EL MUNDO • SUBNOTA
Jared Lee Loughner, el presunto atacante de Tucson, había sido detenido horas antes del ataque en el supermercado. Un agente del Departamento de Juegos y Pesca de Arizona, que está autorizado a parar a cualquiera que ponga en riesgo la seguridad pública, hizo detener al auto en el que viajaba el hombre de 22 años, después de que pasara unas luces en rojo a las 7.30 de la mañana del sábado. El oficial le pidió el carnet de conductor y, al comprobar que los papeles del vehículo estaban en regla, lo dejó seguir. Después, Loughner fue hasta el supermercado de Tucson y abrió fuego, dejando a seis personas muertas e hiriendo a la representante demócrata Gabrielle Giffords. Por su parte, los padres del supuesto atacante hablaron públicamente por primera vez desde la masacre. Empezaron definiendo como muy difícil el momento que viven y agregaron: “Estamos muy apenados por las víctimas y sus familias. Sentimos mucho sus pérdidas”. Una semana antes de la matanza, la policía registró la casa de la familia por una queja por ruido y por una denuncia de “robo de identidad”.
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