Vie 13.09.2002

EL MUNDO • SUBNOTA  › OPINION

Un falso ultimátum

› Por Claudio Uriarte

Cuanto más parece acercarse George W. Bush a su proclamada intención de invadir Irak y derrocar a Saddam Hussein, más se aleja. Porque su exhortación a la ONU a que dé un ultimátum a Saddam Hussein para que éste se porte bien tiene dos formidables cláusulas de escape para todos los involucrados: que la ONU dé el ultimátum, y que Saddam lo cumpla. Ese sutil repliegue del unilateralismo al multilateralismo es lo que indica que los propósitos de “cambio de régimen” de la administración siguen siendo huecos, por más que la retórica aparezca en este caso condimentada con un redespliegue del Comando Central regional a Qatar cuyos verdaderos móviles son la falta de eficacia mostrada por el CentCom en Afganistán al operar desde Tampa, Florida, y la virtual pérdida de la base aérea estadounidense Príncipe Sultán en Arabia Saudita, que sigue existiendo pero no puede operar por la tensión creciente entre los dos países desde el 11/9.
Después del discurso de Bush ayer, que estableció cinco condiciones a Irak para cuyo cumplimiento no habría otra chance que la invasión del país, la tarea de la diplomacia estadounidense pasa a ser la construcción de un ultimátum del Consejo de Seguridad. Gran Bretaña y hasta cierto punto Francia ya están en la bolsa, pero ésta hizo claro ayer cuál debía ser la exigencia a Irak: el retorno de los inspectores de armas y no el cambio de régimen. Si EE.UU. quiere conseguir el asentimiento o al menos la abstención de Rusia y China, deberá conformarse con este promedio de las opiniones que cuentan y descartar el resto de su programa. Pero las inspecciones son un juego que Saddam conoce bien: lo estuvo jugando con suma destreza de 1991 a 1998, los siete años que duró el régimen de inspecciones, durante los cuales desplegó un hábil zigzag de permisos y revocaciones que le permitió conservar el grueso de sus armas prohibidas. En otras palabras, cuanto más pasa el programa maximalista de Bush a la arena de la ONU, más se diluye su posibilidad de concretarlo.
La falta de preparación militar completa el cuadro. Irak tiene un ejército de 425.000 hombres en activo; los 30.000 hombres que tiene EE.UU. en la zona, que en algunas semanas podrían llegar a 50.000, son una fuerza insuficiente, y en todo caso sujeta a represalia por las mismas armas químicas y biológicas de Bagdad. La única guerra de Bush sigue siendo contra las malas noticias económicas, y en pos de la conquista del Congreso en las elecciones de noviembre. Los mercados lo saben: apenas terminó el falso ultimátum de Bush ayer, el precio del petróleo cayó.

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