EL MUNDO • SUBNOTA › UNA HUELGA GENERAL Y LA APROBACIóN DEL PRESUPUESTO DE AJUSTE
La tregua que declaró ayer ETA representa una bocanada de oxígeno para el gobernante español. El jefe de Estado socialista se ve apabullado por la crisis económica que elevó al 20 por ciento el desempleo e hizo caer su popularidad.
› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
Una huelga general, una complicada interna en su propio partido, sin apoyos en el Parlamento para aprobar los presupuestos de 2011 y con las elecciones catalanas a la vuelta de la esquina en las que el PSOE corre el riesgo de perder el gobierno regional, el otoño que le espera a José Luis Rodríguez Zapatero es uno de los más difíciles desde que asumió el gobierno, hace seis años, en marzo de 2004. Apabullado por la crisis económica que ha elevado al 20 por ciento el porcentaje de personas sin empleo y con la popularidad por los suelos luego del virulento ajuste con el que intentó poner a raya las cuentas públicas para satisfacer la voluntad de los mercados, el líder socialista se halla contra las cuerdas, acosado incluso por los persistentes rumores que hablan de la posibilidad de un adelanto de las elecciones generales a la primavera de 2011, un año antes del fin de su mandato. La única buena noticia, en medio de este desolador panorama, es la tregua que la organización terrorista vasca declaró ayer y que representa una bocanada de oxígeno para un primer ministro cada vez más debilitado.
El primer escollo lo tiene a la vuelta de la esquina. El próximo 29 de septiembre, el gobierno socialista deberá afrontar su primera huelga general impulsada por los sindicatos mayoritarios, UGT y Comisiones Obreras, disconformes con la reforma laboral recientemente promulgada por el Parlamento, que abarató el despido y quitó derechos a los trabajadores. Hasta que comenzó la crisis en 2008, el gobierno había vivido una luna de miel con los sindicatos que se pudo palpar en las estadísticas: baja conflictividad laboral en todo los ámbitos, reducción del desempleo a cifras históricas, ampliación de derechos sociales. Pero el derrumbe del mercado inmobiliario, que había alimentado la burbuja española, dejó al descubierto la poca consistencia política e ideológica del PSOE que no tardó en asumir la bandera del ajuste salvaje, decepcionando al ala más izquierda de su electorado, esa franja social que en las próximas generales tiene toda la intención de quedarse en casa o de volver a votar por Izquierda Unida, que fue la formación política que más padeció en las últimas elecciones de 2008 el arrastre que generaba en la izquierda más tradicional la figura de Rodríguez Zapatero.
Pero la huelga no es el único problema que tiene por delante el presidente de gobierno. En el otoño, el Parlamento tiene que aprobarles también los presupuestos generales del Estado para el año 2011, los llamados “presupuestos del ajuste” y hasta el momento no ha conseguido los apoyos políticos necesarios. Durante su primer gobierno contó siempre con el sostén de los grupos de izquierda, que en las elecciones de 2008 perdieron la mayor parte de sus escaños. Este año las formaciones de izquierda ya han anticipado que no votarán esos presupuestos. Por lo cual, ahora sólo puede aspirar a conseguir el apoyo de los nacionalistas catalanes y vascos, un hueso muy duro de roer tal y como están las cosas. Si depende de Convergencia i Uniò, la formación nacionalista catalana ya ha anunciado su casi segura negativa. Con las elecciones catalanas en puerta, CIU no quiere que sus electores la identifiquen como la salvadora del gobierno, menos ahora que las encuestas le sonríen y es probable que vuelvan a ocupar la sede de gobierno en Barcelona.
Ante ese escenario, al gobierno sólo le queda recurrir al Partido Nacionalista Vasco, con el que siempre ha tenido buena sintonía. Pero desde que los socialistas ocuparon el gobierno regional en Bilbao en una alianza contra natura con el Partido Popular, en el PNV tampoco abundan los aliados de Zapatero. Es más: antes del verano sus dirigentes ya le han advertido de si no consigue aprobar los presupuestos es mejor que vaya pensando en convocar a elecciones anticipadas, algo que hasta los propios socialistas reconocen en los pasillos del congreso como inevitable si la situación llega a tal extremo. “Sin presupuestos no podemos gobernar”, aseguraban varias fuentes socialistas al diario El País en un reciente artículo en el que el matutino evaluaba esta posibilidad como muy cercana.
Para ponerle la guinda a un pastel tan complicado, Rodríguez Zapatero se ha metido de cabeza en la interna de su partido por dirimir la candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid en las próximas elecciones regionales, una batalla de la que puede salir gravemente herido si las cosas no le van como él desea.
El candidato natural, antes de que Zapatero se metiera en la interna, era el presidente del partido, Tomás Gómez. Pero Gómez es un candidato insulso que no da bien en las encuestas y Zapatero dejó traslucir que prefería a Trinidad Jiménez, la actual ministra de Sanidad, que va mejor en los sondeos, aunque todavía lejos de la actual presidenta regional, la derechista Esperanza Aguirre. Gómez se resistió a la sugerencia y ahora ambos candidatos se enfrentarán en elecciones internas. El temor en el PSOE es que Jiménez pierda, ya que Gómez está agrupando tras de sí toda la oposición interna a Zapatero, con lo cual el mensaje de las urnas en ese caso puede ser demoledor para un presidente de gobierno ya muy debilitado.
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