Jue 05.03.2009

EL MUNDO • SUBNOTA  › BASHIR, EL HOMBRE MáS BUSCADO POR LA HAYA

El amo y señor de todo Sudán

Omar al Bashir concentra todo el poder en sus manos. El presidente de Sudán dicta y ejecuta todas las leyes de su país. El es el Poder Ejecutivo y el Legislativo al mismo tiempo y, además, es el comandante en jefe de las fuerzas armadas. Militar de influencia islamista, Al Bashir gobierna con puño de hierro el país más grande de Africa desde hace veinte años.

Con 65 años, tiene bigotes y usa anteojos de marco dorado. Corpulento, según sus colaboradores siempre mantiene sus decisiones en secreto hasta último momento. Cuando va a anunciar algo importante, acostumbra iniciar sus discursos con algún paso de baile, moviendo su bastón en el aire y con la espalda ligeramente encorvada. Siempre sonriente en público, cuando se enoja su país lo padece. “Cuando se siente humillado por algún motivo, todo Sudán siente su ira”, afirma Alex de Waal, analista de Sudán.

Nacido en 1944 en una familia rural a un centenar de kilómetros al norte de Jartum, la capital, Bashir quiso ser militar desde chico. Cuando la familia se mudó a la capital, el joven Bashir trabajó media jornada en un taller mecánico para completar sus estudios secundarios. Apenas terminó el colegio, remontó el Nilo hasta el vecino Egipto y se graduó en la Academia Militar de El Cairo como paracaidista.

Debutó en el campo de batalla junto a los egipcios en la guerra de Iom Kipur contra Israel, en octubre del ’73. Pero luego, durante la primera parte de la década del ’80, el futuro dictador se dedicó a estudiar: ganó una beca y se fue a hacer un master en Ciencias Militares al sudeste asiático, en Malasia.

Ya siendo general y de regreso en su país, Bashir y un grupo de oficiales derrocaron el 30 de junio de 1989 al gobierno democráticamente electo de Sadiq al Mahdi, en un golpe de Estado que fue apoyado por el Frente Islámico Nacional, el partido de su mentor, Hassan al Turabi.

Una vez en el poder, Al Bashir, bajo la influencia del islamista Turabi, orientó a Sudán hacia el islamismo radical. Para ello, creó grupos de milicias que se desplegaron en el sur del país contra los denominados infieles, o sea los cristianos, con el objetivo de imponer la sharia o ley islámica. En su lucha contra los cristianos, se lo acusa de incitar matanzas y violaciones masivas, así como saqueos y destrucción de aldeas completas. Según la ONU, Bashir permitiría el tráfico de esclavos en su territorio, consintiendo que sus milicias secuestren a niñas y mujeres del sur y las hagan sirvientas y esclavas sexuales en el norte.

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