EL MUNDO
› TERMINO AYER LA CUMBRE DE LA TIERRA EN SUDAFRICA
Un final de gritos e insultos
Luego de los pocos resultados conseguidos en materia de cuidado del medio ambiente y ayuda a los países pobres, la cumbre de Johannesburgo terminó con un coro de abucheos contra EE.UU.
Ayer el presidente sudafricano Thabo Mbeki dio por finalizada la Cumbre para el Desarrollo Sustentable, la llamada Cumbre de la Tierra, que duró nueve días y recibió a cerca de 100 jefes de Estado de todo el mundo. Y menos mal que la dio por finalizada. Si el objetivo era sentar las bases para un mayor cuidado del planeta y un sistema eficaz de ayuda de los países ricos hacia los pobres, el Plan de Acción acordado apenas hace mención a un par de medidas, y de modo no vinculante. Si otro de los propósitos era que los principales líderes del mundo dialogaran sobre estos temas, sólo se recogieron insultos y recriminaciones. El capítulo final de la larga serie de disputas fue, ayer, el largo abucheo que recibió el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, mientras pronunciaba su discurso.
El clima antinorteamericano fue tan palpable antes, durante y después de la cumbre que el gobierno sudafricano, encargado como anfitrión del orden de los oradores, puso a Powell a propósito después del “canciller” palestino, Faruk Kaddoumi, que recibió una ovación mientras hablaba de “los actos de terrorismo israelíes apoyados por Estados Unidos”. Con el ambiente caldeado, Powell pudo comenzar a duras penas su discurso. En la parte central de su intervención, se sumó a las críticas que el premier británico Tony Blair había hecho el lunes a la expulsión de blancos de Zimbabwe –por las que Blair se ganó duras palabras de varios líderes africanos– y allí comenzaron los abucheos.
Luego, el funcionario norteamericano defendió la posición de su país respecto a obstaculizar acuerdos centrales en esta cumbre diciendo que los tratados sobre cambios climáticos son demasiado costosos en su aplicación para Estados Unidos. “Los planes son buenos, pero las acciones concretas son más importantes para conseguir agua potable, prevenir la transmisión del SIDA mortal de madres a hijos y preservar la biodiversidad del frágil ecosistema africano”, declaró. El ruido de la audiencia, una vez más, le impidió continuar. Luego de la accidentada intervención, el vocero del Departamento de Estado, Richard Boucher, dijo que Powell le confió que “este tipo de cosas suelen ocurrir en estas cumbres”.
Lo cierto es que lo que ocurrió en esta cumbre fue un rosario de críticas y recriminaciones, sobre todo del lado de los países menos desarrollados. A las críticas de los líderes africanos y de otros como el presidente brasileño Fernando Cardoso, ayer se sumó el venezolano Hugo Chávez. “Este tipo de cumbres no funcionan. Fue un diálogo de sordos”, señaló. “Los países ricos quieren nuestro oxígeno y nosotros queremos plata”, se quejó el presidente ecuatoriano Alvaro Noboa. Hasta el presidente de Costa Rica, Abel Pacheco, acusó a la comisaria de la ONU para Derechos Humanos, Mary Robinson, de tratarlo como el líder de una república bananera al visitarlo en su propio hotel para presionarlo a firmar una enmienda a la declaración final de la cumbre.
Mientras los líderes de la Unión Europea se quejaban, también, por la falta de avances en lo que hace al recambio de las fuentes de energía globales (de recursos no renovables como el petróleo a otros renovables), debido a la presión norteamericana, los funcionarios de la ONU, comenzando por su secretario general, Kofi Annan, se mostraron sorprendidos por el enojo generalizado en la cumbre. “Johannesburgo es parte de un proceso. Estamos creando un marco para el desarrollo sustentable. No se conseguirá de un día para el otro”, dijo. Por su parte, Mbeki cerró la cumbre diciendo que “era obvio que los resultados de la cumbre no iban a satisfacer a todos”.
Las dos cuestiones fundamentales del Plan de Acción de Johannesburgo son la promesa europea de destinar 1400 millones de euros para agua y saneamiento en Africa y Europa del Este y el compromiso de Rusia y Canadá de ratificar el Protocolo de Kyoto sobre el recalentamiento global. Pero sobre ninguna de las dos hubo un compromiso concreto de cuándo se producirán.