EL MUNDO • SUBNOTA › EL HOMBRE QUE EVADIó LOS JUICIOS
Preso en una cárcel militar, condenado por intentonas golpistas y otros procesos penales, Lino Oviedo fue un caudillo que irrumpió en el escenario político paraguayo en 1996, siete años después de derrocar a Stroessner. Carismático y de permanente protagonismo en la política paraguaya, pronunciaba sus discursos en guaraní; la lengua hablada por la mayoría pobre del vecino país. En las afueras de Asunción, mandó construir en un parque un espacio conocido como “Linódromo” en donde congregaba a sus seguidores.
Hacia las elecciones de 1998 figuraba al frente en los sondeos, pero dos meses antes de los comicios, el entonces presidente Juan Carlos Wasmosy (1993/98) lo acusó de haber intentado un golpe en 1996 y una corte marcial lo condenó a 10 años de prisión en 1998. Desde entonces alternó su vida entre la cárcel, el poder y el exilio. Con Oviedo preso y bajo el lema “Cubas al gobierno, Oviedo al poder”, Raúl Cubas, su delfín político, triunfó en los comicios de ese año con 54 por ciento de los votos. Cubas asumió en agosto y liberó a su mentor al asumir el poder.
El 28 de marzo de 1999, Cubas entregó el cargo acusado junto a Oviedo por la muerte de Argaña y de siete manifestantes antigubernamentales. Oviedo fue autorizado a salir de la cárcel y marchó a la Argentina en pleno menemato. El 9 de diciembre de 1999, un par de días antes de la asunción presidencial de Fernando de la Rúa, quien había prometido expulsarlo de Argentina durante su campaña electoral, Oviedo huyó de ese país. Reapareció en junio de 2000 en Foz de Iguazú, Brasil, donde fue capturado por la policía brasileña.
El Tribunal Supremo de Brasil rechazó el pedido de Asunción de extraditarlo a Paraguay y lo liberó 18 meses más tarde tras calificar su caso como de “persecución política disfrazada”. El 29 de junio de 2004 regresó voluntariamente a Paraguay y fue detenido en el aeropuerto internacional de Asunción. El 6 de septiembre de 2007 fue liberado de prisión, luego de que una corte militar confirmara el fallo del tribunal brasileño de que Oviedo había sido víctima de persecución política.
La Corte Suprema de Justicia de Paraguay le restituyó todos sus derechos políticos y lo habilitó a competir como candidato presidencial en los comicios de 2008, donde ocupó el tercer lugar, con 22 por ciento de los votos, en seis meses de campaña.
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