Mar 29.01.2008

EL MUNDO  › EN EL ULTIMO DISCURSO DEL ESTADO DE LA UNION, LA ECONOMIA E IRAK FUERON CENTRALES

Plan de estímulo y TLC pidió Bush al país

En una alocución con sabor a despedida, el presidente norteamericano insistió en que EE.UU. saldrá del momento de incertidumbre de los mercados financieros. Le pidió al Congreso que apruebe el paquete antirrecesivo y los tratados de libre comercio con Colombia, Panamá y Corea del Sur. Además, quiere hacer permanente le ley de escuchas.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pronunció ayer ante el Congreso el último discurso de su segundo mandato sobre el estado de la Unión, cuyos ejes fueron la crisis económica que atraviesa el país y las consiguientes medidas necesarias para impedir una recesión, así como su rechazo a una retirada precipitada de Irak. “Aunque nuestra economía esté pasando por un período de inseguridad”, sostuvo Bush, el pueblo estadounidense “puede tener confianza en nuestro crecimiento económico”. A tal fin, le pidió al Congreso, dominado por los demócratas, que apruebe un paquete de estímulo fiscal de 150 mil millones de dólares.

En momentos en que se inicia el último año de su mandato, la salud de la economía reemplazó a la guerra de Irak a la cabeza de las preocupaciones de los estadounidenses. Una encuesta para la cadena NBC y el diario The Wall Street Journal indica que 64 por ciento de los norteamericanos desaprueba la forma en que Bush gestionó los asuntos económicos y 67 por ciento el modo en que condujo la guerra. Con sólo la aprobación de aproximadamente el 30 por ciento de los estadounidenses, Bush apeló esta vez a acabar “el trabajo inconcluso” y exploró los campos en los que es “realista” pensar que todavía puede ponerse de acuerdo con el Congreso, para por ejemplo mantener en el tiempo las rebajas fiscales o extender la ley sobre las escuchas antiterroristas.

El mandatario dedicó la mayor parte de su alocución a la economía en momentos en que se cierne la sombra de una recesión sobre Estados Unidos. El presidente destacó la firmeza de la economía nacional y del libre comercio. Pero sobre todo, puso mucho énfasis en que vetará las leyes que no reduzcan significativamente los gastos seleccionados por el Congreso, por ejemplo, aquellos destinados a proyectos especiales que sólo beneficien a determinados distritos.

Bush insistió en que se mantenga y se extienda a otras áreas el “espíritu bipartidista” que la pasada semana permitió llegar a un acuerdo sobre el plan de estímulo económico por valor de 150.000 millones de dólares en un tiempo casi record. “Este plan es lo suficientemente grande como para impulsar la economía de forma positiva al proporcionar ayuda inmediata y es transitorio. No contiene aumentos impositivos ni gastos innecesarios o proyectos regulatorios”, indicó el mandatario.

Pero la Casa Blanca necesita que lo apruebe finalmente el Congreso. Como también necesita que el Congreso extienda la vigencia de una ley que permitió las escuchas telefónicas sin permiso judicial en el caso de personas en el exterior y que expira en una semana. Asimismo, Bush llamó a los legisladores a aprobar el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia, Panamá y Corea del Sur con el fin de abrir nuevos mercados para los trabajadores norteamericanos. En el caso de Colombia, los líderes del Partido Demócrata en el Congreso han dejado claro que no lo apoyan porque no están convencidos de que el gobierno colombiano haya hecho lo suficiente por combatir la impunidad y castigar a los responsables de los asesinatos de sindicalistas.

Bush, cuyo tiempo al frente de Estados Unidos fue moldeado por los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington de la red Al Qaida de Osama bin Laden, obvió el hecho de que el buscado terrorista al que prometió capturar “vivo o muerto” sigue libre. Y seis años después de que Bush usó su discurso del estado de la Unión para declarar a Irán, Corea del Norte y el Irak de Saddam Hussein como el “eje del mal”, esos tres países siguen significando un dolor de cabeza para la Casa Blanca.

Ante el conjunto de la clase política, Bush les recordó a las personas “a qué se parecía Irak hace un año”, cuando tomó la controvertida decisión de aumentar el número de soldados estadounidenses. El mandatario explicó que, a pesar de la mejora de la seguridad, “sería una mala decisión retirar las tropas de manera irreflexiva”. “Nuestros enemigos en Irak han sufrido muchas pérdidas”, afirmó el presidente. “Algunos negarán que el aumento de tropas esté funcionando, pero entre los terroristas no cabe duda de que Al Qaida está debilitado y que este enemigo será derrotado”, dijo.

Bush anunció en septiembre pasado el retiro de alrededor de 30.000 hombres antes de julio. A pesar de que la mayoría de los norteamericanos sigue reclamando el retorno de las tropas, evitó ayer asumir ese compromiso. Bush también se refirió a las oportunidades de que israelíes y palestinos concluyan antes del final de su mandato un acuerdo de paz que ponga término a 60 años de conflicto. Y pasó revista a su “agenda para la libertad”, en la que tiene en la mira a los gobiernos de Belarús, Birmania, Cuba y Zimbabue.

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