EL MUNDO • SUBNOTA › PELEAN POR PROTAGONISMO
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Las relaciones entre Italia y Francia, cordiales hasta no hace mucho gracias en parte a que el premier italiano Silvio Berlusconi y el presidente francés Nicolás Sarkozy comparten una misma posición política de centroderecha, entraron en un difícil período de choques e incomprensiones al querer ambos transformarse en el país de referencia de la nueva Libia.
Berlusconi, convencido de que Italia debía ser el interlocutor principal en Europa para tratar la crisis libia –por tratarse de una ex colonia italiana y porque él mismo tenía relaciones de amistad con el líder Muammar Khadafi–, se quedó sin palabras y con una mueca de disgusto ante la actitud casi arrogante de Francia. Cierto es que Berlusconi, que ha perdido parte de su prestigio a nivel internacional por los cuatro juicios penales que se están llevando a cabo en su contra, quedó desarmado cuando Sarkozy decidió iniciar los primeros bombardeos contra Libia sin siquiera, al parecer, informar previamente a sus aliados. La cara lo denunció, él siempre dispuesto a sonreír y a hacer bromas, cuando salió de una de las primeras reuniones de mandatarios de la Unión Europea que se realizaron en Bruselas sobre este tema.
El gobierno italiano había tenido muchas dudas sobre el qué hacer frente a los insurgentes libios a causa de las relaciones con Khadafi, el petróleo y el gas que le compra al país norafricano y las inversiones libias en Italia y viceversa. La reunión de Bruselas fue el momento tal vez en el que Berlusconi percibió que su eventual liderazgo en la cuestión libia se le estaba escapando de las manos y que era necesario cambiar de táctica.
Sarkozy, por su parte, consciente de la necesidad de relanzar relaciones con los países árabes y de hacer olvidar a toda costa su connivencia con los regímenes de Mubarak, en Egipto, y Ben Alí en Túnez como recordó la prensa francesa, no escatimó decisiones, incluso apuradas, para aparecer como el actor principal de la resolución 1973 de Naciones Unidas. La creación de la “No fly zone” sobre el país norafricano comenzó así con bombardeos de cazas franceses contra la defensa antiaérea de Khadafi.
Pero tiraron algunas bombas contra la residencia del líder libio, e Italia puso el grito en el cielo. Herir o matar a Khadafi o a miembros de su familia no está contemplado por la resolución de la ONU, destinada sólo a proteger a la población libia, subrayaron dirigentes del gobierno y de la oposición. “Ver la casa de Khadafi bombardeada me hizo sentir muy mal”, dijo Berlusconi al día siguiente.
Aunque algunos de sus aliados, como Estados Unidos, le tiraron las orejas, Francia siguió adelante con sus posiciones unilaterales, oponiéndose a que las operaciones de control de la “No fly zone” pasaran a la OTAN (Organización del Atlántico Norte), considerada por Italia y por Estados Unidos como “el comando natural” en el Mediterráneo. El argumento francés fue que los países de la Liga Arabe –a los cuales insiste en cortejar– no podrían participar por no ser miembros de esa organización internacional.
Italia, entonces, por boca de su canciller Franco Frattini amenazó con crear su propio organismo de control de las bases –siete bases en territorio italiano están a disposición de la resolución de la ONU– si el control no pasaba a la OTAN. La pelea terminó cuando Francia se vio obligada a aceptar, presionada por todos los miembros de la OTAN, incluidos Estados Unidos, Gran Bretaña y Turquía. La base de las operaciones se fijó en Nápoles bajo la dirección del general canadiense Charles Bouchard y entrará en funciones hoy lunes.
Pero la disputa no terminó allí. Como quien saca una solución mágica de la galera para no quedar descolocado –al menos así pareció a los ojos de algunos aliados–, Sarkozy anunció, luego de una reunión del Consejo Europeo en Bruselas el viernes, que Francia y Gran Bretaña presentarían una propuesta de solución política y diplomática para Libia. “La solución no puede ser sólo militar”, subrayó el presidente francés, del que se dice que ya habría iniciado conversaciones con ambas partes en conflicto. Para el gobierno italiano fue como una bofetada. “Italia tiene sus propias ideas en este sentido y hará sus propuestas en las sedes oportunas. Cualquier solución política deberá contar forzosamente con el consenso de los países de la Unión Europea y de la coalición y, en consecuencia, también de Italia”, comentó el ministro Frattini casi ofendido.
En una entrevista publicada el domingo por el diario La Repubblica, Frattini aseguró que Italia está discutiendo por su parte una propuesta de salida para Libia con Alemania. Se trataría de un plan que contempla el exilio de Khadafi y da mayor poder a las tribus integrantes del país norafricano que colaborarían en la redacción de una Constitución. La proposición contempla asimismo un cese del fuego inmediato, verificado por Naciones Unidas, y un mayor compromiso de la Unión Africana y la Liga Arabe. Tanto la propuesta franco-británica como la ítalo-alemana serán presentadas en la reunión de la coalición que se realizará el martes en Londres.
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