EL MUNDO • SUBNOTA
› Por Eduardo Fabregat
En cada uno de sus libros o crónicas periodísticas, Marcela Iacub ha creado polémicas. Desde la publicación de El crimen fue casi sexual en 2002, hasta Una sociedad de Violadores en 2012, Marcela Iacub desarrolló reflexiones muy osadas y pertinentes. Siempre tuvo una capacidad novedosa de dar vuelta el ropaje de las convenciones estúpidas para ir al fondo de las cosas y correr el telón de lo que es a la vez prohibido y deseado. Teórica controvertida de una filosofía feminista emancipada del feminismo, Iacub siempre fustigó la criminalización de la sexualidad y el pensamiento feminista, bloqueado, según ella, por la dominación masculina. Hace más de una década que Iacub viene defendiendo la pornografía, la prostitución, los partos anónimos, las madres portadoras y el útero artificial. Siempre ha fustigado la dictadura de la maternidad biológica y lo que ella llama “el imperio del vientre”. Cuando Dominique Strauss-Kahn fue acusado por las feministas de machista y sexista, Iacub lo defendió al revés: “Fue –dijo– una víctima de las feministas radicales”.
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