EL MUNDO
• SUBNOTA › CON LOS PARIENTES ALEMANES DEL JEFE DEL PENTAGONO
El bajón de llamarse Rumsfeld
Los primos alemanes del secretario de Defensa de EE.UU., Donald Rumsfeld, están igual de indignados que el resto de sus compatriotas con su famoso pariente, quien últimamente no escatima descalificativos cuando habla del país de sus antepasados. “Antes era mucho más simpático”, ha declarado Margarete Rumsfeld, matriarca de la familia alemana del jefe del Pentágono en ocasión de la visita que éste realizó a Munich el fin de semana.
El secretario de Defensa, que tiene un inconfundible apellido germano, se molestó en buscar a algunos parientes lejanos en la región de Bremen, norte de Alemania, cuando en la década de los años ‘70 vivía en Bruselas como embajador de EE.UU. ante la OTAN. Rumsfeld visitó entonces a sus parientes, quienes durante años estuvieron encantados de ser primos de tan importante personaje. Pero, tras sus ataques contra los alemanes, los Rumsfeld han cambiado de parecer y Margarete ha dejado claro a la prensa lo mucho que rechaza sus planes de guerra. Margarete insiste además ahora en que Rumsfeld “sólo es un pariente lejano” de su difunto marido.
Rumsfeld no ha aprovechado esta visita a Alemania para viajar a Bremen (ciudad, es cierto, bastante alejada de Munich) y en la capital bávara hizo poco por agradar a sus anfitriones. El jefe del Pentágono levantó recientemente ampollas cuando afirmó que Alemania y Francia formaban parte de “la vieja Europa”, dando a entender que representaban un modelo obsoleto frente a la “nueva Europa” del este, más afín a EE.UU. Días antes de viajar a Berlín abundó en el mismo sentido colocando a Alemania al mismo nivel que Cuba y Libia en cuanto a voluntad de cooperación con EE.UU. en el caso de Irak. Finalmente, el mismo día en que Rumsfeld llegó a Alemania, uno de sus consejeros, Richard Perle, afirmó a un diario alemán que “Alemania ya no cuenta”, y llegó a agregar que “los problemas entre Estados Unidos y Alemania podrían llegar a resolverse si llegara al poder un nuevo gobierno en Berlín”. La oposición socialcristiana no demoró en explotar el asunto, señalando que el gobierno socialdemócrata de Gerhard Schroeder había puesto al país en un curso de confrontación con su mejor aliado. Esto ocurre en un momento paradójico para Schroeder: un 80 por ciento de los alemanes comparte su oposición a una guerra contra Irak, pero sólo un 30 por ciento respalda la gestión del canciller, cuyo partido sufrió hace ocho días las peores derrotas de su historia en las elecciones regionales de Hesse y Baja Sajonia.
“Rumsfeld, el hombre que busca pelea”, titulaba el viernes un vespertino popular de Munich, el Abendsblatt, un artículo sobre la visita del secretario. Otros medios de comunicación han optado por tomarse a broma sus ataques: los diarios han publicado comentarios irónicos sobre el “eje Berlín-Habana-Trípoli”, el presentador de un programa humorístico salió por televisión vestido de Fidel Castro y hasta un telediario de una cadena pública ha emitido un reportaje sobre la conquista de Alemania por parte de los salseros cubanos.
Los políticos alemanes tampoco se han quedado cortos en esta “guerra” y el alcalde de Munich, Christian Ude, arremetió contra los planes de EE.UU. para Irak en la recepción formal de apertura de la conferencia de Munich (una especie de Davos de la Defensa). En los debates, partidarios y adversarios de una solución bélica para Irak se enfrentaron con tal ardor que la ministra francesa de Defensa, Michele Alliot-Marie, comentó que, a juzgar por la combatividad de los oradores, “habría que inscribir el jet-lag en el registro de sustancias dopantes”.
El colofón del fin de semana fue la presentación de un plan franco-alemán, al que podría sumarse Rusia, que sería una alternativa pacífica a una intervención militar contra Irak, del que el secretario de Defensa se enteró por la prensa (ver nota arriba). Nicholas Burns, embajador de EE.UU. ante la OTAN, reconoció que al jefe del Pentágono la propuesta y la forma en que ha sido divulgada “no le han hecho gracia”.
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