EL MUNDO • SUBNOTA › PREPARATIVOS PARA LAS OLIMPíADAS Y EL MUNDIAL
› Por Gustavo Veiga
El Mundial 2014 es la próxima estación futbolística del planeta y se jugará en Brasil. Dos años después, llegará el turno de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Con tan poca diferencia entre esas fechas, la nación que ahora gobierna Dilma Rousseff tiene por delante el desafío de aventar sospechas sobre la inseguridad que domina en las grandes ciudades. Este problema no es patrimonio exclusivo del país limítrofe. Pero las dos citas más importantes y ecuménicas del deporte le pueden dar más visibilidad a esa complejidad. De ahí que los analistas vinculen los últimos operativos en Alemao y Vila Cruzeiro con el objetivo político de consolidar la presencia del Estado donde antes no existía. Aunque todavía falten tres años y medio para la Copa que organiza la FIFA y cinco y medio para los Juegos que realizará el COI.
En junio de 2007, durante las razzias que llevó adelante la policía en el complejo de Alemao –una estadística indica que ahí ocurrían el 40 por ciento de los crímenes de Río– fueron asesinadas 19 personas. Ese año, unos días más tarde, quedaban inaugurados los XV Juegos Panamericanos de Río de Janeiro. Todavía se recuerda que ese torneo y el concierto Live Earth en la playa de Copacabana estimularon aquel operativo cruento apuntalado por el meneado discurso de la inseguridad. Lula lo repitió en 2010. Se encargó ahora de que su sucesora en la presidencia no pagara el costo de la represión militar y policial en las favelas.
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