EL MUNDO • SUBNOTA › LA ESPOSA DE STRAUSS-KAHN PERDONA SUS AVENTURAS Y DICE QUE ES INOCENTE
› Por John Lichfield *
Desde París
Hubo un tiempo en que Dominique Strauss-Kahn era conocido en Francia como “Monsieur Sinclair”, apodo que se ganó gracias a Anne, su esposa celebrity. La pobre señora Sinclair, de 62 años, era una estrella de televisión en Francia cuando DSK era un economista menor del Partido Socialista. Su ascenso en los últimos quince años fue, según el partido, fruto de su propio talento, pero también del dinero, las conexiones políticas y una trepidante ambición por parte de su tercera esposa.
Luego de que la señora Sinclair le perdonara a Strauss-Kahn todas sus infidelidades pasadas, los focos de atención apuntaron esta semana a la primera reacción que tuvo, luego del arresto de su marido en Nueva York bajo los cargos de acoso sexual. “No creo ni por un segundo las acusaciones contra mi marido”, dijo el domingo. “No tengo dudas de que su inocencia será probada.”
La Sra. Sinclair y el Sr. Strauss-Kahn se casaron en 1991. Ella tiene dos hijos de un matrimonio anterior y él, cuatro de dos anteriores. El lunes, ella voló a Nueva York para estar con su marido; o más bien como terminó resultando: a visitarlo en la prisión de Rikers Island.
Hasta 1997, la Sra. Sinclair era uno de los rostros más conocidos de la TV francesa, entrevistando a políticos locales y extranjeros, de François Mitterrand a Bill Clinton, en TF1, el canal más popular. Luego, cuando el Sr. Strauss-Kahn se convirtió en ministro de Economía en 1997, abandonó el puesto y aceptó dirigir la compañía de Internet de TF1 por cuatro años. Amigos de la pareja dicen que ellos son muy apegados, casi dependientes el uno al otro, a pesar de episodios tan publicitados como el del Sr. Strauss-Kahn con una húngara en el FMI, en 2008.
El apellido inglés de Anne Sinclair, originalmente Anne-Elise Schwartz, era el nombre en clave de su padre, Robert Schwartz, un héroe de la Resistencia en tiempos de guerra. La familia conservó el apellido luego de la guerra. Ella es una mujer rica como su abuelo, Paul Rosenberg, quien amasó una fortuna vendiendo cuadros durante la primera parte del siglo XX. Fue uno de los primeros comerciantes de arte en entender la importancia de Pablo Picasso.
Hace pocos meses, cuando el Sr. Strauss-Kahn se mostraba reacio a aceptar el desafío por la presidencia y a dejar su trabajo como cabeza del FMI, la Sra. Sinclair siempre presionaba para que lo haga. De acuerdo con el chismerío político en París, ella sentía que el puesto de primera dama francesa le pertenecía, luego de haber dejado postergada su carrera televisiva.
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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