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Cómo ven la confrontación desde los cafés de Bagdad
Muchos nacieron en la guerra de Irak contra Irán en los ‘80; otros tienen la primera Guerra del Golfo, en 1991, entre sus recuerdos de infancia. Este es un paseo por lo que se ve y se oye entre los jóvenes de Bagdad.
Por Suzanne Goldenberg
Desde Bagdad
El aroma de tabaco de manzana se arremolinaba entre los narguiles y los hombres despatarrados en los almohadones del café Babylon. Anoche, practicaban un nuevo pasatiempo: apostar sobre las probabilidades de una guerra. Raed Saleh, 24, se puso más serio que el resto cuando escuchó la noticia de que el jefe de inspectores de armas, Hans Blix, le había dado a Irak un escaso “aprobado” por su cooperación con los inspectores que durante dos meses rastrillaron el país en busca de armas prohibidas. A pesar de que Irak abrió sus puertas a los monitoreos, dijo Blix, no fue completamente franco sobre los programas de desarrollo de misiles de largo alcance, sus proyectiles de artillería química y sus reservas de ántrax y otros agentes mortíferos.
Saleh es traductor y dijo que él supo de inmediato a qué se refería Blix. “Este es el palo con el que van a pegarnos”, señaló. “Yo digo que hay un 99 por ciento de probabilidades de ir a la guerra. Y me guardo un uno por ciento para que Dios evite todo esto”. Al lado de él, su amigo había abandonado toda esperanza. “Hay un ciento por ciento de posibilidades de guerra”, dijo. Saleh cree que Estados Unidos podría atacar a Irak no bien terminen las festividades de Eid, a mediados de febrero. “Personalmente, voy a llevar mi revólver para defenderme a mí y a mi casa”, anunció, al igual que la mayoría de los hombres iraquíes. Pero luego admitió que el arma más letal que posee es un cuchillo. “En verdad, estaba hablando metafóricamente”, agregó.
La multitud de anoche era mayormente masculina y sorprendentemente joven: adolescentes y muchachos de escasos veinte años. Pero muchos dijeron que se consideran veteranos en crisis internacionales. Nacieron con la angustia del conflicto entre Irán e Irak. O incluso más tarde y eran chicos cuando estalló la última guerra en el golfo. Saleh recuerda los misiles que explotaban cerca de su cancha de fútbol y arrancaban las manijas de las puertas de su casa. “Somos una generación de la guerra. Nacimos durante la guerra y vamos a enfrentarnos a esto durante toda nuestra vida”, dijo Mutasum al Sadoon, un estudiante de geografía de 23 años que ocupaba un banco cercano en el café. De todas formas, dijo: “Hoy es un día histórico. Esta guerra será un punto de giro. Si Irak es destruida, habrá un baño de sangre no sólo en el mundo árabe, sino en todo el mundo musulmán”. Como otros habitués del café, Sadoon tiene poca fe en la independencia de los inspectores o en Hans Blix. Pero está convencido de que ellos, al igual que toda la ONU, son marionetas de Estados Unidos. Otros parroquianos de Babylon se mostraban confundidos acerca de los detalles del régimen de inspecciones o de la división entre los gobiernos de Europa y Estados Unidos sobre la perspectiva de una guerra. Pero saben de las protestas por la paz en Estados Unidos y Gran Bretaña y están esperando que el próximo contingente de voluntarios occidentales llegue con nuevos escudos humanos.
Maazeh Khairi, 17, estudiante de secundario, vino con un grupo de amigos para darle un par de pitadas al narguile. “Nadie está seguro de nada porque las noticias cambian a cada rato –dijo–. Ya casi ni me importa este tema, si nos bombardean o no, porque no hay nada que podamos hacer. O sea: ellos van a encontrar cualquier pretexto para encontrar un bache en nuestro cumplimiento de sus órdenes.” “Va a ser un desastre –dijo Mohammed Al Hassani, un médico residente de 25 años–. Esta guerra es diferente a las otras porque muchos países van a estar involucrados.”
Nada de esto se aparta mucho de la línea oficial. Ante los informes de los inspectores, el enviado iraquí a la ONU protestó inmediatamente diciendo que su país no tiene armas de destrucción masiva. “Irak cumplió con todas sus obligaciones según la resolución 1441”, dijo Mohammed Al Dour en Nueva York, protestando que había cooperado con Hans Blix, el jefe de inspectores y Mohammed El Baradei, director de la Agencia Internacionalde Energía Atómica. “Entregamos todo y lo pusimos en nuestro informe de 12.000 páginas. Y creo que tienen que leerlo cuidadosamente”, dijo al referirse a la declaración de armas que Irak envió a la ONU a principios de diciembre pasado. “Seguimos listos para cooperar activamente, como lo hicimos en el pasado, para responder cualquier duda” –dijo Al Dour–. A Blix y su equipo les abrimos todas las puertas. Si hay algo, lo van a encontrar. No tenemos informes escondidos. Irak está libre de armas de destrucción masiva.”
Más temprano en Bagdad, el ministro de Relaciones Exteriores Naji Sabri adoptó una actitud combativa y venenosa para referirse al apoyo de Tony Blair al gobierno de Bush. Antes de que Blix se dirigiera a la ONU, Sabri denunció que la administración Bush es una “atizadora de guerras”. “Este gobierno malvado y su aliado británico, Blair, han mantenido sus amenazas y agresión contra Irak –sostuvo–. Su blanco no son las armas de destrucción masiva. Estos dos gobiernos saben muy bien que en Irak no hay armas de este tipo ni actividades relacionadas con ellas. Controlando esta región, ellos sueñan con dominar el mundo entero.”
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