Mié 23.07.2003

EL MUNDO • SUBNOTA

Qusay, el sucesor

El benjamín del ex presidente iraquí tenía 37 años y era considerado el sucesor de su padre. Gracias a las regalías del petróleo iraquí, en pocos años amasó una fortuna incalculable. Según el diario The New York Times, horas antes del primer bombardeo sobre Bagdad Saddam mandó a Qusay en medio de la noche a sacar mil millones de dólares del Banco Central. De ser cierto, sería el mayor robo a un banco de la historia. Nadie sabe qué pasó con la plata, que representa la cuarta parte de las reservas del principal banco de Irak. Pero un funcionario iraquí citado por el diario norteamericano afirma que el dinero fue contrabandeado en tres camiones a Siria, donde la inteligencia norteamericana perdió el rastro de Qusay.
Algunos creen que el dinero está financiando el exilio de Saddam. Sin embargo, miembros del Congreso Nacional Iraquí, el partido liderado por el aliado de Washington Ahmed Chalabi, dicen que podría ser utilizado para preparar el regreso al poder del presidente derrocado. Qusay estaba casado y tenía tres hijos. A diferencia de su hermano, observaba un perfil bajo y muy pocas veces se lo veía en público. En los ‘80 estudió Derecho en la Universidad de Bagdad y en mayo del 2001 pasó a integrar la comandancia del partido Baas. En su momento, muchos analistas árabes vieron en esta designación una clara señal de que la batalla por la sucesión se había inclinado a su favor.
Qusay también controlaba el servicio de inteligencia y la Organización de Seguridad Especial, la policía secreta encargada de eliminar a los opositores del Baaz. Y por si fuera poco, dirigía la Guardia Republicana, la fuerza de elite encargada de proteger al presidente de Irak.

Informe: Milagros Belgrano.

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