Todo estaba listo en La Haya para la llegada de Ratko Mladic. Los medios del mundo aterrizaron en la ciudad costera holandesa: una caravana periodística se mudó de la capital serbia, Belgrado, a la unidad carcelaria de Scheveningen del tribunal internacional de crímenes de guerra. Los técnicos ya prepararon los discos satelitales fijados en los techos de las camionetas de los distintos medios. Estaban estacionados en la calle frente a la pared alta y los portones de hierro. Cuando se cerraron los portones, Mladic tuvo el clásico chequeo médico, que es particularmente importante en su caso, ya que su abogado y su familia aducen que el hombre no está en condiciones de soportar un juicio. Cuando llegó fue llevado a una celda y hoy se enfrentará a un panel de tres jueces para declararse inocente o culpable.