Sáb 19.01.2002

EL MUNDO  › CERCO ISRAELI Y PROTESTAS PALESTINAS EN CISJORDANIA

La guerra dentro de la guerra

Israel cercaba ayer las oficinas del líder palestino Yasser Arafat en represalia por los seis asesinatos de civiles del jueves. También las cercaban los palestinos, en protesta por un arresto clave.

Por Graham Usher *
Desde Ramalá

Israel endureció ayer la presión sobre Yasser Arafat al intensificar los ataques contra lo que queda de su autoridad. Israel dijo que estaba “enseñando a la Autoridad Palestina una lección que nunca olvidará” en reprealia por un ataque palestino armado contra una fiesta de bar-mitzvah en la noche del jueves que mató a seis israelíes e hirió a decenas en la localidad de Hadera, en el norte de Israel.
La primera lección llegó ayer temprano, cuando los misiles disparados desde un cazabombardero F-16 redujeron a escombros la sede central de la policía palestina en la ciudad cisjordana de Tulkarem. Un policía fue muerto y 40 resultaron heridos. Tulkarem fue atacada por ser una plaza fuerte de las Brigadas Al-Aqsa, la milicia de base vinculada al movimiento Fatah de Arafat que reivindicó su autoría del ataque de Hadera. En la ciudad cisjordana de Ramalá, donde Arafat ha estado confinado durante más de un mes por un bloqueo israelí, tanques y blindados se desplegaron a 30 metros de las oficinas presidenciales. El ejército también reocupó los principales accesos a la ciudad desde el norte y el este, en lo que denominó un “cerco reforzado”.
“Arafat no evita que sus militantes de Fatah y las organizaciones terroristas consumen sus ataques. De modo que he ordenado el cerco y cierre de las ciudades palestinas”, explicó el ministro israelí de Defensa, Benjamin Ben-Eliezer. Arafat adoptó ayer precauciones de seguridad extraordinarias, realizando sus plegarias del viernes en su oficina en lugar de hacerlo en una mezquita en su complejo de oficinas. Caminar hacia la mezquita hubiera implicado atravesar un patio descubierto y Arafat no quería estar expuesto a los ojos de Israel, dijeron fuentes de seguridad palestinas que hablaron bajo condición de anonimato.
Unos 4000 palestinos marcharon hacia las oficinas de Arafat para protestar contra las incursiones israelíes y exigir la liberación de militantes palestinos en manos de la policía palestina, incluyendo a Ahmed Saadat, que está acusado de orquestar el asesinato del ministro de Turismo israelí Rahavam Zeevi en octubre último. “Autoridad palestina, traidores, liberen a los prisioneros políticos”, cantaba la multitud. Unos 200 manifestantes se desprendieron del resto para tirar piedras contra los tanques israelíes estacionados en torno de la oficina de Arafat. Las tropas dispararon gas lacrimógeno, balas de goma y fuego real. Tres palestinos fueron heridos, uno de ellos seriamente, por el fuego real, y cinco fueron impactados por las balas de goma. En total, unos 20 tanques israelíes tomaron posiciones en varios barrios de Ramalá, y los soldados allanaron la casa del jefe de inteligencia palestino en Cisjordania Tawfik Tirawi, quien no se encontraba allí en ese momento.
El enviado estadounidense An-thony Zinni era esperado en la región esta semana, pero su viaje fue demorado en razón de la violencia. “Llamamos a Estados Unidos a intervenir antes de que la situación explote, y advertimos al gobierno israelí que no cruce la línea roja del asesinato y la incursión”, dijo Nabil Abu Rudeineh, un portavoz de la Autoridad Palestina. Pero los norteamericanos parecen haber perdido la paciencia con el líder palestino. Al condenar los “asesinatos terroristas” en Hadara, el secretario de Estado Colin Powell dijo que “esta violencia sin sentido no hace más que destruir vidas inocentes, no lleva a ninguna parte y nos impide buscar un camino hacia adelante”. El presidente George W. Bush también sostuvo que Arafat debía hacer más para combatir al terrorismo.
Los palestinos creen que la próxima movida del ejército israelí va a ser el despliegue de un anillo armado en torno de las oficinas de Arafat en Ramalá, cortando sus contactos no sólo con el mundo exterior sino con su propia población. “En ese momento, él no será sólo un prisionero entre nosotros sino en una prisión lejos de nosotros”, dijo Abu Leila, un líderlocal de la fracción Frente Democrático para la Liberación de Palestina de la OLP.
Se cree que el primer ministro israelí Ariel Sharon ya no tiene esperanzas de ninguna clase en la posibilidad de que Arafat tenga algún control sobre milicias tales como las Brigadas Al-Aqsa. También se cree que Sharon quiere que Arafat se empequeñezca hasta que se vuelva tan irrelevante para su pueblo como ya lo es para él.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.

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