Mar 26.02.2008

EL MUNDO  › A DOS SEMANAS DEL VOTO, CAMBIARON ACUSACIONES SOBRE LA ECONOMIA, INMIGRACION Y TERRORISMO

Ventaja de Zapatero en el debate con Rajoy

El primer debate cara a cara de candidatos presidenciales en quince años terminó, según las encuestas, con una clara ventaja para el presidente y candidato socialista, Rodríguez Zapatero. El debate fue áspero. La economía, la inmigración, el terrorismo y la política exterior fueron los temas principales.

› Por Oscar Guisoni

Desde Madrid

La expectación era enorme porque habían pasado quince años desde la última vez. Los candidatos llevaban semanas preparándose para el duelo. Los equipos de asesores apenas si podían disimular el nerviosismo. Cuando a las diez y tres minutos de la noche comenzó el esperado debate entre el socialista José Luis Rodríguez Zapatero y el conservador Mariano Rajoy, la mitad del electorado español se hallaba frente al televisor. Cerca de 12 millones de espectadores que no quisieron perderse anoche el gran show de la democracia en un país poco habituado a este tipo de encuentros, un show en el que no faltaron las broncas, la tensión y en el que se habló hasta de Serrat. Quince minutos después de la conclusión, la opinión de los encuestados por las principales cadenas televisivas que emitieron el evento era bastante unánime: según la cadena Cuatro, Zapatero se impuso para el 45 por ciento de la audiencia, contra el 35 por ciento que piensa que lo ganó Rajoy.

Las encuestas de los diarios El País y ABC entre sus lectores coincidieron también en que el candidato socialista había conseguido la victoria, sólo el conservador diario El Mundo sostenía que el vencedor fue Rajoy.

Si algo sobraba en este debate eran las pautas. Más de cincuenta, que incluían desde la altura de la silla en la que se sentaron los candidatos hasta el minuto exacto de llegada a la sede de la madrileña Academia de la Televisión donde se realizó. El primero en llegar fue Mariano Rajoy, vestido con la misma corbata roja que tanta suerte le trajo en el programa de televisión “Tengo una pregunta para usted” hace unos meses y que muy poco le favorecía frente a la sobriedad de un Zapatero que prefirió el azul, más televisivo, para su corbata.

En el campo socialista reinaba la euforia después de la paliza que la semana pasada el ministro de Economía Pedro Solbes le propinó a la flamante estrella económica del Partido Popular (PP), el millonario ex presidente de Endesa Manuel Pizarro, en una contienda televisiva vista por más de cinco millones de espectadores. Mientras que los populares habían aceptado el envite a debatir porque saben que es una de las pocas chances que tiene Rajoy para arañarle a Zapatero ese puñado de votos que, según las encuestas, le están faltando para ganar el 9 de marzo.

El debate empezó con un Mariano Rajoy agresivo que enumeró con ritmo de ametralladora las supuestas deficiencias del gobierno de Zapatero. Le habló directamente al público con tono campechano y le preguntó “¿Qué les parece? ¿Estamos mejor que hace cuatro años?” En esa primera intervención ya adelantó el tema que se transformaría en la estrella del primer bloque: la inmigración, acusando a Zapatero de estar “importando bandas de delincuentes extranjeros”. Pero el primer ministro español decidió cambiar de marcha y dedicó su primera intervención a hablar de las bondades de su administración y de sus propuestas electorales.

El primer tema puntual abordado fue la economía. Rajoy arremetió con los datos de la inflación (inusualmente alta, en torno del 4 por ciento), habló de las familias ahogadas por el incremento de las hipotecas, que bailan al son de los altos tipos de interés, y se puso a enumerar el porcentaje de aumento del pan, de los huevos y el pollo en el último año. Zapatero le respondió con su política social, con el incremento del salario mínimo y de las pensiones durante su gobierno, para concluir recordando qué hace el PP cuando hay crisis económica: “Un decretazo que culminó en una huelga general”. A esa altura los ánimos estaban caldeados y los candidatos comenzaron a interrumpirse entre ellos rompiendo una de las pautas previas.

Luego llegó el momento de hablar de las políticas sociales. Y ahí fue cuando Rajoy volvió a poner la inmigración arriba de la mesa. Lo hizo a la brava, sacando el costado más extremo de su discurso, acusando a Zapatero de permitir que las fronteras sean un colador por el que no han dejado de entrar inmigrantes. “Hay que poner orden –clamó el dirigente conservador–. El 30 por ciento de los presos son extranjeros, estamos importando delincuentes.” Zapatero prefirió eludir el tema. “De la inmigración hablaré después”, dijo, y se dedicó a enumerar una serie de propuestas en política social. “Veo que el señor Zapatero no quiere hablar de inmigración”, volvió a la carga Rajoy cuando le tocó su turno.

Ante tanta insistencia, el premier español le puso el pecho al tema: “Cuando usted era ministro hizo, regularizaciones de inmigrantes, cuyo único requisito para ser legales era presentar un billete de autobús”, afirmó y pidió respeto a los inmigrantes “que también dejan la vida en nuestras misiones militares en el exterior y que hasta mueren en los atentados de ETA”.

Otro tema áspero fue el del terrorismo. Allí Mariano Rajoy sacó a relucir sus habituales críticas al gobierno, al que acusó de negociar políticamente con ETA. “Cuando nosotros estábamos en el gobierno ETA estaba acabada”, disparó. “Cómo estaría de acabada que ustedes le atribuyeron la autoría del atentado del 11 M”, disparó Zapatero dejando una vez más a su oponente en apuros. Al final del debate Rajoy acusó al candidato socialista de “agredir a las víctimas del terrorismo”, indignando a su rival por lo arriesgado del insulto.

La política exterior tampoco estuvo ausente del debate. Para el líder popular los conservadores se alinean con Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, mientras “ustedes están con Chávez y Fidel Castro”. Zapatero defendió sus políticas de ayuda al desarrollo y su labor diplomática en América latina y Africa, “en tanto que de ustedes lo único que recordamos es la foto de las Azores”, disparó, en alusión al encuentro que tuvieron Bush, Blair y el ex primer ministro José María Aznar en las islas para sellar su alianza para invadir Irak.

El evento era histórico, ya que por segunda vez desde el final de la dictadura franquista los candidatos presidenciales lograron concertar un crucial debate electoral en medio de un clima de empate técnico cantado por las encuestas desde que comenzó la campaña. Un espectáculo similar sólo se había visto en 1993, cuando el entonces presidente socialista Felipe González dio vuelta el resultado adverso que le pronosticaban las encuestas derrotando en dos encuentros televisivos a José María Aznar, que tuvo que esperar hasta 1996 para sacar al carismático líder socialista del poder.

Quince años después, el escenario se repite. Décimas más, décimas menos, todos los sondeos señalaron que hoy el Partido Socialista ganaría las elecciones por un margen estrecho: entre 2 y 4 puntos. Por si fuera poco, entre un 12 y un 14 por ciento de los electores han manifestado en encuestas previas que su voto dependerá de cómo se desenvuelvan los candidatos en los dos debates pactados –el segundo tendrá lugar el próximo lunes en el mismo lugar y a la misma hora–. Una razón de peso que justifica los nerviosismos de ayer, tanto de los equipos de campaña como de los candidatos.

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