Vie 15.10.2010

EL MUNDO • SUBNOTA  › EL TESTIMONIO DE LOS RESCATISTAS

“Que no pase más”

El rescatista Manuel González, el primero en bajar y el último que salió de la mina San José, de donde 33 hombres fueron rescatados el miércoles en un operativo histórico, dijo ayer que el yacimiento “no contaba con los controles mínimos de seguridad”.

“Los grandes héroes de toda esta historia son ellos, soportaron condiciones inhumanas para trabajar, sin los elementos básicos de seguridad, lo que hacía imposible estar allí desarrollando sus labores. Fue muy fácil darse cuenta de eso”, dijo González, cuyo descenso en la cápsula Fénix permitió traer desde la oscuridad a Florencio Avalos el miércoles a la 0.10.

“No me dejaron apagar la luz”, bromeó el hombre durante una conferencia de prensa junto a los rescatistas Jorge Bustamante, Patricio Sepúlveda, Roberto Ríos y Patricio Roblero en las inmediaciones del Hospital de Copiapó, adonde fueron a saludar a los mineros, que aún continuaban siendo atendidos. Ayer a la 0.32, Manolo –como lo llaman sus compañeros– abandonó la mina cuando ya estaban todos los demás afuera.

Apenas se encontró en la superficie, le dijo al presidente chileno, Sebastián Piñera: “Ojalá nunca más pase esto que pasó aquí. Ojalá nos sirva de experiencia, y que las cosas en la minería chilena sean diferentes”.

El rescatista, que trabaja hace 20 años como minero en la empresa estatal Codelco, aseguró que nunca en sus años de trabajador vio un yacimiento con tan pocas condiciones de seguridad, aunque admitió que en Chile “hay muchas minas de estas características”.

El hombre, de 46 años y padre de dos hijos, es desde hace 12 años especialista en rescatar personas atrapadas y en emergencias derivadas de incendios. “No bien bajé me desahogué con ellos: lo único que quería era ver que estaban bien. No soy ningún héroe. Me tocó bajar a mí primero como le pudo haber tocado a cualquiera de mis compañeros”, destacó González.

El rescatista destacó que lo impresionó “lo bien que estaban. Piensen que estar 70 días encerrado a una temperatura de 40 grados no es fácil de soportar. Ellos lo hicieron con disciplina y porque contaron con un buen líder”, en referencia al jefe de turno, Luis Urzúa, el último trabajador que dejó la mina.

“Cuando llegamos estaban eufóricos. Muchos estaban asustados por subir a la cápsula, pero los tranquilizamos diciéndoles que era mejor que ir en ascensor”, contó. El rescatista destacó la sincronización que tuvieron todas las fuerzas de seguridad para organizarse y dividirse el trabajo, lo que posibilitó que se acortaran los tiempos de salvataje de 40 a 20 minutos, al final del operativo que duró cerca de 24 horas.

Otro rescatista contó que los mineros “subían a la cápsula cantando y gritando para disimular sus temores. No es fácil para un minero subir por un tubo de 26 pulgadas, y no-sotros desde abajo los alentábamos para que el viaje no los traumara mucho”.

Patricio Robledo, rescatista de la Armada chilena, aseguró que los mineros “estaban mucho mejor de lo que pensábamos. Ellos tuvieron un buen líder y fueron muy disciplinados”.

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