EL MUNDO • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Robert Fisk *
Los iraníes llenaron los centros de votación desde las calles llenas de boutiques en el norte de Teherán a los bastiones rurales conservadores ayer para una elección que tiene dividido al país. En juego está la reelección del presidente Mahmud Ahmadinejad de línea dura o su reemplazo por el reformista Mir Hossein Mussavi, que favorece mayores libertades y mejores lazos con Occidente.
Las multitudes llegaron rápidamente a los muchos centros electorales en áreas consideradas bastiones para los dos candidatos. Mussavi, que ejerció como primer ministro en la década de 1980, se ha convertido en un héroe sorpresivo de un poderoso movimiento apoyado por la juventud. La participación fue masiva –algunos funcionarios prediciendo un incremento que rompía los records–. La votación fue extendida inicialmente por una hora. luego por un total de tres horas. Algunos centros de votación que ya habían cerrado fueron reabiertos. No hubo informes de disturbios ni problemas serios en la elección. Pero un alto asistente de Mussavi dijo que en algunas centros de votación en las provincias del noroeste y del sur se habían quedado sin boletas, afirmando que era “un intento deliberado por parte del gobierno para evitar que la gente votara”.
La feroz campaña que duró un mes de-sató pasiones que podrían provocar una participación record. Las manifestaciones masivas, los slogans cuidados de la campaña, el inteligente uso de Internet y los debates televisivos se parecían más a las de elecciones occidentales que a las campañas de la mayoría de los otros países de Medio Oriente.
En una señal de la amargura de la campaña, el ministerio del Interior –que supervisa las elecciones– dijo que todas las manifestaciones o reuniones políticas estarían prohibidas hasta después que se anunciaran los resultados, que probablemente sea mañana.
El resultado no alterará decisivamente las principales políticas de Irán ni cambiará decisiones de alto nivel, como las posibles conversaciones con Washington. Todas esas políticas cruciales están directamente controladas por los clérigos gobernantes encabezados por el Supremo Líder no electo, el ayatolá Ali Khamenei.
Pero Mussavi ofreció esperanzas de más libertad interna. Si es elegido, podría tratar de poner fin a las medidas enérgicas sobre los medios liberales y los bloggers e instar a que Irán acepte el ofrecimiento del presidente Barack Obama de dialogar después de casi 30 años de congelamiento diplomático. También favorece las conversaciones con las potencias del mundo con respecto al programa nuclear de Irán, que los críticos temen que esté dirigido a la fabricación de armas. Irán dice que sólo busca reactores para la electricidad.
Con la carrera demasiado pareja para decidir, un alto funcionario electoral predijo que la participación podría superar en un 80 por ciento la elección de 12 años atrás que puso al presidente Mohammad en el poder y comenzó el movimiento reformista.
Una gran asistencia impulsaría a Mussavi. El cuenta con los menores de 30 años, que representan casi un tercio de los 46,2 millones de votantes de Irán. Las manifestaciones de Mussavi en Teherán atrajeron a decenas de miles de partidarios, que luego pasaron las noches gritando cánticos anti-Ahmadinejad y bailando canciones pop persas en las calles. Por primera vez en Irán, las fuerzas de la web fueron utilizadas en todo su valor en una elección.
Hoy, docenas de iraníes usando Twitter difundieron mensajes incluyendo uno que proclamaba: “Para Irán, éste es el Día de Decisión”. Otro decía: “Mantengo los dedos cruzados para que gane la ola verde”. El asombroso crecimiento de Mousavi se debe en gran parte a la ayuda de su popular y carismática mujer, la ex decana universitaria Zahra Rahnavard, y su pedido conjunto de más derechos e influencia política para las mujeres. Las mujeres iraníes trabajan en casi todos los niveles de la sociedad –incluso como miembros del Parlamento.
Pero se enfrentan a restricciones legales en temas tales como la herencia y el testimonio en una corte, donde su palabra es considerada sólo la mitad de creíble que la de un hombre. Las elecciones de Irán son consideradas en general justas, pero el país no permite monitores internacionales. Los clérigos gobernantes, sin embargo, ponen su sello en las elecciones desde el principio, al decidir quiénes se pueden postular. Más de 470 personas quisieron presentarse para la carrera presidencial, pero sólo Ahmadinejad y tres rivales fueron aceptados.
Si ningún candidato logra una simple mayoría de más del 50 por ciento, la elección va a una segunda vuelta el 19 de junio. Mucho depende de cuántos votos le pueden sacar los otros dos candidatos: el conservador ex comandante de la Guardia Revolucionaria, Mohsen Rezaie, y el moderado ex presidente del Parlamento, Mahdi Karroubi.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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