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El choque de valores (petroleros) entre Washington y la vieja Europa
Detrás del enfrentamiento de ayer entre EE.UU. y Francia en la ONU hay mucho más que un choque de valores morales. Aquí, una investigación de la puja petrolera entre ExxonMobil y Chevron Texaco y sus contrapartes francesas y rusas.
› Por Eduardo Febbro
Página/12
en Francia
Desde París
“El petróleo es uno de los elementos que está en juego en esta guerra, pero no es el único”, afirma Pierre Terzian, director de la revista PetroEstrategias, al referirse a la aún no declarada Guerra del Golfo II. De manera más o menos unánime, los especialistas admiten que la administración Bush busca intervenir militarmente en Irak para controlar el petróleo iraquí. Como recuerda Terzian, este país detenta la segunda reserva mundial de petróleo. Y agrega: “EE.UU. se ha vuelto cada vez más dependiente de los países extranjeros. El suministro de petróleo depende mucho de ellos, en particular de la región del Golfo. Controlar un país como Irak puede ser un medio para volver un poco más seguros los suministros de petróleo, alentando la producción en regiones como el Mar Caspio, Africa o Rusia”. Si este análisis es un hecho establecido entre los expertos, no es menos lícito un análisis complementario que explica la posición tomada por París y Moscú desde que se desató la nueva crisis con Irak. Informaciones convergentes indican que Francia y Rusia han mantenido una serie de contactos muy avanzados con Irak y que de las reservas disponibles e identificadas una buena porción de éstas pertenece como “opción” a grupos petroleros franceses y rusos.
En cifras redondas, las reservas iraquíes “probadas” alcanzan los 116 mil millones de barriles, de los cuales 35 mil millones pueden ser explotados sin demora. Del total de 40 empresas extranjeras que negociaron con Irak la explotación de su oro negro, dos –una francesa y una rusa– se llevan la mejor parte. El grupo ruso Lukoil y el francés TotalFinaElf tienen “reservado” por lo menos una cuarta parte de las reservas conocidas. Según alegan los dirigentes de las compañías petroleras del Viejo Continente, si EE.UU. interviene militarmente en Irak resulta obvio que la administración Bush va a darle prioridad a las empresas norteamericanas en vez de a las europeas. Detrás del eje contra la guerra formado desde el principio por París y Moscú se mueven las siluetas de un mercado colosal. Un estudio del Deutsche Bank publicado en octubre del año pasado revela el trabajo realizado en Irak desde 1998 por unos 20 grupos petroleros. En los últimos cinco años, decenas de países de todos los continentes se acercaron a Bagdad en busca de contratos. Si los primeros en posicionarse fueron los rusos, con seis compañías en las líneas de avanzada, París también supo sacar provecho de su casi centenaria presencia en Irak. Sin embargo, como lo demuestra el informe del Deutsche Bank, lo que está en juego no son únicamente las llamadas “reservas identificadas” sino lo que los especialistas llaman “las reservas potenciales”, es decir, los yacimientos existentes y no explotados. Los volúmenes son tan inmensos que éstos explican por sí solos la magnitud de la disputa. Esas reservas potenciales se encuentran en la frontera con Arabia Saudita y Jordania. Según Jean-François Giannesini, ingeniero en jefe en el IFP, Instituto Francés del Petróleo, esos yacimientos detentan “entre 60 mil y 200 mil millones de barriles”. El Deutsche Bank adelantó que Irak ya propuso nueve licencias de explotación a lo largo de esa zona que algunos califican como el “Eldorado negro”.
Desde el fin de la Guerra del Golfo (1990-1991), y a pesar del embargo internacional, Irak no cesó de tejer lazos con las compañías petroleras a fin de obtener el financiamiento necesario para explorar y explotar sus reservas potenciales. Christophe de Margerie, director general del sector producción explotación de la multinacional francesa TotalFinaElf, explicó a Le Monde que su empresa se ubicó como uno de los interlocutores privilegiados de Bagdad a partir de 1988, es decir, luego de la guerra Irán-Irak. Margerie afirmó que “en 1990-1991, la Guerra del Golfo interrumpió nuestras discusiones. Pero en 1992 reanudamos los contactos y trabajamos con la idea de firmar un contrato aplicable una vez que se levantara el embargo”. El contrato atañe a dos yacimientos situados en la región de Basora, sur de Irak, que representan un total de 15 mil millones de barriles. Rusia, al igual que China, ha negociado contratos similares cuya realización está en la cuerda floja del embargo que pesa sobre Irak y del desencadenamiento del conflicto.
El informe del Deutsche Bank dice que el objetivo real de los acuerdos firmados por Irak con las compañías petroleras multinacionales “es más político que económico”. El documento alemán pone de relieve que Irak, “mediante contratos lucrativos por miles de millones de dólares, les puso un candado a Francia, Rusia y China a fin de influenciar a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU”.
La pugna por el petróleo iraquí es tanto más aguda cuanto que las empresas estadounidenses ya están sólidamente instaladas en la región y con un arraigado derecho de piso. Gigantes como ExxonMobil y Chevron Texaco se encuentran a apenas unos kilómetros de Irak, justo del otro lado de la frontera que dio lugar a la primera Guerra del Golfo, es decir, en Kuwait. La presencia militar norteamericana les garantizaría una posición ideal.
Hoy, las economías occidentales son menos dependientes del precio del petróleo que en el transcurso de las dos grandes crisis petroleras de 1973 y 1979. Con todo, el alza a largo plazo del precio del barril acarrearía desarreglos profundos. Así ocurrió en el año 2000, cuando el barril de petróleo llegó a cotizarse aproximadamente al precio de hace una semana, casi 32 dólares. En ese entonces, la economía francesa perdió un 1 por ciento. Según Christine Rifflart, economista en el OFCE, Observatorio Francés de las Coyunturas Económicas, después de que el barril se cotiza en 35 dólares (y ayer llegó a casi 37), “estamos en el nivel que marca el comienzo de la recesión en Francia”.
La guerra diplomática que protagonizan EE.UU. y la “vieja Europa”, a la cual se aliaron Rusia y China, es parte de un colosal antagonismo entre compañías petroleras que esperan en las fronteras con los dientes afilados. Algunas se sirven de la guerra para atravesar la frontera, otras optan por la paz. Ambas sueñan con lo mismo: captar una porción del providencial petróleo iraquí. No es improbable que los dos frentes terminen pactando un compromiso. Como lo señala Jean-François Giannesini, “en el universo del petróleo, la norma es la cooperación internacional”.
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