Sáb 26.01.2008

EL MUNDO  › EL PRESIDENTE ITALIANO INTENTA FORMAR UN GOBIERNO PARA FRENAR A BERLUSCONI

Frenéticas negociaciones para gobernar

Tras la caída del gobierno de la coalición de centroizquierda encabezada por Romano Prodi, el presidente, Giorgio Napolitano, negocia la formación de un gobierno para evitar el llamado a elecciones anticipadas. No es una misión sencilla, pero algunos partidos que votaron en contra de Prodi no ven con malos ojos la idea del presidente.

› Por María Laura Carpineta

El presidente italiano, Giorgio Napolitano, empezó una carrera contra el tiempo. El Palacio del Quirinale se convirtió ayer en el lugar más concurrido de Roma. Todos los ojos estaban puestos en quiénes entraban y con qué caras salían. Desde temprano el mandatario mandó llamar a los presidentes de las dos cámaras del Parlamento y a los líderes de seis bancadas más pequeñas. Durante el fin de semana hará lo mismo con las fuerzas medianas, como los aliados de centro de Romano Prodi y los conservadores del UDC y, finalmente, a principio de la semana que viene, les tocará el turno a los pesos pesado, el ex premier Silvio Berlusconi y el canciller Massimo D’Alema. A todos les repetirá la misma pregunta: “¿Apoyan o no la formación de un gobierno de transición?”.

Ayer no hubo sorpresas. Los líderes más cercanos a la izquierda dijeron que sí y los opositores optaron por pedir elecciones adelantadas. Uno de los que comprometieron su apoyo fue el diputado italoargentino Ricardo Merlo. “El presidente nos comunicó su voluntad de formar un gobierno de transición que pueda hacer las reformas que el país necesita y nosotros estamos de acuerdo”, explicó el legislador independiente, que el miércoles pasado votó por la continuidad del centroizquierda en el poder. Lejos de las especulaciones de los últimos días, Napolitano no quiere limitarse a un gobierno de transición corto que sólo se ocupe de reformar la ley electoral.

Esta ley fue uno de los últimos frutos de la mayoría de Berlusconi en 2005 y, según analistas de todos los colores políticos, es una sentencia de muerte segura para cualquier gobierno que surja de la actual polarización. Sin ningún umbral electoral, cualquier partido que arrastre un uno por ciento de los votos se asegura dos o tres legisladores para las casi mil bancas que componen la Cámara de Diputados y Senadores. Y cuando la diferencia entre ser gobierno y ser oposición es sólo un puñado de diputados y senadores, estos micropartidos pueden decidir el destino de un país, como sucedió esta semana.

Según adelantó Merlo a este diario, la reforma electoral es sólo una de las demandas de Napolitano. El presidente italiano quiere salir de la crisis provocada por la caída del gobierno de Prodi con la reforma política que el premier no llegó a realizar. Además del cambio de la ley electoral que limitará el ingreso de los micropartidos al Parlamento, el diputado italoargentino destacó la disminución del número de bancas y la modificación del reglamento interno para prohibir, o al menos limitar, las constantes borocoteadas de los legisladores. El jueves, el salto de dos partidos del oficialismo a la oposición dejó a Italia sin gobierno.

Mientras es claro que Prodi y su gobierno perdieron el apoyo de la mayoría, no es tan evidente que vaya a suceder lo mismo con la iniciativa del presidente Napolitano. Funcionarios del gobierno le dijeron a este diario que la salida a la parálisis podría venir de la mano de la Unión de los Demócratas Cristianos y de Centro (UDC).

Este partido es la tercera fuerza de la oposición en el Congreso y fue la única que en algunas ocasiones votó a favor de iniciativas del gobierno de Prodi. La más recordada fue en marzo pasado cuando le salvó el pellejo al premier y a su canciller, el comunista D’Alema, y les dio los votos necesarios para aprobar la prórroga de las tropas italianas en la misión de paz de la ONU en Afganistán. El jueves la UDC optó por otro camino y se unió a Forza Italia y a Alianza Nacional, los partidos de Berlusconi y del ultraderechista Gianfranco Fini, para tumbar al gobierno de Prodi.

Pero como en política nada es para siempre, y menos aún en la italiana, el líder de la UDC Pier Ferdinando Casini ayer le hizo un guiño a Napolitano y a la izquierda. “Este no es el momento de brindar y hacer grandes fiestas”, dijo distanciándose de sus antiguos aliados que el jueves descorcharon un champagne en el Senado. “Ahora necesitamos un gobierno de responsabilidad nacional”, agregó el hombre más buscado del momento en Roma.

Casini visitará el Quirinale en los próximos días y un sí suyo significaría 38 diputados y 24 senadores, un apoyo más que suficiente como para sostener, junto con La Unión, a un gobierno de transición. Pero la duda todavía sobrevive. En las semanas previas a la caída de Prodi, el líder de la UDC había dicho en más de una ocasión que no apoyaría un proyecto abstracto. “El problema es que, sin claridad, no nos pueden llamar para ser cómplices de una pérdida de tiempo”, había adelantado el dirigente católico.

Ayer Napolitano no abundó en detalles cuando les pidió el apoyo a los partidos más chicos. No dijo quién lo dirigiría. Prodi confirmó ayer que no será él. “Me dedicaré a los nietos”, dijo con una sonrisa el ex premier. Tampoco detalló quiénes serían los ministros ni cuánto duraría. “Lo único que aclaró fue que se tomará todo el tiempo necesario para tomar su decisión”, señaló el diputado italoargentino.

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