EL MUNDO • SUBNOTA
La Casa Blanca volverá a llenarse de juguetes y risas infantiles con la llegada de las pequeñas Malia y Sasha Obama, para las que sus padres quieren crear un ambiente familiar sin que importe que las recepciones coincidan con las pijama party. Malia, de 10 años, y Sasha, de 7, serán las dos habitantes más pequeñas de la residencia oficial desde Amy Carter, que llegó a la mansión con nueve años, a finales de los ’70. Pero fue John F. Kennedy Jr, “John John”, el niño más pequeño que vivió en la mansión presidencial, al menos en la época contemporánea. Llegó casi recién nacido con su hermana Caroline, que apenas tenía tres años. Tanto Barack como Michelle Obama quieren que sus hijas mantengan, en lo posible, una vida normal, como la que han disfrutado estos últimos años en Chicago, donde las relaciones con la familia de Michelle han sido muy estrechas. Para que ese vínculo no se rompa, se traerán a Washington a un quinto miembro de la familia, la madre de Michelle, Marian Robinson, que será la encargada de atender a las niñas cuando sus padres tengan que cumplir otros compromisos. La madre de Michelle, que es viuda y trabajó como secretaria de un banco, ya se ha ocupado del cuidado de las niñas durante las largas ausencias de sus padres en la campaña electoral, dado que los Obama se han resistido siempre a contratar a una niñera y tampoco lo harán cuando vivan en la Casa Blanca. Con Malia y Sasha llegará a la Casa Blanca otro nuevo acompañante: un cachorro, tal y como el futuro presidente prometió públicamente a sus hijas en su discurso de aceptación de la victoria el pasado martes.
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