La ex rehén de las FARC Consuelo González de Perdomo habla sobre los años que estuvo en la selva. Dijo que Ingrid Betancourt la tranquilizaba.
› Por Francisco Peregil *
desde Pitalito
Consuelo González de Perdomo pisó el viernes su casa por primera vez en seis años y cuatro meses. Una casa colonial de techos enormes y patio con porche cuajado de plantas en Pitalito, un pueblo cafetero de 120.000 habitantes. “Era la casa de los abuelos de mi esposo.” El sábado visitó la tumba de su marido, quien falleció en 2003, durante su cautiverio. Por el patio corretea ahora una nieta rubia que nació mientras ella estaba en la selva.
Consuelo llegó en un avión fletado por el gobierno. De no ser así, habría tenido que viajar 45 minutos en una nave desde Bogotá a Neiva y desde allí más de tres horas en auto hacia Pitalito. Fue en esa carretera donde la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) la secuestraron justo un día antes de fue fuesen derribadas las Torres Gemelas, el 10 de septiembre de 2001. “Aún no me atrevo a pasar por ese sitio. He de volver a la normalidad poquito a poco.”
–Extrañó que usted no llorase en Caracas. Pero en cuanto pisó Pitalito se echó a llorar. ¿Qué se le pasó por la mente en uno y otro momento?
–No sé cómo definir esos sentimientos. Sentí una alegría inmensa de volver a estar con mi mamá, con mis hermanas. Pero sentí también una tristeza inmensa por mis compañeras. Porque pensé que salíamos todos. Pensé que llegamos a Pitalito y los otros dos militares venían conmigo. Por eso pedí que me acompañaran en el carro con la mamá de ellos. Pensé que la vida tiene que darles esa oportunidad. Con uno compartí tres años y con otro seis. Ahora voy a compartir con sus familiares días enteros para contarles qué piensan ellos, cuáles son sus sueños...
–¿Quiénes fueron sus amigos durante el cautiverio?
–Con quienes más compartía era con el doctor Alan Jara y el capitán William Donato. El coronel Mendienta también colaboró mucho con sus voces de ánimo. Los vi por última vez el 20 de diciembre. Ya se podrán imaginar la alegría, pero también la tristeza que sentimos. William tiene una afección renal. Va a cumplir 10 años de secuestrado. Se le inflaman los tobillos, los pies, a veces sufre de una alergia que no se sabe qué le provoca.
–Su aspecto es bueno. ¿Le dieron mejor comida antes de liberarla?
–Tengo desnutrición, falta de calcio y un problema de tiroides que no tenía. Pero por lo demás estoy bien. Nos enteramos del gesto de las FARC en un comunicado el 17 de diciembre por la radio. Pero la guerrilla no nos lo notificó hasta el 20. A partir de ahí no hicimos sino caminar. Nunca fuimos tratados especialmente. Soy hipertensa, pero a veces sin síntoma. Tuve el medicamento por períodos. Tenía precauciones para no abusar de las harinas, en hacer mi caminata diaria de más de una hora. La angustia era permanente, pero los compañeros me decían que no me entristeciera porque se me elevaba la tensión.
–¿Llegó a mantener cierto grado de conversación o debate con miembros de la guerrilla?
–Cuando podíamos medio conversar con ellos, aprovechaba la oportunidad para preguntarles por qué habían ingresado al abismo y la respuesta era casi general: o porque habían sufrido la pérdida de un ser querido o porque no habían podido estudiar o porque la guerrilla era la solución a sus problemas. Lo que sí es cierto es que desde el guerrillero raso hasta el más representativo está en la tarea de capacitarse, de estudiar su plataforma política. Quieren un compromiso profundo.
–¿Cree que están convencidos de llegar al poder?
–Los que me vigilaban, sí.
–¿Ha sufrido pesadillas?
–En ningún momento. Estando secuestrada soñaba al principio que las FARC me daban un permiso para visitar a mi familia y que regresaba. Y luego me soñaba libre.
–¿Peligró su vida?
–Una vez sentimos el vuelo de aviones de las fuerzas del Estado. Sobrevolaban insistentemente. Nos angustió tanto a todos que pensamos que era el último momento de vida. La guerrilla nos sacó de aquel sitio.
–¿Cuál ha sido el trato más vejatorio que ha presenciado?
–No fue conmigo. Pero el hecho de encadenar a los compañeros me parece degradante, humillante. Ultimamente estaban encadenando también a los civiles. A algunos, durante la noche.
–¿Sabe algo de Ingrid Betancourt?
–Hace tres años que no la veo. No sé cuál será su estado de ánimo. A medida que pasan los días se asumen actitudes diferentes. El año que estuve cerca de ella estaba también muy delgada, pero con ánimo. Cuando me veía triste, era Ingrid la que me decía tranquila, que de aquí vamos a salir. Ahora no sé.
–Usted reprocha a Uribe la opción del rescate militar de secuestrados. ¿Ha logrado convencerlo durante las tres horas que estuvo reunida con él?
–El presidente se ha comprometido a trabajar intensamente por el acuerdo humanitario. Le dije que era una carrera contra el reloj, contra la muerte. La situación es tan difícil que si no hacemos algo rápidamente, difícilmente podrán resistir.
–Usted era congresista liberal antes del secuestro. ¿Piensa continuar en política? ¿Uribe le ha ofrecido algún puesto?
–No creo que el presidente me ofrezca cargos. La tarea que tengo por la búsqueda del intercambio es la que emprenderé. Si sigo en política más adelante deberé decidirlo con mis hijas.
–¿Por qué no quiso asistir al congreso de víctimas contra el terrorismo en España?
–Porque tenía que visitar a mi mamá y venir a mi pueblo.
–¿Qué sentimientos le inspiran las FARC?
–Compasión, porque aun así ellos creen que están luchando por algo válido. Yo considero que los mecanismos que utilizan son equivocados y no guardan coherencia. El secuestro afecta la integridad humana.
–A Chávez se le agradece las gestiones para su liberación. También le critican las declaraciones sobre las FARC. ¿Qué piensa usted al respecto?
–Las FARC, en su comunicado, dijeron que nos liberan en desagravio a Chávez. Y también es verdad que Chávez ha declarado que las FARC están equivocadas en los secuestros. Estoy segura de que cualquier manifestación que hace Chávez lo hace pensando en la liberación de los secuestrados. No veo que estas discusiones entre Uribe y Chávez vayan a afectar la tarea que pueda hacer Chávez por los secuestrados.
–¿Qué piensa de la gestión de Uribe?
–Ha logrado resultados en seguridad, pero esa fortaleza le da autoridad para que tome la decisión de lograr el intercambio humanitario.
–¿Conoció a algún dirigente de las FARC?
–Hace cuatro años el Mono Jojoy nos visitó. Comentó que se había decidido tomar pruebas para tranquilizar a las familias.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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