Sáb 30.11.2002

EL MUNDO • SUBNOTA  › OPINION

El plan de la ultraderecha

› Por Claudio Uriarte

Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) se han apresurado a dar el primer paso hacia su legitimación, desmarcándose así en un rápido golpe propagandístico de la intransigencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y las ambivalencias del Ejército de Liberación Nacional (ELN). En esta jugada de la ultraderecha armada hay dos momentos, uno político y el otro militar. El político tiene relación con el crecimiento experimentado en los últimos años por las AUC, que han pasado de representar solamente a los grandes hacendados y terratenientes a contar con la simpatía de los pequeños propietarios rurales y parte de la clase media urbana. El militar, con el hecho de que las aparatosas pero oxidadas Fuerzas Armadas de que dispone el presidente antiguerrilla Alvaro Uribe son deficitarias para la tarea de liquidar o siquiera hacer retroceder significativamente a las FARC (de 17.000 hombres) y al ELN (de 5000); en algún momento, el factor de desempate militar representado por los 10.000 experimentados milicianos de las AUC está llamado a jugar un papel.
La necesidad de un lavado de cara de las AUC no es nueva: ya Carlos Castaño, su jefe histórico, amagó en un número de oportunidades con ceder su mando a una dirección colegiada, y se ocupó de desmarcarse personalmente de algunas acciones particularmente repugnantes que miembros de sus fuerzas cometieron este año. Castaño mismo admitió en una oportunidad que “gente como yo, que hemos hecho cosas muy duras, no tenemos futuro político”. Pero su organización, una especie de guerrilla en nombre de la ley y el orden, puede tenerlo, y, en esta dirección, los tiempos se han acelerado tras la arrasadora victoria de Uribe en las elecciones de abril de este año –con un 62 por ciento de los votos–, que ahora –a tres meses de su asunción presidencial– parece revalidada por encuestas de opinión que le dan un 72 por ciento de aprobación popular. En el centro de esta dinámica están la iniciativa de Uribe de crear una red de un millón de informantes civiles, y la necesidad de una mejora de imagen internacional ante una opinión mundial que en gran parte lo considera el candidato de los paramilitares. La red de informantes civiles se superpone claramente a las AUC; no debe olvidarse que la carrera política de Uribe como gobernador de Antioquía se lanzó con una red similar, las agrupaciones Convivir. Por eso, el paso de ayer se encuentra tan cerca de la paz como de la guerra.

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