EL MUNDO • SUBNOTA › PARA APROBAR LAS REFORMAS QUE PROMETIó OBAMA
El mapa político norteamericano se pintó de azul por donde se lo mire. Además de quedarse con la Casa Blanca, los demócratas sumaron un gobernador más en la elección del martes y ampliaron sus mayorías en el Congreso. “El pueblo estadounidense habló y pidió un cambio de rumbo para nuestro país”, celebró ayer la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi. Pero la alegría no fue completa. Quedaron a un paso de conseguir la mayoría especial en el Senado, lo que les hubiese despejado el camino para aprobar reformas, aun con la oposición de los republicanos. Anoche se seguían contando los últimos votos en los cuatro estados más reñidos: Mi-nnesota, Oregon, Georgia y Alaska. Sin embargo, los republicanos llevaban la delantera en todos ellos.
Por primera vez desde la era Clinton, los demócratas controlarán la Casa Blanca y el Capitolio. El mayor avance lo hicieron en la Cámara de Representantes. Al cierre de esta edición, la bancada que lidera Pelosi pasó de 234 bancas a 254, según la página web de la cadena ABC. La diferencia la lograron en antiguos bastiones conservadores de Florida, Connecticut, Illinois, Nueva York, Carolina del Norte y Ohio. Aún quedan por contabilizar siete bancas, pero los demócratas llevan la delantera en una sola de ellas.
En el Senado, en tanto, alcanzaron a robarles cinco escaños a los republicanos. Este fue el verdadero triunfo en el Capitolio. En los últimos dos años los demócratas tuvieron que pelear cada votación. Tenían una mayoría mínima –51 de las 100 bancas–, siempre y cuando los únicos dos senadores independientes de la Cámara los apoyaran.
Así fue que el veterano legislador por Connecticut Joe Lieberman se convirtió en el gran dolor de cabeza para la oposición y un alivio para el gobierno de George Bush. Durante la campaña, Lieberman, un ex demócrata, se terminó de alejar de sus antiguos compañeros e hizo campaña codo a codo con el candidato republicano John McCain.
Cuando asuma el nuevo Senado los demócratas ya no tendrán que depender de Lieberman. Tendrán una cómoda mayoría para aprobar las reformas del sistema de salud, impositiva y de seguridad social que prometió el presidente electo Barack Obama durante la campaña. El único límite que tendrán es la amenaza de los filibusteros. Este mecanismo excepcional, utilizado por última vez en los años noventa contra Bill Clinton, permite a cualquier senador discutir un proyecto todo el tiempo que sus pulmones le permitan. El oficialismo no puede callarlo y dar por cerrado el debate, excepto si cuenta con una mayoría especial de tres quintos de los miembros, es decir, 60 votos.
Los demócratas también salieron ganando en la elección de gobernadores. Le quitaron Missouri, un estado del centro del país, aumentando su predominio en el país. El nuevo oficialismo que acompañará a Obama controlará 29 de los 50 estados.
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