EL MUNDO • SUBNOTA › ENTREVISTA AL VATICANISTA MARCO POLITI, AUTOR DE UN LIBRO SOBRE BERNEDICTO XVI
› Por Eduardo Febbro
Desde Ciudad del Vaticano
Marco Politi es la memoria densa del Vaticano. Este vaticanista reputado pasó muchos años en el diario La Repubblica y ahora se sigue ocupando de las cuestiones de la ciudad papal en el diario Fatto Quotidiano. Autor de un best-seller mundial sobre Juan Pablo II, Su santidad, escrito junto al periodista estadounidense Carl Bernstein (caso Watergate), Politi también escribió una radiografía del pontificado del papa renunciante, Joseph Ratzinger, Crisis de un papado. En esta entrevista con Página/12 en Roma, Politi repasa los grandes tropiezos del mandato de Benedicto XVI, resalta el clima de caos y división que hay dentro del Vaticano, sin pasar por alto el tema de la corrupción y la espinosa historia del Banco del Vaticano.
“La renuncia del Papa es un gesto revolucionario, porque rompe con una tradición de dos mil años”, arranca Politi. “Es la primera vez que libre y racionalmente un papa renuncia. Esto significa que Benedicto XVI entendió sus límites personales. En este pontificado hubo crisis que jamás se conocieron antes: crisis con los judíos, crisis con el Islam, crisis con el mundo de la ciencia, crisis con el mundo católico porque el papa quiso negociar con los enemigos del Concilio Vaticano Segundo. Desde luego, también está la gran crisis provocada por la fuga de los documentos secretos, es decir, los Vatileaks. Esos documentos secretos mostraron que había corrupción, conflictos entre los cardenales y una gran oposición contra el secretario de Estado, monseñor Bertone. Esos documentos mostraron igualmente que había muchos problemas con el Banco del Vaticano. El no se sintió capaz de ser el guía fuerte de la Iglesia. Ese es el problema de Benedicto XVI: es un gran intelectual, un gran teólogo y pensador, pero no tiene el temperamento para gobernar.”
–¿La renuncia es una derrota o una suerte de retirada estratégica, para transformar sin estar?
–Benedicto XVI no huye. Su renuncia es noble y racional y hasta puede ser interpretada como la reforma más grande de su pontificado. Con este gesto, el Papa pone de manifiesto que desea una reconstrucción de la curia romana, la cual está dividida y en desorden. Pero la dimensión traza también un nuevo camino para el pontificado del futuro. El Papa, entre otras cosas, les está sugiriendo a sus sucesores que si no tienen más vigor espiritual y físico, es mejor que renuncien. En la sociedad moderna no se puede tener un papa enfermo, que no controla el aparato.
–El Vaticano arrastra una sombra muy antigua en cuanto al Banco del Vaticano: lavado de dinero, cuentas turbias.
–A lo largo de los años el Banco del Vaticano no fue una ventaja para la Santa Sede, sino una suerte de maldición. A partir de la Segunda Guerra Mundial ya no hubo un control estricto sobre las cuentas corrientes del Banco del Vaticano, el OIR. Los tribunales italianos ya certificaron que había dinero de la mafia que se reciclaba a través del banco del Vaticano. Los mismos tribunales certificaron que hubo dinero destinado a los partidos políticos italianos que pasó por el Banco del Vaticano. En 2010 Benedicto XVI decidió limpiar el banco y, a través de un decreto, crear una autoridad de información financiera con poder para controlar el movimiento de dinero, tanto en el banco como en las oficinas del Vaticano. Sin embargo, al cabo de un año, el secretario de Estado del Vaticano, monseñor Bertone, limitó el derecho de inspección que tenía esa autoridad. Eso fue lo que motivó la intervención de las autoridades financieras europeas. El organismo europeo de control Moneyval todavía no aceptó poner a la banca vaticana dentro de la lista blanca de las instituciones financieras limpias. La situación es caótica, con cuentas abiertas por gente que no pertenece al Vaticano. Cuando no hay transparencia total ese dinero puede ser empleado para fines políticos o utilizados por grupos criminales. A través de algunas cuentas abiertas, el Banco Vaticano fue un mecanismo de lavado de dinero.
–Da la impresión de que la Santa Sede es un nido de trincheras ocupadas por grupos rivales que se combaten sin piedad.
–Esto será un problema para el sucesor de Benedicto XVI. Cuando se empieza una operación de limpieza como la que hubo aquí hay que ir hasta el final. Esto vale tanto para la investigación sobre los abusos sexuales como para el orden de la transparencia en el Banco Vaticano. En la curia hay hoy mucho caos porque al Papa le faltó mano firme. Hay un grupo que está del lado del secretario de Estado, hay otro que es muy ratzingeriano y está en contra del secretario de Estado. Después está el grupo de la guardia vieja, de los diplomáticos que estaban trabajando con Juan Pablo II. Es un caos. La crisis de la Iglesia Católica se debe de hecho a la falta de gobierno en la cúpula central.
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