EL MUNDO • SUBNOTA › LOS ENFRENTAMIENTOS, CALLE POR CALLE, CONTINúAN HORA TRAS HORA
› Por Kim Sengupta *
Desde Bani Walid
Las camionetas pick-up se detuvieron en medio de una nube de polvo y los combatientes, algunos ya muertos, fueron sacados en medio de gritos de Allahu akbar! El ataque a Bani Walid estaba resultando un negocio sangriento y despiadado. Los enfrentamientos, calle por calle, continuaban hora tras hora mientras los rebeldes encontraban una feroz resistencia y trataban de sacar a las fuerzas de Muammar Khadafi del centro de la ciudad.
Controlar Bani Walid se ha convertido en un asunto de prestigio para los revolucionarios después de que sus repetidas afirmaciones de que la habían tomado resultaron falsas. La ciudad, junto con Sirte y Sabbha, siguen siendo baluartes desafiantes del ex régimen y su posición frente a las ofensivas rebeldes y los ataques aéreos de la OTAN fue usada para hostigar al nuevo gobierno por parte del coronel Khadafi y su hijo Saif al Islam.
Ayer, los leales de Bani Walid no daban señales de darse por vencidos ante la creciente lucha desigual. Cohetes y salvas de morteros aterrizaban cerca de nosotros mientras intentábamos avanzar con los combatientes rebeldes hacia el mercado desde donde partió un fuego implacable durante toda la tarde. Yusuf Ali Badri acababa de bajarse como podía de un camión con una ametralladora cuando le dispararon en el hombro. Seis minutos más tarde, otro miembro de la brigada Trípoli recibió un tiro en la pierna.
Los disparos asustaron a los combatientes alrededor de los hombres caídos, lo que produjo una breve retirada. Luego siguieron las acusaciones de traición que han dividido cada vez más a las filas rebeldes. “Los disparos vinieron de atrás de nosotros”, gritó un hombre. “Es la brigada Bani Walid, no se puede confiar en ellos, están con Khadafi. Los combatientes exiliados de la ciudad luchando al lado de los revolucionarios han sido acusados de ser leales a su tribu, los Warfallah, antes que a la causa.
Una operación previa terminó en pérdidas y recriminaciones con el contingente de Bani Walid, siendo acusado de enviar a otros combatientes a una trampa. Ahmed Ivadullah, de 23 años, estudiante y voluntario, dijo: “Tenemos quintas columnas que se nos han infiltrado y son lo que nos impiden tomar este lugar”.
La atmósfera de temor y sospecha comenzó a afectar a los refugiados que intentaban escapar de la lucha. Un rebelde enfurecido les disparó a los neumáticos de un automóvil que se acercó a un puesto de control demasiado rápido. Tres hombres jóvenes fueron arrastrados afuera y obligados a arrodillarse en el suelo mientras les apuntaban con los rifles y los interrogaban. Dos horas más tarde, los hombres fueron encontrados, aterrorizados, por periodistas que habían regresado al puesto de control.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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