El marroquí Abdelilah Hriz fue detenido el domingo en la ciudad de Rabat. España tiene pruebas para acusarlo por los ataques ocurridos en Madrid de 2004 y un pedido de captura internacional.
› Por Oscar Guisoni
desde Madrid
Por primera vez en la historia, la Justicia marroquí sentará en el banquillo de los acusados a un ciudadano de ese país a petición de las autoridades españolas. Se trata de Abdelilah Hriz, presunto autor material de los atentados ocurridos en Madrid el 11 de marzo de 2004, en los que murieron 191 personas. Entre los dos países no existe un tratado de extradición, por lo que la medida sienta un precedente de gran envergadura y coloca a Marruecos en la primera línea de los países del norte de Africa que colaboran en la lucha antiterrorista con la Unión Europea.
Las pruebas contra Abdelilah Hriz se encontraban en poder de la Justicia española, que había dictado una orden de búsqueda y captura a nivel internacional. El pasado domingo, el ciudadano de origen marroquí fue detenido en la ciudad de Rabat. El juez español instructor del caso del 11-M, Juan del Olmo, lo había incluido el pasado mes de febrero entre los presuntos autores materiales del atentado luego de que su perfil genético fuera hallado en el piso de la madrileña calle de Leganés, donde se suicidaron días después de la masacre gran parte de los responsables del hecho y en la finca de la periferia donde prepararon los explosivos. Del Olmo hizo traducir el auto de acusación al árabe y lo presentó a la Justicia marroquí sin grandes esperanzas, ya que Marruecos jamás ha juzgado a uno de sus ciudadanos por un delito cometido en otro país.
El fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, se trasladó a Marruecos apenas se supo de la detención de Abdelilah Hriz para entregar a la Justicia de ese país todas las pruebas que España tiene en su poder. En la reunión que mantuvo con el fiscal general de la Corte de Apelación de Rabat, El Hassan El Oufi, Zaragoza no se limitó a entregar el dossier sino que aprovechó la ocasión para coordinar la futura firma de un memorándum de colaboración institucional en materia de lucha contra el terrorismo. En ese futuro acuerdo se incluiría, según fuentes judiciales, la posibilidad de que algunos ciudadanos marroquíes que cumplen condena por terrorismo en España puedan ser entregados a su país de origen para que sean juzgados también por los tribunales locales.
Abdelilah Hriz había sido detenido y juzgado en Marruecos a principios de enero por actividades terroristas, pero que no guardaban relación con los ataques del 11-M. Pero luego apeló el fallo y la Justicia marroquí lo dejó en libertad. Las malas relaciones entre España y su vecino del norte de Africa, que llevaron a Rabat a retirar su embajador de Madrid en protesta por la visita de los reyes de España a las ciudades de Ceuta y Melilla en noviembre del pasado año, impidieron que Hriz fuera procesado por el atentado del 11-M a pesar de la denuncia presentada por la Justicia española.
En noviembre de 2006, el juez instructor Juan del Olmo se había trasladado a Marruecos cuando supo de la detención de Abdelilah Hriz para llevar a cabo un interrogatorio en el que el acusado reconoció que había vivido en Madrid entre marzo y octubre de 2004, aunque se declaró inocente de los delitos que se le imputaban. En esa ocasión, Rabat permitió al juez español llevar a cabo la entrevista, aunque la Justicia española estaba al tanto de la tradición marroquí de no entregar a sus ciudadanos a terceros países y de no juzgarlos por delitos cometidos fuera de su territorio. Si el juicio contra Hriz llega a buen puerto, significará que los esfuerzos de la diplomacia española por sumar a Marruecos en la lucha contra el terrorismo de origen árabe que opera en el norte de Africa habrá dado buenos resultados. El gobierno marroquí ha sido tradicionalmente renuente a quedar pegado a los países occidentales en la persecución del terrorismo islámico, aunque el aumento de la actividad de estos grupos en su territorio durante los últimos años ha terminado por convencer a Rabat de que esa lucha, por mucho que le pese, es también en cierto modo la suya.
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