EL MUNDO › SCHWARZENEGGER SE METE EN LA CAMPAÑA REPUBLICANA
› Por Antonio Caño *
Desde Los Angeles
Dos colosos republicanos, John McCain y Arnold
Schwarzenegger, unieron ayer sus fuerzas para conseguir la presidencia de Estados Unidos y vencer las resistencias que ambas figuras despiertan en el tradicional establishment conservador del país. Schwarzenegger es un republicano atípico. Orgulloso de decir siempre lo que piensa, casado con una demócrata de apellido Kennedy, baluarte en la lucha contra el calentamiento global, el célebre actor ha conseguido como gobernador de California elaborar su propia agenda, muy diferente de la que los republicanos llevan en Washington. Su apoyo puede resultar vital para la victoria de McCain en California, donde Schwarzenegger es muy popular. Y esto puede ser determinante para la denominación del senador por Arizona como candidato presidencial republicano después del próximo martes.
Como personaje alternativo que es, el gobernador de California no resulta muy popular en el interior del país, en los territorios republicanos dominados por la derecha cristiana o por los halcones del liberalismo económico. Schwarzenegger ha tenido una trayectoria de colaboración bipartidista y ha impulsado iniciativas tan polémicas como la reforma del seguro de salud, que esta misma semana fue rechazada en el Congreso estatal tanto por republicanos como por demócratas.
Pero, precisamente por eso, el actor puede serle de gran ayuda a McCain después del supermartes, cuando será más importante un mensaje centrista capaz de captar los votos flotantes.
Con el apoyo de Schwarzenegger a McCain, después del que el día antes le había dado Rudy Giuliani, el horizonte republicano se va despejando. El debate celebrado por los republicanos en la noche del miércoles en la Biblioteca Ronald Reagan, en Simi Valley (California) demostró que hay un claro escapado, el propio McCain, y sólo un perseguidor, Mitt Romney, a quien le sostienen en la carrera su dinero y su convicción de que los verdaderos conservadores no darán en el último momento su voto a McCain. El martes se acabará de ver.
Mientras tanto, la situación se hace más tensa por minutos en el campo demócrata. Ambos están gastando millones y millones en publicidad televisiva contra el rival y acusándose de recurrir al juego sucio. El debate que ambos debían mantener anoche en el Kodak Theatre prometía ser –¡olviden los Oscar!– el acontecimiento del año en Hollywood.
Obama llega a ese debate en línea ascendente desde su victoria en Carolina del Sur y el apoyo de la familia Kennedy. Clinton está en línea descendente, pero su ventaja era tal en la mayoría de los escenarios del supermartes que parece difícil que pueda perderla en tan poco tiempo.
Fenómenos nuevos están, no obstante, ocurriendo en esta temporada política. Fenómenos que hacen muy difícil anticipar los resultados. Entre ellos, la riada de nuevos votantes, especialmente jóvenes, que en otros lugares han votado masivamente a favor de Obama. Obama es una ola que crece a una velocidad superior a lo normal. En California, por ejemplo, estaba 25 o 30 puntos por debajo de Clinton hace menos de un mes. Ahora está a 10. En el conjunto nacional, nunca ha estado a menos de 15 puntos. Ahora está a 8. Quedan por delante aún, además del debate, cuatro largos días de campaña ante un ejército de periodistas buscando polémicas. Eso es mucho tiempo en política. Se nota en California, un estado que suele ser indiferente a los acontecimientos políticos nacionales, y que desde hace unos días vibra en esta apasionante campaña. El diario San Francisco Chronicle, que representa a la clase progresista y acomodada del norte de California, ha anunciado su apoyo a Obama.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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