se ratifica en este evento comicial es que hace que nos reconozcamos todos, que reconozcamos que los pobres existen y tienen derechos, excluidos de siempre tienen derechos y que en esa situación de exclusión todos tenemos cuota de responsabilidad. Tenemos que tener la disposición cierta a dar nuestro aporte para revertir esa situación de pobreza en la que está sumida gran parte de la población venezolana.

–¿Qué va a hacer ahora? ¿Piensa fundar un partido político?

–Yo digo que debemos centrar todos nuestros esfuerzos en el interés nacional, porque no es momento de detenerse en individualidades o aspiraciones personales. Yo tengo una profunda convicción cristiana y todos los días en mi oración pido al Señor humildad, paciencia y sabiduría para ser el instrumento apropiado de sus designios. Voy a seguir haciendo aportes desde el espacio de la ciudadanía. Reconozco que mis opiniones coinciden con las de amplios sectores de la sociedad, pero no soy vocero de ningún sector, mucho menos de las fuerzas armadas.

–¿El día del referéndum habló con algún jefe militar en actividad?

–Yo he mantenido distancia prudencial de las fuerzas armadas, institución por la que siento un respeto reverencial. Debemos desterrar del seno de nuestras sociedades, tanto en América del Sur como en el Caribe, la tradición de hacer que las fuerzas armadas ocupen el rol de actor y árbitro de la contienda política.

–¿Pero habló o no habló ese día con los militares?

–He mantenido una distancia prudencial. Mediante misivas contacté a algunos sectores y a la presidenta del consejo nacional electoral, como ciudadano, también como militar retirado que ha ocupado los más altos cargos de mando, para pedir que a una hora prudencial, cuando el sistema electoral ya tenga suficiente data transmitida y escrutada como para marcar una tendencia prácticamente irreversible, que se convocara a ambos sectores para aceptar el resultado porque no se puede tener en vilo la tranquilidad, seguridad y estabilidad del país.

–¿Sus discrepancias con Chávez empezaron cuando él lo pasó a retiro, o venían de antes?

–Siempre procuré exponer ante mis superiores lo que creía que era pertinente, aun cuando sabía que mi opinión era minoritaria, basándome únicamente en los intereses de la nación. Siempre manifesté mi posición a través de canales regulares y de manera respetuosa. El 18 de julio, cuando hice entrega al ministro de Defensa de mis signos y uniforme de soldado, en el patio de la Academia Militar de Venezuela, manifesté mis opiniones en un acto transmitido por cadena nacional. Dije que ante la convocatoria del señor presidente a inventar el socialismo del siglo XXI debíamos construir un modelo teórico o político no de una manera caótica, sino con los instrumentos de la ciencia, con orden, con método. Dije que un régimen de producción socialista no es incompatible con un sistema profundamente democrático, con sus respectivos contrapesos y división de poderes. Dije también que debíamos apartarnos de la ortodoxia marxista que considera que la separación de poderes es sólo un instrumento de dominación burguesa. Usando el modelo soviético como referencia, dije que no podemos copiar modelos que han sido ineficientes y que han fracasado.

–Después del No a Chávez usted propuso su propia reforma constitucional.

–Estoy proponiendo al país que se invoque el poder originario del pueblo para manifestarse a través de una asamblea constituyente. La reconciliación que se ha planteado no puede decretarse, debe construirse. Para eso todos los sectores deben sentarse a la mesa para acordar qué es lo más apropiado para nuestra nación. Hay que blindar la democracia para que nuestros valores se mantengan incólumes y se perfeccionen los espacios de participación. Mi aporte sería proponer una revisión profunda del funcionamiento del Estado para hacerlo más operante y menos ineficiente.

–La historia la escriben los ganadores y por ahora sigue ganando el chavismo. ¿Le preocupa quedar en la historia como el traidor que le abrió la puerta a la derecha?

–Tengo miedo a tener miedo. No quiero hacer alarde de guapo, pero quien me conoce sabe que cuando a Raúl Baduel le ha correspondido hacer acopio de valor, así lo he hecho. Yo defendí la Constitución y las leyes junto al pueblo venezolano. En el 2002, no niego que en las motivaciones ocuparon un espacio el afecto por un dilecto y entrañable compañero de viajes y amigo del alma. Pero mis padres me enseñaron y en la escuela militar me reafirmaron que por encima de los afectos están el deber y el estricto apego a las leyes. Lo más importante es estar tranquilo con la conciencia y yo puedo mirar con tranquilidad la cara de mis hijos y los hijos de mis hijos.

–¿A Chávez también puede mirarlo a los ojos?

–Yo puedo mirar con tranquilidad de conciencia a todos los venezolanos. No me siento aludido en absoluto, ni quiero caer en un concurso de agravios e improperios. Aquí hubo un acto bochornoso la semana pasada en el Poliedro de Caracas (una especie de Luna Park) cuando ante la presencia del señor presidente, sin que él haga nada por callarlos, sus seguidores gritaron “Baduel traidor, le sale paredón”. Podría interpretarse como un juicio sumarísimo. Pero, como le dije, debemos tener miedo a tener miedo. Yo me encomiendo a Dios y agradezco las múltiples manifestaciones de cariño que he recibido de muchos venezolanos.

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