EL MUNDO
› ACUERDO DE PRINCIPIO ENTRE BUSH Y BLAIR FRENTE A LA ONU
Los primos transatlánticos contra Irak
El presidente norteamericano George W. Bush aunó fuerzas con su aliado británico Tony Blair, en una estratégica sesión llevada a cabo ayer en la residencia de Camp David, y coincidieron que tratarán de recabar el apoyo internacional más amplio posible para responder a “la seria amenaza” que constituye Saddam Hussein. La “inacción sería irresponsable” –dijeron–, ante la real amenaza de desarrollo de armas de destrucción masiva que existe en ese país, y citaron el último informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica, que muestra signos de construcción reciente en lugares donde se sospechaba que Saddam podría estar desarrollando armas nucleares. Bush está afinando su retórica para el esperado discurso del próximo jueves ante Naciones Unidas en busca de consenso, donde no obstante advertiría sobre el derecho de Estados Unidos de desarmar a Irak, aun si la ONU no toma partido por su causa. Como contrapartida a la cumbre anglobritánica, el canciller alemán Gerhard Schroeder, junto al presidente francés Jacques Chirac, reunidos en Hanover, se opusieron también ayer a una acción unilateral de Estados Unidos contra Irak.
Tony Blair llegó ayer a Estados Unidos y se reunió con Bush, en una nueva señal de solidaridad transatlántica después de que el premier británico dijera, algo melodramáticamente, que estaba dispuesto a “validar con sangre” la fuerza de sus vínculos con el amigo americano. Bush, en tono consecuente con su discurso de las últimas semanas, afirmó que el líder iraquí “desafió todas las resoluciones de la ONU”. Agregó que “es un problema que el conjunto de la comunidad internacional debe resolver”. Por su parte Blair se manifestó a favor de un “régimen eficaz de inspecciones” y subrayó que la amenaza de reconstrucción del arsenal iraquí “es muy real”. Por ello, “es esencial poner en marcha un régimen adaptado de inspección para estar seguros de que no se produce”. Blair expresó que se trata de encontrar la estrategia correcta contra Bagdad y movilizar un “máximo apoyo” para ello. Además el premier británico manifestó su poca convicción sobre la posibilidad de que regresen los inspectores de la ONU a Irak. Pero estas coincidencias dejan una posible vía de escape para Saddam: la de que acepte el retorno de los inspectores. Este punto restaba por aclararse en la postura norteamericana.
Bush y Blair dijeron que existen suficientes pruebas de que Irak está cerca de adquirir armas de destrucción masiva, y como evidencia citaron el último informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIAIEA). Esta fue encargada por la ONU para inspeccionar a Irak, pero el régimen de Hussein se ha negado a inspecciones desde 1998. Bush señaló que hace cuatro años los inspectores de la AIAIEA ya habían afirmado que Irak estaba a seis meses de desarrollar un arma nuclear. “¿Qué otras pruebas quieren?”, requirió.
Entretanto, el canciller alemán Gerhard Schroeder declaró en una conferencia de prensa en Hanover (norte de Alemania) que París y Berlín rechazaban nuevamente una actuación en solitario de Estados Unidos contra Irak y a la vez exigieron al gobierno de Bagdad que permita sin condiciones el regreso de los inspectores de la ONU. El canciller aseguró además que entre ambos gobiernos había plena coincidencia en rechazar cualquier cambio del objetivo inicial, es decir, el regreso a Irak de los inspectores de armamento de la ONU; y con ello aludió indirectamente a sus recientes críticas al gobierno de Washington, al que acusó de haber sustituido el objetivo de lograr la entrada de los inspectores por el de derrocar a Hussein.
Esta semana es clave para la gestión Bush, quien afirmará este jueves ante la Asamblea General de las Naciones Unidas que su país tiene derecho a desarmar a Irak por su cuenta si la ONU no toma una rápida y efectiva decisión contra Saddam Hussein, adelantó ayer el Washington Post. En su oratoria Bush pretende desde el principio tratar “la amenaza” de Irak que, según explicó un funcionario de la Casa Blanca, “para el momento que se vuelve evidente, es demasiado tarde”.