EL MUNDO • SUBNOTA › LA UE APROBó MEDIDAS CONTRA KHADAFI; EE.UU. EXIGIó QUE SE FUERA
Los 27 miembros de la Unión Europea decidieron un embargo sobre la exportación de armas a Libia. Junto a Washington negocian la creación de un “espacio aéreo militar protegido” a través de las Naciones Unidas.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
Con la tercera insurrección a punto de derribar otra dictadura árabe, la comunidad internacional se despierta poco a poco del patético letargo que demostró durante las sucesivas caídas de los regímenes de Túnez y Egipto. Estados Unidos y la Unión Europea se pusieron al diapasón de la sublevación libia. El primer acto lo protagonizó la Unión Europea con la aprobación de un paquete de sanciones que apunta a acorralar desde el exterior al agonizante régimen de Muammar Khadafi. Los 27 miembros de la UE decidieron un embargo sobre la exportación de armas a Libia, la prohibición de que una lista de 25 personas de su entorno político así como miembros de la familia de Khadafi viaje al territorio comunitario y el congelamiento de las cuentas de Khadafi, de su familia y de los integrantes de su gobierno. La medidas también incluyen la prohibición de venta de material represivo como gases lacrimógenos y otros elementos que puedan ser utilizados contra la población civil.
El segundo acto le corresponde a la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton. Presente en Ginebra en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Clinton se pronunció de manera contundente. “Ha llegado el momento de que Khadafi se vaya ahora, sin más violencia ni tardanza”, dijo una tardía Clinton. En un asalto elocuente de lucidez –poco común en sus intervenciones–, la responsable de la diplomacia norteamericana recordó las situaciones vividas en Túnez y Egipto y admitió que el mundo había subevaluado “el poder de la dignidad”. De hecho, Washington pasó ayer de la condena a la acción. En otro asalto de osadía diplomática, Clinton dijo que el apoyo a la transición no era “sólo una cuestión de ideales sino un imperativo estratégico”. La frase equivale a reconocer que lo contrario, es decir, el vergonzoso apoyo a dictaduras nauseabundas y corruptas, también fue un “imperativo estratégico”.
Con mucha menos ambigüedad que los eternos regateos europeos, Estados Unidos parece haber optado por un respaldo público y material a los insurrectos libios. Clinton aclaró que “el cambio democrático tiene que venir desde adentro” y sentenció que “Khadafi y su clan perdieron la legitimidad para gobernar”. Sin embargo, poco después del discurso de Hillary Clinton, Washington adelantó que estaba por reposicionar sus fuerzas militares en el Mediterráneo con vistas a una posible operación humanitaria de rescate. Después de centenas y centenas de muertos civiles, un esbozo de coordinación entre Estados Unidos y sus aliados comienza a plasmarse. La UE y Washington están negociando la creación de un “espacio aéreo militar protegido”. En este contexto, el primer ministro británico, David Cameron, dijo ante el Parlamento que no se “excluía el recurso a efectivos militares”. Las frases pronunciadas por unos y otros en las últimas 48 horas demuestran que ha llegado la hora de la acción exterior. El domingo, Hillary Clinton había dicho que se estaba “conversando con muchos libios diferentes en el este” –sector en manos de los rebeldes–. La jefa de la política exterior estadounidense también aclaró que “Washington ofrecerá cualquier tipo de ayuda a los rebeldes libios”. Una vez en Europa, el entorno de Clinton dijo que la secretaria de Estado intentará coordinar la ayuda a los opositores. A esta sombra de amenazas se le agrega la decisión de la CPI, la Corte Penal Internacional. El fiscal de la CPI, el argentino Luis Moreno Ocampo, reveló que iniciará una investigación preliminar sobre la ola de violencia contra los civiles en Libia.
Los antiguos socios y aliados del coronel lo dejan solo ante el pueblo que durante tantos años reprimió. Hasta la prensa europea le ha perdido el respeto. Ahora lo llaman “dictador”, “déspota”, cosa que antes no ocurría. Todos parecen descubrir de golpe que el Guía Supremo de la Revolución no era un demócrata y con ello preparan el apoyo a lo que se anuncia como una intervención en el terreno, humanitaria o no. El primer ministro francés, François Fillon, admitió que se estaban estudiando “todas las soluciones para lograr que el coronel Khadafi entienda que debe irse”. Informaciones convergentes señalan que Washington y los europeos podrían prohibir el sobrevuelo del territorio libio para impedir la matanza de civiles. El jefe del gobierno francés aclaró no obstante que una opción semejante “sólo puede aplicarse en base a una decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”. Queda con todo un problema. Decretar un espacio de exclusión aérea a través de las Naciones Unidas requiere una resolución de la ONU, idea a la que se oponen China y Rusia, dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Su implementación exige además una estructura militar sólida que, a su vez, necesita medios militares importantes que sólo Washington y la OTAN pueden poner a disposición inmediatamente.
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