En medio de la peor crisis política del gobierno británico de Gordon Brown, su partido, el Laborismo, sufrió una nueva derrota electoral, esta vez fulminante. Perdió la totalidad de los consejos locales que aún controlaba y más de dos tercios de sus representantes en los distritos que estaban en disputa. Las derrotas de los laboristas fueron los triunfos de la oposición conservadora. Los Tories se quedaron con siete gobiernos locales y los liberales, tradicionalmente la tercera fuerza en la isla, con uno. Según la cadena BBC, si los resultados de los comicios locales se extrapolaran a unas elecciones generales, los conservadores obtendrían un 38 por ciento de los votos, los liberales, un 28 por ciento y los laboristas quedarían terceros, con sólo un 23 por ciento. De concretarse ese escenario, sería el peor resultado de la historia para el partido, que ha gobernado ininterrumpidamente el Reino Unido desde el triunfo del ex primer ministro Tony Blair en 1997. Muchos laboristas quieren evitar semejante derrota y comenzaron a desertar del gobierno de Brown. Ya van cuatro bajas y la presión para cambiar al primer ministro crece.